Hubo un momento que destacó durante la conferencia de prensa del canciller alemán Olaf Scholz y el presidente estadounidense Joe Biden a principios de esta semana. Al ser preguntados por el controvertido gasoducto Nord Stream 2 que une a Rusia y Alemania, fue Biden, y no Scholz, quien dejó claro que el proyecto se cerraría si Rusia se atreve a invadir Ucrania.
Scholz mantiene sus opciones abiertas, aunque los dos subrayaron que Alemania y Estados Unidos seguirán coordinándose y actuando juntos. Su mensaje al Kremlin: Estados Unidos, Alemania y Europa hablan con una sola voz. Sin embargo, en el fondo, se plantea la cuestión de lo que Estados Unidos puede esperar realmente de Alemania, su estrecho socio y aliado, cuando se trata de Ucrania.
“Alemania nunca ha sido un socio fácil”
Cuando Ucrania solicitó recientemente el envío de armas de Occidente para equipar mejor a su Ejército, cuyo número de tropas es eclipsado por el de Rusia, el ministro de Defensa alemán ofreció en cambio 5.000 cascos. La propuesta fue ridiculizada y levantó algunas cejas en Estados Unidos y otros países. En lugar de las armas, Alemania quiere confiar en la diplomacia. Pero eso solo no será suficiente, opina la Casa Blanca.
Lo que está claro es que Alemania tiene históricas reservas a la hora de suministrar armas a zonas de crisis. Esta moderación no puede sorprender a Estados Unidos. Sin embargo, Washington ha exigido una y otra vez que Berlín adopte una política más dura hacia Rusia y China. No obstante, Alemania se ha mostrado reticente, tanto con la anterior líder, Angela Merkel, como con el actual canciller, Olaf Scholz.
La reticencia de Alemania también tiene que ver con su sistema político, opina Constanze Stelzenmüller, experta en política transatlántica de la Brookings Institution, con sede en Washington. “Alemania nunca ha sido un socio fácil”, dice. El hecho de que Scholz gobierne en una coalición tripartita históricamente única, formada por los socialdemócratas del SPD (de centroizquierda), los Verdes y el neoliberal FDP, no lo hace más fácil, añade. “Es difícil de explicar a la gente que vive en democracias presidenciales como Francia y Estados Unidos, pero un canciller alemán tiene comparativamente menos poder”, explica. Además, como nación exportadora, Alemania depende de los mercados de China y Rusia, especialmente en lo que respecta a las exportaciones “típicamente alemanas” de la industria pesada.
Sophia Besch, experta en política exterior alemana del think tank Atlantic Council, considera que Alemania es una voz influyente en Europa, también en lo que respecta a Ucrania. Sin embargo, atribuye el enfoque de Berlín en la diplomacia a sus intereses económicos: “Sobre todo, porque el país sufriría las sanciones económicas, en caso de llegar a eso”, reconoce Besch, refiriéndose a las posibles medidas contra el Kremlin y a la estrecha relación entre la economía alemana y la rusa.
Además, Alemania tiene la experiencia de años de mediación diplomática con Rusia, incluidas las conversaciones del formato de Normandía y las negociaciones en torno al acuerdo de Minsk.
Estados Unidos puede permitirse una ruptura con Rusia
La economía estadounidense se estructura de manera diferente a la alemana, y los diplomáticos estadounidenses tienen otras prioridades. EE. UU. tiene un gran superávit comercial, especialmente con China. Alemania, en cambio, depende de estos mercados y puede permitirse menos una ruptura diplomática. Además, consideraciones históricas y morales han marcado la política exterior alemana en la posguerra.
Estados Unidos, y por extensión Ucrania, no pueden contar con más armas o soldados de Alemania. Los 350 soldados enviados a Lituania hace unos días fueron un esfuerzo meramente simbólico, al igual que la promesa de 5.000 cascos. Scholz viaja a Moscú este martes (15.02.2022) para una nueva ronda de diplomacia itinerante con el presidente ruso Vladímir Putin, pero en Washington hay dudas sobre si conseguirá algo.
En sus evaluaciones casi diarias, la CIA y el Pentágono han advertido que un ataque ruso es inminente. Mientras tanto, en el Congreso, el tema de las sanciones ha sido objeto de un apasionado debate: el Partido Republicano preferiría imponerlas ya, independientemente de que los soldados rusos crucen o no la frontera con Ucrania.
Equilibrio diplomático
El papel de Alemania en este conflicto se ha convertido en una elección básica entre diplomacia o disuasión. A ambos lados del Atlántico sigue existiendo la esperanza de que pueda alcanzarse una solución diplomática, quizás en forma de una reactivación del acuerdo de paz de Minsk de 2015, resume Besch. Pero, desde la perspectiva de Estados Unidos, Putin solo entiende el lenguaje de la disuasión. Esto incluye sanciones económicas y, si es necesario, el fin del gasoducto Nord Stream 2.
“Por supuesto, Alemania corre el riesgo de disputas legales e incumplimientos de contrato que podrían surgir como resultado”, dice Fiona Hill exdirectora del Consejo de Seguridad Nacional de EE. UU. Y aconseja al Gobierno de EE. UU. que no presione demasiado a Alemania, como hizo el presidente Trump en su momento, cuando “lo que realmente necesitamos es una unidad absoluta”.