Los investigadores han desenterrado un altar de la época de las Cruzadas en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén , en un descubrimiento fortuito que parece sacado de una trama de Indiana Jones.
El hallazgo, anunciado por la Academia Austriaca de Ciencias, ofrece una ventana revestida de mármol al arte cristiano medieval y a la proyección del poder papal.
El altar, consagrado en 1149, tiene unos impresionantes 3,5 metros de ancho, según la academia, lo que lo convierte en el altar medieval más grande conocido hasta la fecha, según ACI prensa.
Su historia ha sido publicada por varios medios de comunicación y dará del año 1149, cuando Jerusalén celebraba un aniversario especial: 50 años desde que los cruzados europeos habían capturado la ciudad.
Para conmemorar esta ocasión, la Iglesia del Santo Sepulcro, un importante lugar de peregrinación cristiana, fue sometida a una gran reconsagración. La pieza central de esta ceremonia fue un altar mayor nuevo y profusamente decorado.
Los relatos históricos describen un magnífico altar de mármol que asombró a los visitantes durante siglos. “Conocemos relatos de peregrinos de los siglos XVI, XVII y XVIII sobre un magnífico altar de mármol en Jerusalén”, afirma Ilya Berkovich, historiador del Instituto de Estudios de los Habsburgo y los Balcanes de la Academia Austriaca de Ciencias (OeAW) y coautor de un artículo reciente sobre esta obra de arte histórica. Sin embargo, tras un incendio en 1808, el altar desapareció. O eso creía todo el mundo.
Durante unas recientes renovaciones, los arqueólogos se toparon con una losa de piedra de varias toneladas apoyada contra una pared en un pasillo público de la iglesia.
Esta losa, cubierta de grafitis, resultó ser la pieza que faltaba en el rompecabezas. Al darle la vuelta, los investigadores descubrieron hermosos patrones geométricos que revelaron su verdadera identidad: el panel frontal perdido desde hacía mucho tiempo del altar de las Cruzadas, consagrado en 1149.
El descubrimiento es importante por varias razones. En primer lugar, el mero hecho de que un objeto tan importante haya permanecido oculto durante tanto tiempo, incluso en una iglesia muy transitada, es asombroso. “El hecho de que algo tan importante pudiera permanecer oculto en este lugar de todos fue completamente inesperado para todos los implicados”, dijo Berkovich.
El valor de este arte era bien conocido, no solo por sus creadores, sino también por el papa. Hay pocas obras cosmatescas conocidas fuera de Roma, y hasta ahora, solo una fuera de Italia: en la Abadía de Westminster, a donde el Papa envió a uno de sus maestros. El altar cosmatesco recientemente redescubierto en Jerusalén debió ser creado con la ayuda del Papa, enviando a uno de estos hábiles artesanos al Reino de Jerusalén.