El expresidente de Estados Unidos Donald Trump empezó 2022 con una serie de investigaciones en su contra que lo han puesto en el ojo del huracán en las últimas semanas. El 19 de enero de este año, una fiscal de Nueva York encontró posibles pruebas de fraude inmobiliario realizado por compañías de Trump y su familia. Sus dos hijos mayores, Donald Jr. e Ivanka, fueron citados a declarar por este caso.
Asimismo, una comisión especial del Congreso de Estados Unidos está investigando la relación del expresidente con los acontecimientos de la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021, episodio en el que casi 700 personas fueron capturadas y procesadas. La investigación inculpa al exmandatario por incitar y permitir los acontecimientos que bloquearon las labores del Congreso, el cual se encontraba en las instalaciones del Capitolio ratificando la victoria electoral de Joe Biden.
La respuesta de Trump a estas acusaciones no ha pasado desapercibida. El expresidente realizó el 29 de enero un mitin político en la ciudad de Conroe, en Texas. En dicho mitin se refirió a las investigaciones en su contra y dijo que “si estos fiscales radicales, viciosos y racistas hacen algo malo o ilegal, espero que tengamos en este país las protestas más grandes que jamás hayamos tenido”. Luego de llamar a las movilizaciones, afirmó que estaba siendo víctima de una persecución: “Me persiguen sin ninguna protección de mis derechos por parte de la Corte Suprema o la mayoría de los demás tribunales”.
Acto seguido, el exmandatario se refirió a los capturados durante el asalto al Capitolio asegurando que estaban siendo “tratados injustamente”, por lo que “si me postulo y gano, trataremos a esas personas a partir del 6 de enero de manera justa... Y si requiere indultos, les daremos indultos”.
Estas afirmaciones han revuelto las aguas en el panorama político. Analistas y oficiales del Gobierno afirman que las declaraciones de Trump muestran una actitud retadora e irrespetuosa no solo hacia el mandato constitucional del actual presidente, sino también a la institucionalidad del país. La comisión que investiga el asalto al Capitolio no dudó en acusar el miércoles al exmandatario de estar manipulando a los testigos del caso.
En otro de sus concurridos mítines, esta vez realizado en Arizona, el magnate afirmó que Estados Unidos se “está yendo al infierno” por cuenta de Biden y su Gobierno. El exmandatario también aseguró que “dentro de poco” no quedará nada de país, por lo que es necesario que sus electores sean fuertes y “recuperen nuestro futuro”. Para agregar la cereza al pastel, el evento político en Arizona empezó con una marcha fúnebre y con una serie de enormes mensajes proyectados en pantallas que decían “Joe Biden es un completo fracaso”.
Las preocupaciones por estas afirmaciones crecen a medida que se acerca el nuevo escenario electoral en Estados Unidos. Trump anunció de manera indirecta el inicio de una nueva campaña electoral, luego de prometer los indultos a los capturados por la toma del Capitolio.
La retórica de esta nueva campaña parece tener un centro claro: enfatizar la idea de que el actual Gobierno es injusto y corrupto. No sorprende que gran parte de las pancartas sostenidas en los mítines hagan referencia a estas acusaciones difundidas por Trump. Por ahora, la estrategia del expresidente parece ser la de incitar agitaciones, al tiempo que promueve nuevas teorías de complot y ataques a su persona. Trump aspira a una reelección y parece que ni siquiera las investigaciones en su contra pueden detenerlo.