Es la tercera vez en menos de cuatro años que los españoles van a las urnas. La inestabilidad política, el auge del separatismo, los nuevos partidos y la desconfianza en el Gobierno, son las causas principales de la poca gobernabilidad que ha tenido Pedro Sánchez, cabeza del partido Psoe, en los últimos meses. Le puede interesar: Un caso más para la estupidez humana En una jugada desesperada, el mandatario adelantó las elecciones para este domingo 28 de abril después de que el Parlamento español rechazó su presupuesto anual y lo dejó sin dinero para ejecutar su plan de gobierno. Sin plata y sin aliados, Pedro Sánchez espera obtener mayorías entre los parlamentarios en estas nuevas elecciones y generar alianzas con otros partidos que le permitan gobernar con más solidez. A continuación cuatro puntos fundamentales para entender qué está en juego en estos nuevos comicios. 1. ¿Por qué adelantar las elecciones?   La razón de peso por la que Pedro Sánchez decidió adelantar las elecciones es por el presupuesto nacional. En términos sencillos, sin dinero no hay Gobierno. A comienzos de febrero de este año el Parlamento rechazó su presupuesto anual y lo dejó maniatado. Además, empezaron a rondar los comentarios sobre la ilegitimidad de su presidencia. Pues hay que recordar que Sánchez se convirtió en presidente en junio del año pasado a causa de una moción de censura contra el entonces presidente del Gobierno español Mariano Rajoy. Por lo que se esperaba que su mandato solo durara hasta que las querellas políticas se resolvieran y pudieran convocar nuevas elecciones. Con ese panorama de inestabilidad y con las dudas sobre su legitimidad, Sánchez no pudo esperar a las elecciones de 2020, como estaba planeado. En cambio, tuvo que adelantarlas para este 28 de abril. Todo esto con el fin de obtener más dinero para su Gobierno y blindarse con legitimidad popular. Algo así como la típica jugada de “dejemos que la gente escoja”. Una jugada que, en su caso, podría ponerlo en jaque.

Pedro Sánchez  2. ¿Qué está en riesgo? Como se mencionó atrás, parte de las dificultades que ha tenido Pedro Sánchez para gobernar es el surgimiento de nuevos partidos políticos opositores a su Gobierno y populares entre nuevas clases de votantes. Adelantar las elecciones pone al presidente en una situación muy difícil, porque implica mover hilos, reforzar la maquinaria política y ganar adeptos en un tiempo récord, para que esos partidos no le cojan ventaja. Según las últimas encuestas, ningún partido obtendrá escaños suficientes para formar un Gobierno en solitario o triunfar aplastantemente, todo apunta en cambio a que el Congreso quedará profundamente fragmentado. Ahora, es cierto que los socialistas del Psoe, el partido de Pedro Sánchez, puntean en todos los sondeos con cerca del 30 por ciento en intención de voto. Sin embargo, todo parece indicar que el mandatario ha creado alianzas con otros partidos de izquierda, como Podemos, para salvar su presidencia. Esto significa que el Psoe pierde fuerza, en términos reales, a cambio de consensos con otros líderes de Gobierno para que lo apoyen. Sánchez ya no tendrá que responder solo por su partido sino también, de alguna u otra manera, por aquellos que lo respalden este domingo. Ningún favor es gratuito. Le sugerimos: Huelga feminista y cientos de marchas en toda España por el Día de la Mujer El otro riesgo es que las encuestas se equivoquen y no contemplen con suficiencia un margen de error de los votos “flexibles”. Es decir, de esos 8 millones de españoles que todavía hoy no están seguros de por quién votarán y que no se identifican con la izquierda ni con la derecha. Ellos podrían ser los que realmente decidan estos comicios y cambien los pronósticos. El País de España cree que la coalición de izquierda obtendrá cerca de 135 diputados (eso si las alianzas sí se consolidan, porque de quedarse sin “amigos” el Psoe lograría solo 129 escaños). Para escoger presidente y gobernar son necesarios 176 escaños, de ahí la ansiedad por las alianzas. Hasta ahora ninguno alcanza ese número individualmente. 3. ¿Qué partidos podrían dar una sorpresa?   Hasta ahora las encuestas han sido más o menos homogéneas en sus pronósticos. El Psoe ganará, aunque no abrumadoramente; el clásico Partido Popular (PP) de derecha lo seguirá con cerca de 78 escaños y Ciudadanos, también de derecha, pero renovada, será el tercer poder entre los diputados. Hasta ahí no hay sorpresas y la política de la España contemporánea sigue siendo igual. No obstante, en todo ese panorama hay nuevos jugadores que traen bajo la manga millones de votantes. La llegada de VOX  a la política española es un ejemplo de eso. El partido se formó en 2013 y tuvo representación parlamentaria en 2018. Esa es la primera vez en la historia de España, desde que vive en democracia, que un partido de extrema derecha consigue un cupo legislativo. Este hecho marcó un hito en la fragmentación política que vive el país. PP y Psoe perdieron las cuerdas con las que se sostenían tan seguros y el eterno bipartidismo tuvo que lidiar con personajes inesperados. Santiago Abascal, el polémico líder de Vox, es uno de ellos. Abascal llegó a repartirse la torta de la derecha con el PP, pero sus comentarios misóginos, racistas, xenófobos y violentos generan mucha polarización entre la misma bancada de derecha. Leer: En España Pablo Casado está jugando con la semilla del fascismo Pero entre los votantes, VOX crece cada vez más. Aunque todavía aparece de quinto en las encuestas, tiene seguidores fieles que se sentían excluidos de la política tradicional y encontraron en la ultraderecha un refugio. Abascal ha confesado que sigue al pie de la letra el libreto de Bolsonaro y Trump en redes sociales para conseguir adeptos. Con eso en mente, no es improbable que existan cientos de miles de votantes “vergonzantes” que niegan su voto verdadero. Y si a ellos se unen algunos millones de “indecisos” la ultraderecha podría dar un golpe mortal a la permanencia del presidente.  

Esta encuesta realizada y publicada por el periódico el País de España puede encontrarse completa en el siguiente link: https://elpais.com/politica/2019/04/22/actualidad/1555940844_489242.html 4. ¿Y si ninguno alcanza mayorías absolutas? Ese escenario, que muchos consideran improbable, llevaría a escoger un camino entre varios posibles. Una opción es convocar nuevas elecciones populares para que algún partido alcance mayorías absolutas en el Parlamento. Sin embargo, por la experiencia agridulce que España tuvo con la moción de censura hacia Rajoy, esa sería una opción que la mayoría de partidos evitaría. Pues otras elecciones implican un gasto monumental para el Estado y un desgaste civil tremendo, a cambio de resultados estáticos que no transforman en nada la situación de las primeras elecciones. Si los partidos se decantan por esa opción, sin hacer alianzas, podrían terminar en un espiral de elecciones sin ganadores y dejar al país sin Gobierno por meses o incluso años, como sucedió en Bélgica un tiempo atrás. En contexto: Reclamo de AMLO a España abre debate sobre cómo enseñan la historia de la conquista española en México El otro camino va por el lado de las alianzas. Ahí los partidos hacen coaliciones con otros ideológicamente similares (aunque ha pasado que se unen algunos radicalmente diferentes) y se van a elecciones en el Parlamento. Con un Congreso más sólido, el líder de Gobierno tiene más maniobrabilidad política y puede ejecutar más proyectos. El lado negativo de esta opción es que los votantes se pueden sentir defraudados en caso de que el partido por el que votaron termine haciendo alianzas con uno con el que no se sientan a gusto. Algunos ciudadanos han advertido que esa opción es meterle un “mico” a la democracia. Además, de nuevo, las alianzas vienen acompañadas con favores políticos, como dar puestos ministeriales, ceder en los programas de gobierno, recibir coimas y presiones y, en el peor escenario, dejar al mandatario como un títere que se dedica a pagar favores durante todo su mandato.    Por todas estas razones las elecciones del domingo son fundamentales para la democracia española y sobre todo pueden demostrar un punto de quiebre con la manera tradicional de hacer política, si los resultados terminan siendo los más inesperados.