El Papa Francisco ha destituido al obispo de Arecibo (Puerto Rico), Daniel Fernández Torres, después de que este defendiera la aplicación de la objeción de conciencia sobre las vacunas contra el covid-19. Francisco ha nombrado como administrador apostólico de la misma diócesis a Álvaro Corrada del Río, hasta ahora obispo Emérito de Mayagüez.
La oficina de prensa del Vaticano ha comunicado el cese, si bien no ha hecho públicas las razones.
Los obispos están obligados a presentar su renuncia al Papa a los 75 años, según establece el canon 401 del Código de Derecho Canónico, la ley de la Iglesia. Si lo hacen antes suele haber una razón grave, generalmente, por motivos de salud. No obstante, en este caso, Fernández Torres, que tiene 57 años, no había presentado su renuncia. Ha sido el Papa quien lo ha cesado, tal y como se recoge en el escueto comunicado del Vaticano.
“El Santo Padre relevó del cuidado pastoral de la diócesis de Arecibo (Puerto Rico) a monseñor Daniel Fernández Torres”, se lee en el comunicado.
En un comunicado difundido a mediados de agosto del año pasado, el obispo de Puerto Rico reconoció en su diócesis el derecho de los fieles católicos a la “objeción de conciencia” ante las vacunas contra la covid-19, y anunció que los sacerdotes y diáconos podrán firmar exenciones para quienes las soliciten.
“En nuestra Diócesis de Arecibo, si para hacer valer la objeción de conciencia fuese legítimamente requerida la firma de un ministro ordenado, los sacerdotes y diáconos permanentes que libremente estén dispuestos a firmarla al feligrés católico, que con conciencia bien formada así lo pida, pueden hacerlo o referirlo al Obispado de Arecibo”, señaló entonces el prelado.
Pandemia lejos de terminar
“Esta pandemia está lejos de haber terminado”, advirtió el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, casi dos años después de pronunciar la palabra que concienció al mundo entero de la gravedad de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.
“Este viernes se cumplirán dos años desde que dijimos que la propagación del covid-19 en el mundo podría calificarse de pandemia”, afirmó Ghebreyesus, en una rueda de prensa, todavía virtual, en Ginebra.
El jefe de la OMS no dejó de recordar que seis semanas antes, “cuando solo se registraron 100 casos fuera de China y ninguna muerte”, había declarado el nivel más alto de alerta sanitaria en la OMS —una emergencia de salud pública de importancia internacional—.
Pero esta calificación no logró sus efectos inmediatos. En cambio, más tarde, la organización fue criticada de haber tardado demasiado en tomar medidas contra el desastre que se avecinaba.
“Dos años después, más de 6 millones de personas han muerto”, apuntó Ghebreyesus.
Aunque la OMS señaló desde hace un tiempo que el número de contagios y muertes está descendiendo, “esta pandemia está lejos de terminar y no acabará en ningún lado si no se consigue en todas partes”, subrayó el máximo representante de la institución.
La OMS notó un crecimiento muy fuerte en la región del Pacífico Occidental, aunque a nivel mundial la cifra de nuevas infecciones y muertes se redujo en un 5 % y un 8 %, respectivamente, según el informe epidemiológico, que se publica semanalmente.
“El virus continúa evolucionando y seguimos enfrentándonos a grandes obstáculos para llevar vacunas, pruebas y tratamientos a donde sea que se necesiten”, insistió Ghebreyesus.
A la OMS le preocupa que varios países hayan reducido drásticamente sus pruebas que sirven para detectar nuevas variantes.
“Nos impide ver dónde está el virus, cómo se propaga y cómo evoluciona”, avisó Ghebreyesus. La estrategia de llevar a cabo pruebas en Sudáfrica permitió identificar la cepa ómicron muy rápidamente a finales de noviembre de 2021.
*Con información de la AFP.