Salvador Ramos, un asesino sin alma de 18 años, les arrebató la vida en un instante a 19 niños de entre 9 y 11 años en la Robb Elementary al mediodía del pasado martes. Acababa de cumplir la mayoría de edad y a los pocos días adquirió dos rifles de asalto de tipo AR de manera completamente legal en un sitio en Uvalde, donde residía. Allí también se ubica la institución de educación primaria que fue víctima del ataque.

El periplo de violencia de Ramos inició antes de llegar a la escuela. El joven tuvo una discusión con su abuela por sus resultados académicos y, en medio del altercado, decidió dispararle en la cara a la mujer de 66 años, que quedó gravemente herida. Luego, tomó la camioneta familiar junto a sus armas rumbo a la primaria.

Al llegar a la Robb Elementary, Ramos se estrelló en una zanja y luego de evadir a un agente de policía, entró por la puerta trasera de la escuela y se encerró en un aula que conectaba junto a otra. Allí disparó y acabó con la vida inocente de 19 niños y dos profesores; mientras tanto, la policía presente no quiso enfrentar al asesino, sino que evacuó a los demás estudiantes de otras aulas. Poco después, en medio de un enfrentamiento con las fuerzas de la ley, el tirador fue abatido, aunque logró herir a dos agentes de la policía.

Las señales de que Salvador Ramos iba a cometer una masacre estaban al alcance de todo el mundo; dos días atrás había publicado en su cuenta de Instagram fotos de sus rifles AR-15 junto a munición para estos. De igual manera, un día antes se había comunicado con un compañero de clase para decirle que tenía “un pequeño secreto que contarle”, pero nadie quiso alertar a las autoridades.

El asesino no tenía problemas mentales documentados, se reportó, según sus compañeros, que era tartamudo y padecía sigmatismo, por lo que era acosado a menudo. Tenía muy pocos amigos, fruto de su personalidad retraída y conflictiva, que lo hacía meterse en peleas a puños con otros estudiantes.

Las familias de las víctimas recuerdan a los menores después de que fueran asesinados a dos días de las vacaciones escolares.

El recuerdo de las víctimas

Para las familias de los niños muertos no hay consuelo alguno después de que sus hijos salieran por la puerta de su casa rumbo a la escuela y nunca volvieran. A lo único que pueden aferrarse ahora es a los recuerdos de los menores. Entre las víctimas, hay una pareja de hermanos que estaban en la misma aula, así como varios menores que habían recibido solo horas antes certificados de excelencia escolar.

Había deportistas, bailarines, artistas y demás en la clase de los niños que perdieron la vida, la gran mayoría de origen latino, pues se trata de una ciudad fronteriza con México. Los padres definen a varios de sus hijos como almas puras, que jamás le podrían realizar ningún daño a nadie y que solo estaban llenos de dulzura antes de que sus vidas fueran segadas.

La escuela saldría de vacaciones de verano este viernes, por esto mismo, el ambiente era casi festivo para los niños de la Robb Elementary. Tan solo horas antes, varios estudiantes habían recibido felicitaciones y certificados de excelencia y ya se encontraban planeando lo que harían durante los meses antes de volver a clase.

Las historias de los padres y familiares de los niños víctimas de la masacre han trascendido en las redes sociales, donde muchos de los allegados de los menores aprovecharon para compartir unas últimas palabras en honor a las almas inocentes que perdieron la vida.

Han trascendido testimonios de una niña que murió llamando al 911 para pedir ayuda, así como de los mismos menores auxiliando a sus amigos heridos de bala. “El niño más dulce que he conocido”, “Era un niño cariñoso de 10 años que disfrutaba de la vida”, “Le encantaba bailar, era muy alegre. Esto nos ha afectado a todos”, son algunos testimonios de familiares que perdieron a sus hijos, eso es lo que termina dejando la masacre: familias rotas, un profundo dolor y sueños hechos añicos en un instante.

Ya son 19 los niños que murieron por cuenta de un ataque | Foto: Con derechos gestionados de AFP

¿Tiempo de cambios?

En su discurso tras la segunda peor masacre escolar en los Estados Unidos, el presidente Joe Biden se preguntó cuándo la sociedad estadounidense le va a hacer frente al lobby de las armas en el país, esto al enterarse de que el asesino adquirió dos rifles de asalto de manera totalmente legal y sin muchas restricciones al respecto.

La ecuación parece fácil de descifrar, a menos armas en las calles, menos masacres se registrarían en los Estados Unidos. Pero aquellos que defienden el porte legal de armas proponen que, para evitar tiroteos en las escuelas, la solución es armar a los profesores y que carguen pistolas junto a sus libros de texto, algo que el gremio de profesores ha desestimado en absoluto.

Desde 1988, 136 personas entre niños y profesores han perdido la vida en tiroteos escolares; sin embargo, las leyes de adquisición de armas han variado entre poco y nada. Además, parte de los estadounidenses niegan que haya un problema de violencia en el país, aunque la masacre de Uvalde sea el tiroteo número 212 del año, en los cuales 7.584 personas han muerto.

Si bien expertos dicen que los tiroteos pueden ser impulsados por manifestaciones de violencia en películas, series y videojuegos, así como también por un sistema de salud muy deficiente para tratar trastornos mentales, la conclusión más repetida a la que llegan los expertos es que la cantidad estratosférica de armas es la principal causa. Los estadounidenses son alrededor del 4,4 por ciento de la población mundial, pero tienen en su propiedad el 42 por ciento de las armas del planeta, que se estiman en 393 millones de unidades, según la Universidad de Ginebra. Hay más armas que ciudadanos en el país.

Suena ridículo que un joven de 18 años pueda adquirir dos rifles AR-15 sin capacitación o exámenes psicológicos y, por esto, se especula que, tras la masacre, habría un nuevo intento en el Congreso de impulsar un control más férreo de las armas, pero la tenencia es algo tan extendido en la cultura norteamericana que parece poco probable que las cosas cambien. Tristemente, es poco realista pensar que los 19 niños de Uvalde sean las últimas víctimas de una violencia sin freno en los Estados Unidos.