China le volvió a entregar una luz de esperanza al mundo. Este martes se conoció que Wuhan, foco de la epidemia de covid-19, levantará las restricciones a los desplazamientos el 8 de abril después de más de dos meses de confinamiento. La medida se aplicará al resto de la provincia de Hubei a partir del miércoles 25 de marzo.

La portada de Semana: Aplausos de pie: Los gladiadores contra el coronavirus El anuncio llega en un mundo que vive el pánico por esa pandemia. Mientras países como Italia y España no ceden a la enfermedad y aumentan vertiginosamente sus muertes, el epicentro de esa crisis comienza a ver una salida a esa emergencia. Las medidas que tomó el gigante asiático fueron estrictas y mucho más a tiempo de lo que ha sucedido en Europa. Y, por ahora, parece que están teniendo éxito. 

Aún así, China toma precauciones. Por el momento, solo los habitantes considerados sanos podrán desplazarse libremente. Así, los ciudadanos pueden volver a tener una vida normal en esta zona, poblada por 56 millones de habitantes, y que fue puesta en cuarentena a finales de enero.

El número de nuevos casos fue muy bajo durante las últimas semanas en Hubei, aunque este martes el ministerio de Salud informó de un contagio adicional en Wuhan. Las personas que quieran entrar o salir de Hubei o Wuhan podrán hacerlo, siempre que presenten un código QR "verde" en el teléfono móvil. Lo emiten las autoridades y certifica que no está infectado con el nuevo coronavirus.

Por el momento los colegios permanecerán cerrados en la provincia. A nivel nacional, China informó el martes de 78 nuevos casos de covid-19, 74 de los cuales son de personas que llegaron del extranjero, lo que hace temer una nueva ola de infecciones. También se registraron siete fallecimientos, todos ellos en Wuhan, según el saldo oficial del Ministerio de Salud.

Ya se han detectado 427 casos importados en China. Casi todas las nuevas infecciones en suelo chino son de personas que regresan o vienen del extranjero, ahora que la epidemia parecía estar bajo control en el país. Muchas ciudades han adoptado reglas estrictas para poner en cuarentena a los recién llegados, como Pekín. Desde el lunes, todos los vuelos internacionales con destino a Pekín deben detenerse primero en otro aeropuerto chino, donde se somete a los pasajeros a pruebas médicas.

Las autoridades de Pekín anunciaron el martes que cualquier persona que llegue a la ciudad será sometida a una prueba de detección biológica a partir del miércoles. Con más de 80.000 casos y 3.277 muertos registrados oficialmente, China es el segundo país más afectado en el mundo por el nuevo coronavirus después de Italia.  ¿Cómo lo lograron? 

Wuhan, la ciudad en la que nació el virus, vivió esta pandemia desde el comienzo como si estuviera combatiendo la guerra. Con 11 millones de habitantes enclaustrados, este lugar se detuvo en el tiempo, dando a sus amplias avenidas un aire fantasmal. Cada microbarrio está bloqueado detrás de barricadas infranqueables construidas precipitadamente y vigiladas las 24 horas.

Las pocas personas que se aventuran al exterior deben pasar controles sanitarios y someterse a una toma de temperatura para regresar a sus hogares.  Un ejército de voluntarios de los comités de barrio -correa de transmisión de las órdenes del poder a nivel residencial- vela por el estricto cumplimiento de las medidas de confinamiento.Proveedores y vendedores abastecen estos enclaves urbanos haciendo pasar bolsas de productos alimenticios a los clientes al otro lado de las barreras. Y moverse dentro de la ciudad es una misión imposible. Importantes barreras móviles de plástico o de metal fueron colocadas en los cruces estratégicos. Pero el día en que las barreras de Wuhan caigan definitivamente no está ya lejos. La semana pasada, por primera vez desde enero, la ciudad donde se registró la inmensa mayoría de las muertes no informó de ninguna nueva infección por el coronavirus. Y eso en China ha traído un júbilo que no se vivía en años. 

Los casos, sin embargo, volvieron, lo cual hace temer a ese país que puede llegar una segunda ola. Sin embargo, hay un dato clave y es que la mayoría de nuevos pacientes vienen del extranjero, lo que permite concluir que las restricciones impuestas en el país son efectivas. Desde hace días, algunas restricciones en la circulación están empezando a relajarse. En los llamados barrios "sin riesgo epidémico", los habitantes pueden volver a desplazarse dentro de sus edificios, siempre que no se reagrupen. También se permitió el reinicio de las actividades de algunas empresas esenciales.

"No debemos permitir que se revierta la tendencia positiva obtenida mediante grandes esfuerzos", advirtió hace unos días el presidente chino Xi Jinping en una reunión del Partido Comunista de China (PCC). Para evitar que los viajeros procedentes del extranjero reactiven una epidemia que parece controlada, el Gobierno chino decidió imponer una cuarentena obligatoria a todas las personas que llegan al país. "Desde hace una semana el número de personas muertas en el resto del mundo es superior a los decesos en China". En Pekín, todos los viajeros son recluidos en hoteles de cuarentena, salvo las personas que viven solas, los menores y las mujeres embarazadas, que pueden cumplir el confinamiento en su domicilio. Pero China, que tardó en reaccionar cuando apareció el virus en diciembre, desea ahora prevenir el riesgo de una segunda ola proveniente del exterior, ayudando a los países más afectados por el nuevo coronavirus. "No debemos permitir que se revierta la tendencia positiva obtenida mediante grandes esfuerzos" China incluso ya está ayudando a otros países. Hace unos días entregó un millón de mascarillas a Francia, anunció el ministro francés de Relaciones Exteriores Jean-Yves Le Drian. En el primer avión que llegó a Francia con ese preciado cargamento también había trajes de protección y guantes médicos, precisó el embajador chino en París, Lu Shaye.

Lo mismo había hecho el país con España e Italia a quienes les ha enviado más de 2 millones de tapabocas. La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, agradeció el gesto de enviar una gran cantidad de suministro médicos. El material, además de los 2 millones de mascarillas quirúrgicas, incluye 200.000 mascarillas de tipo N-95 (que protegen de la contaminación) y 50.000 test de detección.

Italia, país europeo más golpeado, se beneficia desde hace semanas de material y de la presencia de expertos chinos. El lunes, el presidente Xi Jinping prometió al jefe del Gobierno italiano, Giuseppe Conte, en una conversación telefónica, que la ayuda china no va a cesar. Especialistas chinos también viajaron a países fuera de la Unión Europea, como Irán o Irak, y otros se desplazarán pronto a Serbia. Las autoridades sanitarias chinas comparten además su experiencia y aconsejan a través de videoconferencias.

El sector privado chino también participa en la campaña de ayuda. Alibaba, el gigante del comercio en línea, envió a través de su fundación, mascarillas a Francia, España e Italia. China intenta restaurar su imagen, dañada al comienzo de la pandemia, y manifestó su "indignación" después de que el presidente estadounidense Donald Trump calificara al nuevo coronavirus de "virus chino". La guerra que enfrenta el mundo

Las cuarentenas son el pan de cada día en el planeta. La lista de países que deciden confinar a sus ciudadanos crece cada día, el último de ellos fue el Reino Unido, pero pese a haber más de 1.800 millones de personas en el mundo sometidas a una gigantesca cuarentena, la pandemia del coronavirus sigue matando y avanzando de forma inexorable. "A partir de esta noche debo dar a los británicos una instrucción muy simple: deben quedarse en casa", anunció el primer ministro, Boris Johnson, confinando al país al menos tres semanas para frenar el coronavirus, que provocó en el Reino Unido 335 muertos y 6.650 casos confirmados, aunque los posibles infectados se estiman en al menos 55.000.  La pandemia "se acelera" de manera "desgarradora", pero se puede "cambiar su trayectoria", dijo el lunes la Organización Mundial de la Salud (OMS), pidiendo más pruebas de diagnóstico y más cuarentenas para ponerle freno. El nuevo coronavirus ha provocado más de 16.000 muertes en el mundo desde que surgió en diciembre en China, más de 10.000 de ellas en Europa. Además, más de 360.000 personas se han contagiado, según los casos diagnosticados, aunque la cifra real es sin duda mucho más alta.

Con 6.000 muertes, Italia es un espejo donde nadie quiere mirarse. Se registraron 600 muertos en las últimas 24 horas, un balance desolador, pero inferior a los registrados el sábado y el domingo. El país se aferra a estos datos y quiere creer que puede ser el inicio del retroceso de la pandemia. "Todavía no es el momento de cantar victoria, pero vemos una luz al final del túnel", comentó Giulio Gallera, responsable de Salud en el gobierno regional de Lombardía (norte). En Italia, en Francia y en otros países del mundo se han decretado medidas más estrictas para el confinamiento de la población, con el convencimiento de que son el mejor antídoto contra la pandemia. A quienes no respetan las restricciones se les amonesta, se les multa y en algunos países se les lleva a la cárcel."Ya basta", lanzó el primer ministro canadiense, indignado por la falta de civismo de algunos de sus compatriotas. 

Lo mismo ocurría en Bolivia, donde las autoridades mostraban su preocupación al ver que los ciudadanos seguían saliendo a la calle casi normalmente pese a la cuarentena decretada. "Si los bolivianos no tomamos en serio esto, no nos va a matar el virus, nos va a matar la estupidez", dijo el ministro boliviano de Obras Públicas, Iván Arias.

En América Latina, donde hay 4.900 infectados y 65 muertos, muchos países impusieron severas restricciones a la circulación. Cuba decidió aislar a todos los turistas en sus hoteles y México anunció el cierre a partir del lunes de museos, teatros, cines y zonas arqueológicas. Uruguay y Brasil acordaron cerrar sus pasos terrestres durante al menos 30 días y Chile empezó a aplicar toque de queda nocturno, sumándose a medidas similares en Bolivia, Perú y Ecuador. En Venezuela, la lucha contra la pandemia se convirtió en una batalla política y el presidente Nicolás Maduro y el líder opositor Juan Guaidó se enfrentaron por las cifras de contagiados en el país.

En España, segundo país más afectado en Europa por el covid-19 después de Italia, la epidemia no retrocede y el número de muertos ya supera los 2.000. De ese total, 462 se registraron en las últimas 24 horas, el día más mortífero desde que comenzó la epidemia. El gobierno repite que los días más duros están por venir. Las autoridades convirtieron una pista de hielo de un centro comercial en Madrid en morgue para almacenar cuerpos de fallecidos a causa del coronavirus. Por otra parte, la ministra de Defensa, Margarita Robles, anunció que el ejército había encontrado en residencias de ancianos "a mayores absolutamente abandonados, cuando no muertos en sus camas".

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lanzó un llamado "a un alto el fuego inmediato y global" para preservar a los civiles de los países en conflicto ante la pandemia por coronavirus. Siria reportó su primer caso de covid-19, en un país que ya ha sufrido diez años de guerra, y se han notificado contagios en otros lugares conflictivos como República Democrática del Congo y Afganistán. Uno a uno, los Estados parecen rendirse a la evidencia: esta crisis sanitaria será larga y la primera vacuna, según los grandes grupos farmacéuticos, no estará disponible antes de 12 o 18 meses. 

Estados Unidos, el otro polo contra el coronavirus Entre llamamientos a la unidad nacional, tuits vengadores y cálculos electorales, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, envía señales confusas, cuando no incomprensibles, a un país confrontado al rápido avance del coronavirus. Tras haber minimizado la amenaza sanitaria durante semanas, Trump se presentó primero como el presidente de un país "en guerra", antes de multiplicar los mensajes ambiguos sobre las restricciones impuestas para frenar la pandemia.  ¿Cómo lavarse las manos para protegerse del coronavirus?Coronavirus: 16 preguntas clave sobre la enfermedad En parte por su actitud, el país más rico del planeta ofrece un espectáculo de desunión. El gobierno federal y los estados no actúan juntos, y los demócratas y los republicanos no se ponen de acuerdo para aprobar un plan de estímulo económico de casi dos billones de dólares. La búsqueda de un equilibrio entre los objetivos sanitarios y la supervivencia económica del país es sin duda un debate legítimo, pero la forma en que el mandatario republicano cambia una y otra vez de rumbo desconcierta tanto a sus adversarios demócratas como a sus aliados. 

"No podemos dejar que el remedio sea peor que la enfermedad", escribió el domingo por la noche en uno de sus habituales tuits en mayúsculas. "Al final de este periodo de 15 días, ¡tomaremos una decisión sobre el rumbo que queremos tomar!", añadió Trump, sin dar indicaciones sobre lo que tiene previsto para las próximas semanas. La Casa Blanca presentó la semana pasada una serie de recomendaciones en un documento titulado "15 días para frenar la propagación" del virus.  Mientras tanto, las autoridades sanitarias repiten, por su parte, un mensaje sencillo: lo peor está por llegar en Estados Unidos y aún no es hora de aflojar los esfuerzos. Sin tratamiento médico a la vista, la única opción para vencer al coronavirus es mantener de forma duradera una restricción de los movimientos de los ciudadanos tan estricta como sea posible. Casi uno de cada tres estadounidenses se ve afectado por una medida de confinamiento decretada por el gobernador de su estado. 

Y aunque el retraso en el acceso a los test para detectar el coronavirus dificultó en un primer momento la evaluación de la pandemia en suelo estadounidense, ahora se sabe que su avance es alarmante. "Quiero que Estados Unidos lo entienda: esta semana la situación va a empeorar", avisó en el canal NBC el administrador de la salud pública, Jerome Adams, que instó a los ciudadanos a quedarse en sus casas.  Las incoherencias de Trump, que no parece dispuesto a interrumpir su campaña por la reelección, contrasta con la actitud del gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo. Con su calma, su claridad, su franqueza y su sentido de la pedagogía, éste se ha convertido en una figura clave de la lucha contra la pandemia en el país, más allá de su estado natal. Cuomo se negó a criticar los tuits nocturnos del presidente, pero defendió las decisiones drásticas tomadas en Nueva York para luchar contra el coronavirus, aunque reconoció que habrá que hacer ajustes en el futuro. "Soy consciente de que no es sostenible gestionar este estado o este país con una economía cerrada", explicó.

"¿Existe una estrategia de salud pública que sea más productiva, menos destructiva para la economía?", se preguntó Cuomo. "Creo que hay un punto en el que esas dos líneas se unen y hay que identificarlo". De momento, Trump, que habla casi a diario y sin ninguna base científica del inminente hallazgo de un tratamiento, sigue en sus trece. Ante esta crisis sanitaria sin precedentes en la historia política moderna, ¿se le ocurrió consultar a sus predecesores como hicieron ellos durante catástrofes naturales?

La respuesta es no. "Creo que hacemos un trabajo extraordinario (...) No creo que aprendiera muchas cosas", declaró el 45º presidente de Estados Unidos. Para David Axelrod, exasesor del demócrata Barack Obama, las incoherencias a las que su país asiste cada día durante las ruedas de prensa presidenciales suscitan dudas. "Es difícil no sacar una conclusión aterradora de ese espectáculo: tenemos un enorme reto ante nosotros y un presidente minúsculo".  *Con información de AFP y fotos de AFP y AP