La tarde del 4 de agosto de 2020 estalló una carga de fertilizante de nitrato de amonio mal almacenado en el puerto de Beirut y dejó gran parte de la ciudad como una zona de guerra.
Al menos 214 personas murieron en la tragedia, una de las mayores explosiones no nucleares de la historia, que destruyó barrios enteros de la capital libanesa.
Familiares de las víctimas y sobrevivientes organizaron vigilias, oraciones, ceremonias y marchas para honrar a quienes murieron en la explosión, cuyas ondas expansivas se sintieron hasta en Chipre.
Trabajadores portuarios quedaron sepultados bajo silos de granos destruidos, mientras los bomberos que combatían un incendio ocurrido antes de la explosión fallecieron pulverizados.
Transeúntes murieron aplastados y personas que resultaron laceradas con los trozos de vidrio disparados por el impacto murieron desangradas en sus casas.
Este miércoles, a partir de las 15H30 (12H30 GMT) numerosas personas procedentes de varios puntos de la capital se dirigieron hacia el sector del puerto.
A las 18H07, hora exacta del drama, los nombres de las víctimas serán leídas uno a uno.
La fecha de la tragedia fue declarada día de duelo nacional, pero el dolor se ha ido convirtiendo en ira ante la impunidad por los hechos.
La impopular clase política ha utilizado su inmunidad para evitar acusaciones en su contra, y ha hecho todo lo posible para impedir el trabajo del principal juez que investiga el desastre.
Familiares de las víctimas llamaron el lunes a las autoridades a levantar la inmunidad en el caso, y advirtieron que están dispuestos a “quebrar huesos” en las próximas protestas.
“Se acabaron las manifestaciones rutinarias y pacíficas, cuidado con nuestra ira”, advirtió Ibrahim Hoteit, un portavoz de las familias.
- “Vergonzosa” obstrucción -
Una de estas protestas está programada para llegar a la sede del Parlamento este miércoles.
Amnistía Internacional acusó a las autoridades libanesas de una “vergonzosa” obstrucción de la justicia y Human Rights Watch dijo que había cometido “negligencia criminal”.
Informes de inteligencia libaneses y extranjeros, a los que AFP tuvo acceso, revelan que cientos de toneladas de nitrato de amonio fueron almacenados en las mismas bodegas que toneladas de fuegos artificiales y cuerdas de mecha, entre otros materiales peligrosos.
Estos documentos sugieren que el fuego comenzó a raíz de una obras de soldadura en el sitio.
Sin embargo, no se han realizado investigaciones en profundidad para verificar esas versiones y aclarar cómo llegaron esos materiales a los almacenes y por qué permanecieron en el lugar durante años.
En paralelo, legisladores libaneses no se han puesto de acuerdo sobre la formación de un gobierno, lo que ha provocado una situación de vacío de poder.
Francia, expotencia colonial en Líbano y fuente de ayuda para el país, urgió tener un gobierno instalado para mediados de septiembre.
Pese a la falta de acuerdo sobre el gobierno, París buscará recaudar 350 millones de dólares en ayuda humanitaria de emergencia para Líbano en una reunión de donantes apoyada por la ONU este miércoles.
El presidente de Estados Unidos Joe Biden anunció este miércoles “cerca de 100 millones de dólares de nueva ayuda humanitaria” para Líbano, mientras urgía a sus dirigentes a “reformar la economía y combatir la corrupción”.
El presidente francés Emmanuel Macron anunció por su lado que su país aportará en 12 meses unos 100 millones de euros (120 millones de dólares) y enviará este mes de agosto 500.000 dosis de vacuna contra el covid-19
“Los dirigentes libaneses están obligados ante su población a proporcionar verdad y transparencia” sobre aquella catástrofe, dijo Macron. El presidente francés los responsabilizó por la incapacidad de formar un gobierno en Líbano, “una falta histórica y moral”, opinó.
- “Camino de resurrección” -
Por su parte, el papa Francisco hizo un llamado este miércoles a la comunidad internacional “para pedir que ayude a Líbano a emprender un camino de resurrección, con gestos concretos, no solo con palabras”, durante su primera audiencia general tras su operación a inicios de julio.
El caos en Líbano comenzó antes de la explosión, con un país en bancarrota que bloqueó los ahorros de la población en los bancos mientras la moneda local se hundió en el mercado negro.
El país sufre escasez de medicamentos, combustible y agua potable, unas dificultades que agravan el trauma nacional por la explosión y golpean a su sector de salud, sacudido por una nueva ola de contagios de covid-19.
(con información de AFP)