Compra una franela, llévate un “regalo” de hierba: así funcionan algunas tiendas en Washington, explotando una supuesta laguna jurídica para sortear una prohibición de la venta de cannabis en la capital estadounidense.
La situación es ejemplo de la intrincada legalidad que rodea la marihuana en Estados Unidos, pese a una tendencia hacia la normalización en años recientes.
“¡El negocio va genial!”, declara Forest “Ty” Hayward, de 41 años, orgulloso copropietario de Sneaker Headz, una de las varias “tiendas de regalos” que han surgido en una ciudad ahora conocida por la fragancia siempre presente de esta flor.
Muchos de estos establecimientos son propiedad de afroestadounidenses y están experimentando un movido comercio de cara al día nacional de la marihuana este 20 de abril. Hayward ve este trabajo como “un punto de quiebre para la comunidad negra”, que históricamente sufrió una tasa desproporcionada de condenas por cannabis.
Desde 2014, los residentes de Washington tienen permitido tener dos onzas de hierba, regalar un poco a otros, usarla en propiedad privada y cultivar hasta seis plantas. Pero el Congreso, que controla el presupuesto de la ciudad, ha prohibido su venta legal.
En cambio, las tiendas venden artículos como camisetas y pegatinas, a partir de unos 30 dólares, con las que los clientes también reciben “regalos” en forma de brotes de hierba o gomitas. El cannabis se prohibió por primera vez a nivel federal en 1937, “en gran medida por razones raciales, así como para mantener fuera a los trabajadores inmigrantes o encontrar maneras de criminalizarlos”, dijo Morgan Fox, director político del grupo de defensa NORML.
La década de 1970 trajo la “Guerra contra las drogas”, que además golpeó desproporcionadamente a las minorías, antes de que el movimiento de la marihuana medicinal echara raíces en la década de 1990, y en 2012 los primeros estados legalizaron el cannabis recreativo para adultos.
Hoy, 18 de 50 estados de Estados Unidos, más la capital Washington, han legalizado el uso recreativo de la marihuana, mientras que 37 tienen normativas sobre el cannabis medicinal. Pero dado que la droga sigue siendo una sustancia controlada a nivel nacional, todos los involucrados están todavía técnicamente violando la ley del país.
La prohibición hace difícil el acceso a servicios bancarios, detiene el financiamiento federal para la investigación sobre marihuana médica, previene el comercio interestatal y la regulación federal sobre las mejores prácticas y protocolos para la marihuana.
Es más, un futuro gobierno que no simpatice con la legalización podría ir tras los negocios y consumidores, incluso en estados donde la planta es legal. El fiscal general del expresidente Donald Trump, Jeff Sessions, quería hacerlo, pero los fiscales federales decidieron al final que era una pérdida de tiempo.
No obstante, situaciones complicadas pueden surgir. Después de que Canadá legalizara completamente el cannabis en 2018, funcionarios de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos comenzaron a emitir prohibiciones de entrada de por vida para los canadienses que respondieran “sí” al ser interrogados en puntos de control sobre si habían consumido la droga alguna vez.
Este mes, la misma agencia emitió una advertencia a los residentes de Nuevo México de que seguiría persiguiendo a los infractores atrapados con la sustancia en alcabalas de carreteras, incluso después de que el estado la haya legalizado.
Naciones de nativos americanos también se enfrentan a redadas de la Oficina de Asuntos Indígenas, pese al hecho de vivir en territorios en teoría autónomos. Y en Washington, quienes sean atrapados fumando en suelo federal, incluyendo monumentos icónicos como el dedicado a Lincoln, pueden tener un encontronazo con agentes federales.
Es por ello que es vital aprobar la ley a nivel nacional, según Fox. La Cámara de Representantes aprobó algunos proyectos de ley, incluso este mes, pero deben ser presentados en el Senado, donde la oposición republicana probablemente los desestimaría.
Fox considera que encasillar la problemática en términos de derechos de los estados, libertades personales y aumento de los ingresos fiscales es la mejor manera de convencer a los republicanos, y los conservadores más jóvenes, que eventualmente reemplazarán a sus mayores, son más partidarios del cannabis.
De momento, la comunidad celebra el progreso que han alcanzado. “Quiero hacer todo un tinglado, solo recordarle a todo el mundo que estamos acá para dar de vuelta a la comunidad, drogarnos y tener una vida maravillosa”, contó Kashous Solomon, de 22 años y copropietario de Sneaker Headz.
*Con información de AFP.