En horas de la tarde (tiempo local) de este sábado, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, visitó la zona donde un día antes se registró la explosión en una mina de carbón. El mandatario aumentó la cifra de víctimas mortales, poco después de que el más reciente balance diera cuenta de 40.

“Nuestra prioridad era encontrar a los mineros en la galería. Hemos llegado finalmente al último. También estaba muerto, lo que eleva el número de decesos a 41″, señaló el mandatario, con lo que se pone fin a las tareas de búsqueda, tras más de 20 horas de trabajos en la mina Amasra, en el noroeste del país.

Erdogan dijo además que “las razones de esta explosión y los responsables, si los hubiere, se revelarán con una investigación administrativa y judicial. Estas investigaciones ya se han iniciado de manera multifacética”. La oficina del fiscal local está manejando los hechos como un accidente, mientras reiteró que estaba en curso una pesquisa formal.

Más temprano, el jefe de Estado aseguró que las autoridades judiciales estarían a cargo de revisar este “trágico hecho” y que no “dejarían sin respuesta ni la más mínima negligencia”. Además, reiteró sus condolencias.

“Una vez más, pido misericordia de Dios para mis mineros que perdieron la vida. Deseo una pronta recuperación de los heridos, algunos de los cuales fueron transportados a Estambul, así como a Bartın. Gracias a nuestro país y nuestra nación”.

Último adiós a los mineros

En esta jornada, los familiares de las víctimas se unieron en una procesión fúnebre para despedir a los mineros que perecieron por cuenta de la explosión. Decenas de personas acompañaron los actos, tras la que se considera como una de las mayores tragedias en ese país, en los últimos meses.

Pese a que las causas son materia de investigación, las primeras revelaciones indican que la explosión pudo estar relacionada con grisú (un gas frecuente en las minas). En el momento del incidente se calcula que había unos 110 trabajadores en ese lugar.

Sin embargo, despedirse no es posible para todos los familiares, como es el caso de Osman Ozer, padre de uno de los fallecidos. “Nos enteramos del accidente y llegamos a Amasra alrededor de las 7:30 p. m. de ayer. Ha pasado tanto tiempo que todavía no podemos ir a casa y no podemos ir al funeral”.

También recuerdan el lapso en que sus seres queridos estuvieron desempeñándose en esa área. “Estuvo trabajando (en la mina) durante casi cuatro años. Empezó a trabajar en 2019. Habrían sido casi cuatro años”.

Un amargo recuerdo

Algunos de los propios mineros participaron en las tareas de búsqueda y rescate. Horas antes recordaron la conmoción que les invadió a segundos de escuchar la explosión y sus esfuerzos para intentar rescatar a todos los demás.

“Había un polvo y un humo tan densos que no había visto nada parecido en mi vida. El polvo era tan denso que no podía ver nada delante ni siquiera con la lámpara”, señaló uno de ellos.

Otro contó: “No dejamos a ninguno de nuestros amigos atrás. Ya llevamos aquí 24 horas. Llevamos aquí unas 24 horas. Hemos cumplido con nuestro último deber con nuestros amigos (...). Los sacamos a todos también. No hay problema por el momento, no queda nadie en la mina”.

Turquía no ha sido el único país donde, en los últimos meses, se han registrado accidentes relacionados. En México, el 3 de agosto, mineros quedaron atrapados cuando los obreros abrieron un orificio en la mina, lo que derivó en que agua acumulada se desbordara hacia el lugar donde ellos estaban.

Cinco trabajadores lograron salir por su cuenta pero, pese a los intentos de rescate, otros diez no pudieron ser asistidos. A finales de septiembre la Fiscalía General capturó a uno de los posibles propietarios de la mina donde, según el organismo, el individuo “presuntamente explotaba de manera ilícita”.

*Con información de Reuters y AFP.