Hasta ahora, Cuba ha tenido bien controlada la pandemia de coronavirus. Desde hace unos días, el país caribeño viene reportando nuevamente un número creciente de infecciones. En consecuencia, el Gobierno reactivó las medidas de confinamiento en La Habana, la capital, a inicios de la semana pasada. Los bares y restaurantes han vuelto a cerrar, se ha suspendido el transporte público y se han cerrado las playas. La solución más duradera depende de que se consiga una vacuna segura y eficaz contra el coronavirus que produce la pandemia que estamos viviendo, el SARS-CoV-2. El director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud de Cuba, el Dr. Francisco Durán, anunció el pasado martes que su país también está trabajando en una vacuna contra el coronavirus.
"Lograr una vacuna efectiva contra el COVID-19 es una prioridad para todo nuestro sistema de ciencia e innovación en BioCubaFarma. Hoy vemos en el Instituto Finlay cómo se ha avanzado con solidez y de forma acelerada en este proyecto", agregó Eduardo Martínez, presidente de la empresa cubana de biotecnología BioCubaFarma, vía Twitter.
Cuba tiene mucha experiencia en desarrollo y producción de vacunas El Instituto Finlay es un centro científico gubernamental en La Habana dedicado a la investigación y fabricación de vacunas. Allí, en el Centro de Inmunología Molecular (CIM) y en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), científicos cubanos trabajan actualmente en cuatro posibles vacunas. Según la prensa estatal, una de ellas está ya muy avanzada en sus pruebas de ensayos. "Dada la incertidumbre de la pandemia en el mundo, tenemos dos prioridades: la capacidad de diagnóstico rápido y masivo, que permita la vigilancia epidemiológica; y el desarrollo de vacunas específicas, que contribuyan al control de la enfermedad en nuestro país", dijo Rolando Pérez, director de Ciencia e Innovación en BioCubaFarma, en una transmisión especial de la TV cubana. Aunque no dio más detalles.
La investigación cubana se concentra en "las vacunas basadas en partículas semejantes al virus, que tienen ventajas en cuanto a la capacidad de potenciar y activar el sistema immune", y para las que los científicos cubanos disponen de plataformas a partir de las cuales avanzar en nuevos desarrollos, explicó el director de Investigaciónes Biomédicas del CIGB, Gerardo Guillén, en una conferencia de prensa en junio pasado.
Omnipresente en público: la mascarilla para reducir el riesgo de propagación del coronavirus. Los cubanos la llaman “nasobuco” y la producen sobre todo artesanalmente. Las autoridades piden usarla siempre y bien. Como novedad, agregó Guillén, los cubanos trabajan en una "plataforma de administración nasal, que es algo que en el mundo está poco explotado y se investiga poco". Para ilustrar, citó una vacuna terapéutica desarrollada en Cuba contra la hepatitis B crónica, que fue la primera en el mundo en administrarse por vía nasal contra una enfermedad infecciosa crónica. "Y ahora que estamos hablando de una enfermedad respiratoria (covid-19), creemos que una plataforma de inmunización por la vía mucosa lógicamente tendrá un mayor impacto en lograr una respuesta funcional, efectiva contra este virus", argumentó. Según Guillén, Cuba tiene proyectos de investigación conjuntos con la UE y con China. A diferencia de muchos otros países en desarrollo, Cuba tiene una poderosa división de biotecnología y sus propios laboratorios. La experiencia de la biotecnología cubana en el desarrollo de vacunas es útil para el desarrollo de vacunas contra el SARS-CoV-2. Y hace que el país sea interesante para proyectos de colaboración. "Cuba produce casi el 80 % de las vacunas que consume el Programa Nacional de Inmunización", ha dicho a la prensa internacional el director de la Organización Panamericana de la Salud en la isla, el chileno José Moya. Así que la isla tiene "capacidad de producción de vacunas". Cuenta con el Instituto Finlay y "hay un gran área de innovación tecnológica", recordó.
"Tenemos que ser realistas" Según informes, Cuba es uno de los países que podría colaborar en la producción de la vacuna Sputnik V, desarrollada por científicos rusos. El anuncio de la vacuna rusa causó sensación la semana pasada y fue recibida con mucho escepticismo y críticas, por haberse saltado la fase III de ensayos clínicos para su aprobación. Nada indica, sin embargo, que Cuba intentará saltarse pasos o fases en este proceso de aprobación, puesto que La Habana acostumbra a adherirse estrictamente a las directrices de la OMS. "Cuba tiene una excelente capacidad de producción de vacunas. Estamos discutiendo el inicio de la producción con varias empresas cubanas. Creemos que Cuba puede convertirse en uno de los centros claves para la producción de vacunas", dijo Kirill Dmitriev, director del fondo estatal ruso Russian Direct Investment Fund (RDIF ), que financió el proyecto de vacunación del laboratorio ruso Gamaleya, en una videoconferencia de prensa.
Según Dmitriev, la producción de la vacuna rusa en Cuba podría comenzar en noviembre "si trabajamos bien con el Gobierno y las empresas cubanas". Pero aún hay detalles por aclarar. A pesar del anuncio de una vacuna rusa y de todos los avances en la investigación, no dispondremos tan pronto, masivamente, de una vacuna que funcione, advierte el principal epidemiólogo de la isla, el Dr. Durán. "Hay que ser realistas", dice e insiste en que, actualmente, la única protección eficaz contra las infecciones es llevar una mascarilla y respetar las normas de higiene y distancia física con otras personas: "de momento lo que tenemos es protección, distanciamiento, nasobuco, soluciones desinfectantes."