La desaprobación de las instituciones gubernamentales en Perú sigue en constante ascenso, generando un clima de zozobra en su población, y llegando a niveles realmente preocupantes, según recientes informes revelados por empresas encargadas a la realización de mediciones y sondeos en ese país.
Sumado a los bajos niveles de popularidad y aceptación que ha alcanzado el presidente Pedro Castillo Terrones, en una gestión que muchos califican de “insuficiente” debido a la ‘incapacidad’ del funcionario, abonado además por escándalos de corrupción e irregularidades al interior del Palacio de Gobierno, este lunes se revelaron cifras que han evidenciado que la falta de confianza también se ha traspolado al Congreso de la República.
La más reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), reflejó que la tasa de desaprobación del Congreso de la República de Perú alcanzó el 86 %, siendo la cifra más alta alcanzada por dicha institución desde la elección de los actuales legisladores.
Según un gráfico de la evolución de dicha tasa de desaprobación, la cifra ha ido aumentando durante los recientes ocho meses, al haber partido con un 61 % en los meses de agosto y septiembre, pasando al 75 % de rechazo en octubre y noviembre, para ubicarse entre el 77 % y 78 % en los meses de diciembre y enero, y llegar en febrero al 82 % de desaprobación en febrero; cifra que, hasta la revelación del dato de abril, había sido la más alta.
Por su parte, la tasa de aprobación de la institución, ha pasado del 31 % y 32 % al inicio de la gestión, para ir cayendo exponencialmente para, en esta última medición, ubicarse tan solo en el 11 %.
Según recogen medios de ese país, la situación actual marca una tendencia de descontento generalizado en contra de las instituciones, y que los expertos de ese país han visto como un deseo de que “se vayan todos”, pues solamente uno de cada diez peruanos aprueba su gestión.
La medición revelada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) también sondeó la imagen que alcanza la actual presidente del Congreso peruano, la opositora María del Carmen Alva, cuyo índice de desaprobación llegó al 76 %, luego de que hace ocho meses, se fijaba en el 54 %.
Por su parte, la tasa de aprobación de la referida parlamentaria también ha descendido pasando en los últimos ocho mes del 34 % al 18 %.
En declaraciones recogidas por el diario La República, de ese país, la congresista Alva afirmó que el deterioro en la imagen de los organismos gubernamentales pesa sobre la mala gestión del presidente de la República Castillo, señalando que el pueblo terminó por señalar al Congreso por las “ineptitudes e incapacidades” del dirigente.
Según las declaraciones de Alva, recogidas por La República, la imagen actual del Congreso también se deriva de los múltiples escenarios en que el órgano ha debido actuar para ejercer labores de control sobre el ejecutivo, señalando que “la culpa de que ellos sean incapaces y que no tengan ministros idóneos, que no cumplan con los perfiles y que estén envueltos en corrupciones y otras cosas no es culpa de nosotros, nosotros no los elegimos, el presidente”.
Para los expertos, citados por referido medio, si bien la tendencia de desaprobación en la mayoría de los Congresos son una situación recurrente, en el caso peruano, el índice revelado, y el comportamiento de su evolución denotan un síntoma que requiere de atención, pues el ritmo y niveles de crecimiento son preocupantes.
Para el politólogo Antonio Maldonado, de la Universidad Católica de Perú, citado por el diario, ni el Congreso, ni el presidente Castillo, dan motivos de optimismo a sus ciudadanos, señalando que si bien la imagen del presidente es negativa y existe el objetivo de derrocarlo, las acciones realizadas por el Congreso, traducidas en las mociones de vacancia a las que ha sometido al mandatario, y su resultado negativo, tampoco han logrado representar el sentir popular.
En ese sentido, y recordando que el Congreso da su aprobación para los gabinetes ministeriales propuestos por Castillo, el experto advierte que si bien estos han sido inoperantes, el visto bueno dado por el legislativo traduce en una imagen de cómplices de dicha no idoneidad.