El Gobierno americano recibió apoyo del mismísimo Walt Disney, que viajó al Brasil y adoptó a José Carioca, un personaje creado por un caricaturista brasileño, y se valió del loro para que el público del país conociera al Pato Donald. Todo comenzó en 1940, cuando Nelson Rockefeller sugirió la idea de que miembros prominentes de Hollywood visitaran varios países de América Latina para infundir temas latinoamericanos en sus películas. La estrategia formaba parte del programa Buenos Vecinos, pero tenía un trasfondo político. La motivación surgió ante la influencia nazi en América del Sur y la intención consistió en generar buena voluntad entre las Américas, pues la mayoría de intentos previos habían fracasado e, incluso, habían logrado el efecto contrario.
Esta vez, Nelson Rockefeller, gran conocedor del idioma español y cercano a la cultura latina por sus inversiones en minas en esta región fue quien sugirió el nombre de Walt Disney como el más indicado para convertir al resto del continente a la causa gringa. Al principio, Disney rechazó la idea argumentando que no era bueno para estrechar manos, pero cambió de parecer cuando se le sugirió que el viaje podría ser una gran oportunidad para ampliar el mercado de sus películas, que estaba en crisis por la guerra en Europa y por una huelga de animadores en California.
De modo que Disney viajó desde el sur de California a Brasil en 1941 con una doble intención: buscar material para sus futuras películas y ayudar a sofocar la incipiente simpatía nazi. Era propaganda de guerra pero con el mejor marketing USA.
A su llegada a Rio de Janeiro, el 17 de agosto de 1941, Disney se dedicó a lo suyo. En lugar de visitar la embajada de Estados Unidos se puso a investigar ideas para sus películas. No tardó mucho en descubrir a un loro brasileño muy arraigado en la cultura local. Enseguida pensó que crear un personaje basado en el “papagaio” era la decisión correcta y que el loro debía ser coprotagonista del Pato Donald. Pero cuando Disney conoció a José Carlos de Brito (J. Carlos) el dibujante que había creado al loro, a quien bautizó con el nombre de José ´Zé´ Carioca, le compró los derechos. En 1942 introdujo al personaje en la película Saludos amigos, en la que comparte protagonismo con el mismísimo Pato Donald. La revista Time en su época describió a Carioca como un loro tan apuesto que era superior al Pato Donald. De este viaje a Brasil, también surge la idea de que Carmen Miranda, la famosa actriz brasileña, fuera llevada a Hollywood.
El siguiente destino de Walt fue Argentina. Después de Buenos Aires, él y el grupo que lo acompañó a la gira, se dividió en cuatro y cada uno partió a explorar otros sitios de América del Sur entre los que estaban Bolivia y Perú. El 29 de septiembre todos se congregaron en Santiago de Chile para abordar, días más tarde, el barco Santa Clara que los llevaría de vuelta a casa.
De la gira todos sacaron provecho. Disney logró hacer dos películas y recibir un baño de popularidad en las diversas reuniones con funcionarios del Gobierno, dignatarios, presidentes, personalidades de la radio, artistas, cineastas y reporteros. En Belém do Pará cientos de niños de la escuela estuvieron allí para saludarlo. “Es posible que no supieran quién era el presidente de su propio país”, diría Bill Cottrell, cuñado de Walt, “pero todos conocían a Walt Disney”. Tuvo enfrente suyo a innumerables cámaras y micrófonos y firmó cientos de autógrafos. Sobra decir que las películas Saludos amigos (1942) y Los tres caballeros (1944) fueron bien recibidas tanto por la crítica como por el público.
El Gobierno también logró su cometido. Hasta enero de 1942 Brasil fue un país neutral. Dejó de serlo cuando se reunieron los ministros de Relaciones Exteriores de las repúblicas americanas en Río de Janeiro para expresar su solidaridad con Estados Unidos por la destrucción de la flota naval americana en Pearl Harbor y acordaron romper relaciones diplomáticas con los países del Eje, Alemania, Italia y Japón. Para ese momento ya Walt Disney había estado en Brasil y había abonado el terreno para la reunión de Río.