En las últimas horas, el gobierno de Cuba expresó su “rechazo categórico” a la presencia “provocadora”, entre el 5 y 8 de julio, de un “submarino de propulsión nuclear” estadounidense en la base naval norteamericana de Guantánamo en el este de la isla.
La cancillería cubana “rechaza categóricamente el ingreso en la bahía de Guantánamo, el 5 de julio de 2023, de un submarino de propulsión nuclear que permaneció hasta el 8 de julio en la base militar estadounidense”, dijo la dependencia en un comunicado. La cartera de exteriores alertó también sobre el peligro que representa la presencia y circulación de submarinos nucleares de las fuerzas armadas estadounidenses en la región del Caribe.
“La base militar estadounidense ha ocupado ese territorio de 117 kilómetros cuadrados durante 121 años, en contra de la voluntad del pueblo cubano y como remanente colonial de la ocupación militar ilegítima de nuestro país iniciada en 1898, tras la intervención expansionista en Cuba”, dice el comunicado.
La denuncia ocurre tras el acercamiento político de los últimos meses entre La Habana y Moscú, y el reciente anuncio de desarrollar proyectos conjuntos en varios ámbitos, incluido el “campo técnico-militar”. También se produce luego de que Washington dijera que China ha estado operando una unidad de espionaje en Cuba durante años y que la actualizó en 2019, lo que fue desmentido por el gobierno de la isla.
Por su parte, el Ministerio consideró que se trata de una “escalada provocadora de Estados Unidos, cuyos motivos políticos o estratégicos se desconocen (...). Su permanencia solo responde al objetivo político de pretender ultrajar los derechos soberanos de Cuba”, dice el comunicado.
El Minrex, como es llamada la cartera en Cuba, aseguró que Estados Unidos ha establecido más de 70 bases militares en la región, con diversos grados de permanencia, además de otras formas operativas, como una amenaza a la soberanía e intereses de los pueblos latinoamericanos y caribeños.
En octubre de 1962, el mundo vivió un momento de máxima tensión, después de que Estados Unidos denunciara la presencia de cohetes atómicos en Cuba, instalados por la Unión Soviética. Washington impuso entonces un bloqueo total contra la isla que se tradujo en severas sanciones económicas, vigentes hasta el día de hoy.
Cuba ha exigido reiteradamente la devolución de los 117 kilómetros donde se encuentra la base, tomados por Estados Unidos desde 1898, después de su guerra de independencia contra España.
Desde 2002, Estados Unidos ha utilizado esta base como una cárcel para detenidos de la “guerra contra el terrorismo” que libró tras los atentados de septiembre de 2001.
De acuerdo con un reporte reciente de la relatora especial para los derechos humanos y la lucha antiterrorista de la ONU, Fionnuala Ní Aoláin, de los 800 presos que llegó a albergar, aún quedan 30, que son objeto de un trato “cruel, inhumano y degradante”.
La cárcel estuvo en el foco de mira de la comunidad internacional por las supuestas violaciones de los derechos humanos, detenciones ilegales y tortura que se habrían llevado a cabo en ella.
El mes pasado, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, afirmó que durante su reciente visita a Pekín advirtió a los líderes chinos de la “profunda preocupación” de Estados Unidos ante informaciones sobre sus presuntas actividades de inteligencia en Cuba.
“Dejé muy claro que sentiríamos profunda preocupación ante actividades militares o de inteligencia de la República Popular China en Cuba”, declaró el jefe de la diplomacia estadounidense en rueda de prensa en Londres. “Esto es algo que vamos a vigilar muy, muy de cerca, y hemos sido muy claros al respecto”, añadió al llegar a la capital británica tras su viaje a Pekín. “Protegeremos nuestra patria, protegeremos nuestros intereses”, insistió.
Con información de AFP*