Donald Trump se había convertido en sinónimo de polémica, pero también de un empresario exitoso, o por lo menos lo era en el imaginario popular. Porque no es la primera vez que se pone en duda el éxito del expresidente como magnate. Esta semana, la Fiscalía de Nueva York presentó pruebas de que Trump infló el valor de sus propiedades para obtener beneficios.
Específicamente, la fiscal Letitia James acusa a Trump y a sus dos hijos mayores de fraude financiero, un caso que se venía estudiando hace algunos meses y por el que se pretendía que el exmandatario declarara ante la ley, pero después de que los abogados del expresidente hicieran todo lo posible para evitar esta situación y mostraran una colaboración nula con la justicia, James contraatacó con un dosier de 160 páginas en el que detalla las artimañas de Trump Organization para poder obtener beneficios de bancos, prestamistas, inversores y compañías aseguradoras.
Los documentos revelados por la prensa estadounidense relatan que Trump, junto a Ivanka y Donald Jr., cometieron un fraude sistemático en la contabilidad de las empresas a su nombre al inflar el valor real de estas. Según lo narrado, estas acciones habrían ocurrido entre los años 2004 y 2020, en los que incluye claramente los cuatro años de Trump como presidente de los Estados Unidos.
De manera detallada, la Fiscalía de Nueva York presentó las pruebas de que la compañía de Trump exageró en múltiples ocasiones el valor de sus activos para tener préstamos más favorables con los bancos nacionales. Así como tergiversó la cuantía de otros terrenos para reducir la cantidad de impuestos a pagar.
Un ejemplo de estas acciones es el engrosamiento del valor de las donaciones de tierras realizadas en Nueva York y California en documentos presentados a la hacienda estadounidense para poder justificar varios millones de dólares en deducciones fiscales.
También está el caso del penthouse que posee la familia en Manhattan, del cual se triplicó el valor real, inflando su valor a una diferencia a su favor de casi 200 millones de dólares, del cual en primer lugar se responsabilizó a Allen Weisselberg, exdirector de la Trump Organization, que fue procesado en 2021 por la evasión de más de 300.000 dólares, pero que se ha dicho que es un chivo expiatorio para ocultar la responsabilidad de cabezas más importantes en la organización, como el mismo Donald Trump.
Por ahora, con este pliego de pruebas, la fiscal James busca que tanto Trump como sus dos hijos tengan que declarar bajo juramento en la Corte, algo que los allegados al expresidente buscan evitar, y esta vez tratan las acusaciones de infundadas y anticonstitucionales. “La única que engaña a la opinión pública es Letitia James. Tres años después, la fiscal se enfrenta a la dura realidad de que no tiene caso”, dijo la organización. Incluso, ha llegado a decir que se trata de una persecución política en contra del exmandatario.
No sería la primera vez que se pone en duda la ética empresarial de Donald Trump, ya que siempre se ha dicho que tiende a inflar las cifras de su patrimonio real. Es conocido que a principio de siglo obligaba a los medios a referirse a él como un multimillonario, cuando realmente estaba lejos de serlo después de fracasados proyectos inmobiliarios y de casinos.
En general, siempre se ha dicho que Trump no habría tenido éxito de no ser por la herencia de su padre, pero el problema no está en fallar, sino en ocultarlo, y Donald Trump ha sido artista en ello. Como cuando dijo que tenía 10.000 millones de dólares de patrimonio, pero este se estimó apenas en 2.500 millones. Ahora, las exageraciones pueden costarle no solo la reputación, sino que pueden llevarlo al juzgado y quizás hasta la cárcel.