Japón, que actúa actualmente como país presidente del G7, es el único integrante del grupo que no reconoce las uniones del mismo sexo. Antes de la próxima cumbre del bloque en mayo, el gobierno japonés enfrenta presiones para aumentar la protección legal de su población LGBTIaQ.
Un despido
El tema cobró relieve este mes luego de que el primer ministro, Fumio Kishida, despidió a un asesor que declaró que “ni siquiera quiero ver” parejas casadas del mismo sexo.
Kishida calificó la declaración como “indignante” e “incompatible” con la sociedad inclusiva que quiere el gobierno.
Pero Japón carece de una ley contra la discriminación de las personas LGTBQ y, aunque las encuestas muestran un apoyo público a la igualdad matrimonial y otros derechos, los ministros mantienen una actitud prudente.
“Es una vergüenza que Japón, como presidente del G7, esté en esta situación”, declaró Akira Nishiyama, del grupo de derechos LGBTQ J-ALL.
Nishiyama considera “vergonzoso” que Japón carezca de disposiciones legales para la comunidad LGBTQ, pese a que el año pasado Kishida ya había firmado un compromiso con el G7 para asegurar la igualdad de oportunidades y protecciones independientemente de la sexualidad o identidad de género.
Obstáculos a las leyes antidiscriminación
El Parlamento discute un proyecto de ley que promueve el “comprensión” de los temas LGTBQ.
Discutido inicialmente en 2015, el proyecto generó interés antes de los Juegos de Tokio, en 2021, pero su aprobación fue impedida por miembros conservadores del gobernante Partido Liberal Democrático, PLD.
Algunos califican esa ley de comprensión como un “primer paso para la sociedad, pero es una especie de acuerdo. No quiero negociar los derechos humanos... Necesitamos una ley que los proteja”, afirma Gon Matsunaka, líder de Pride House Tokyo.
Una sociedad más avanzada que el gobierno
El gobierno quiere mostrar avances antes de la cumbre del G7 en mayo.
La semana pasada, Jessica Stern, enviada de Washington para los derechos LGBTQ, acordó con el líder del partido Komeito, socio del PLD en la coalición de gobierno, que la ley sea aprobada antes de la cumbre.
“Es importante que terminemos con el sufrimiento y creemos una sociedad en la que gente diversa pueda coexistir y vivir en dignidad”, declaró tras la cita Natsuo Yamaguchi, líder de Komeito.
La sociedad parece haber avanzado más que el gobierno. Una encuesta de la agencia Kyodo News determinó esta semana que 64% de los consultados consideran que Japón debe reconocer los matrimonios del mismo sexo y 25% lo rechaza.
Otras encuestas han mostrado un apoyo similar y decenas de grandes municipios, incluyendo Tokio, ofrecen certificados de asociación que permiten a las parejas del mismo sexo ser tratadas como un matrimonio en temas como vivienda, salud y asistencia social.
Muchas grandes empresas japonesas también ofrecen los mismos beneficios familiares a sus empleados LGBTQ y heterosexuales.
Muchos activistas han intentado presionar a los legisladores en los tribunales, al argumentar que la prohibición del matrimonio homosexual viola la constitución, pero los veredictos han sido contradictorios.
Un continente conservador
Lo de Japón no es una excepción en Asia, donde solo Taiwán tiene igualdad matrimonial.
Kishida ha dicho que el matrimonio del mismo sexo “cambiará a la sociedad”, por lo que los legisladores deben ser “extremadamente cuidadosos al considerar el tema”.
Comparado con otros miembros derechistas de su partido, las opiniones de Kishida son “relativamente moderadas”, según James Brady, vicepresidente de la consultora internacional Teneo.
Los esfuerzos de diversidad del PLD tienen motivos económicos y están “limitados por los valores tradicionales de cómo debe verse la sociedad japonesa y qué papeles deben tener las personas”, indicó.
El matrimonio homosexual tiene pocas posibilidades de entrar pronto a la agenda, según Hiroyuki Taniguchi, profesor de derecho humanitario en la Universidad Aoyama Gakuin.
Pero el “impulso está creciendo y es posible que algo cambie”, como incluir a las parejas del mismo sexo en marcos legales como las jubilaciones”, dijo el docente.
Aún así, Taniguchi advirtió que el impulso se podría perder si no hay avances antes de la cumbre del G7.
“Si no hay cambios en este plazo, es posible que vuelva el desinterés social”, vaticinó. “Japón necesita cumplir sus promesas”, concluyó.
Con información de AFP