Derek Chauvin, el expolicía blanco condenado este martes 20 de abril en Estados Unidos por matar al afroestadounidense George Floyd durante un arresto, tenía un historial de uso excesivo de la fuerza antes de este caso, que la fiscalía tildó de “abuso de autoridad impactante”.
Chauvin se arrodilló sobre el cuello de Floyd, de 46 años, durante más de nueve minutos en una calle de Minneapolis el 25 de mayo de 2020, a pesar de las súplicas del detenido y las de los transeúntes conmocionados que registraron en video la agonía del hombre.
La muerte de Floyd, detenido por supuestamente comprar cigarrillos con un billete de 20 dólares falso, conmocionó a Estados Unidos y el mundo, provocando masivas protestas contra la injusticia racial y la brutalidad policial.
Durante el juicio de tres semanas, el abogado de Chauvin, Eric Nelson, dijo que su cliente “exudaba una actitud calmada y profesional” al detener a Floyd, y trató de convencer al jurado de que “no usó fuerza ilegal a propósito”, sino que actuó según su entrenamiento.
Sin embargo, la fiscalía argumentó, con éxito, que Chauvin había usado fuerza excesiva, no solo con Floyd, sino con otras personas a las que arrestó durante sus 19 años de carrera en la fuerza.
En los alegatos finales del lunes, el fiscal Steve Schleicher describió las acciones de Chauvin como un “abuso de autoridad impactante”.
22 demandas
Quienes conocen a Chauvin dijeron que usaba más fuerza de la necesaria en sus detenciones.
La fiscalía exhibió varios ejemplos de su “modus operandi”, incluido el caso de Zoya Code, una joven negra arrestada en 2017 acusada de violencia por su madre.
“Se apoyó en mi cuello”, dijo Code recientemente sobre Chauvin. Frustrada y molesta, lo desafió a presionar más fuerte. “Entonces lo hizo. Solo para callarme”, contó.
Andre Balian, un instructor de kung fu que entrenó con Chauvin hace unos 20 años, dijo que “no había forma” de que el expolicía no se diera cuenta del daño que hacía o era capaz de hacer. En una entrevista con AFP en junio pasado, Balian recordó a Chauvin como un “imbécil”.
Se han filtrado pocos detalles sobre Chauvin, pero excolegas, bajo condición de anonimato, esbozaron en los medios el retrato de un hombre silencioso, inflexible y adicto al trabajo, que a menudo patrullaba los barrios difíciles.
Su compromiso le valió cuatro medallas a lo largo de su carrera. También acumuló 22 demandas e investigaciones internas, según un registro público que no incluye los detalles.
Solo una de estas quejas, presentada por una mujer blanca a la que había sacado violentamente de su automóvil en 2007 por exceso de velocidad a pesar del llanto de su bebé, fue seguida de una carta de reprimenda.
Trabajaron juntos
Las noches de los fines de semana, Chauvin trabajó durante mucho tiempo en la seguridad de un club nocturno de Minneapolis, llamado El Nuevo Rodeo, donde sus métodos de mano dura también dejaron un amargo recuerdo.
La expropietaria Maya Santamaría habló en la prensa de un hombre “un poco racista” que hacía un uso generoso de gases lacrimógenos ante el menor incidente.
Coincidencialmente, Floyd trabajó como portero en el mismo establecimiento, pero no se sabe si alguna vez coincidieron.
Solitario en el trabajo, Chauvin se había casado en 2010 con una refugiada de Laos. En mayo pasado, ella pidió el divorcio.
Desde entonces, un tribunal abrió una demanda por fraude fiscal contra la pareja y, en noviembre, un juez rechazó su acuerdo de divorcio, que pedía que todas sus propiedades fueran transferidas a su esposa, Kelly Xing-Chauvin.
Ese arreglo habría protegido los fondos si se le hubiera ordenado a Chauvin pagar daños significativos.
Además del proceso penal ahora concluido, el expolicía fue objeto de demandas civiles por parte de la familia de Floyd, que culminaron en marzo en un acuerdo según el cual la ciudad de Minneapolis les pagó 27 millones de dólares a los familiares del afroestadounidense.
Poca emoción
Chauvin, de 45 años, tuvo la oportunidad de testificar en su propia defensa, pero se negó, invocando su derecho constitucional contra la autoincriminación.
Sin embargo, libre bajo fianza, asistió todos los días al juicio y a menudo tomaba notas en un bloc de hojas amarillas. El asiento detrás suyo, reservado para sus familiares, solía estar vacío, en tanto los parientes de Floyd se turnaron para ir durante todo el juicio.
Cuando se leyó el veredicto, Chauvin, vestido con su habitual chaqueta gris, no mostró mucha emoción, a excepción de sus ojos, que estaban cada vez más agitados cuando fue declarado culpable de cada uno de los tres cargos en su contra: asesinato en segundo y tercer grado, así como homicidio involuntario en segundo grado.
Chauvin fue inmediatamente esposado y encarcelado tras el anuncio del veredicto y aguarda ahora la sentencia.
Con información de AFP