En lugar de intentar atraer a votantes moderados, Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia ha intensificado sus provocaciones, discursos incendiarios e insultos, a una semana de las elecciones en Estados Unidos en las cuales el expresidente enfrentará a su némesis política, Kamala Harris, en lo que se anticipa que serán los comicios más reñidos de la historia reciente del país norteamericano.
Esta estrategia resulta sorprendente, especialmente cuando su rival demócrata busca acercarse a los republicanos moderados. En las últimas semanas, la vicepresidenta demócrata ha aparecido en actos de campaña junto a la excongresista republicana Liz Cheney, hija del exvicepresidente Dick Cheney, adversaria de Donald Trump, y ha prometido ser una presidenta para “todos los estadounidenses”.
La candidata, de 60 años, ha suavizado algunas de sus posturas previas, desde el clima hasta la posesión de armas, con la intención de no parecer demasiado progresista en unas elecciones que podrían definirse por un margen de apenas unos miles de votos por cuenta de los votos de los colegios electorales que darán la presidencia.
En contraste, Donald Trump ha adoptado una postura aún más polarizadora. Durante sus mítines, frecuentemente multitudinarios, el candidato republicano intensifica su retórica, describiendo a los migrantes como “asesinos” y “terroristas” y afirmando que “envenenan la sangre del país”. Tampoco evita insultar a Harris, llamándola “vicepresidenta de porquería” y sugiriendo que debería someterse a un “test cognitivo”.
Trump no ha hecho ningún esfuerzo para reconciliarse con antiguos colaboradores que ahora lo critican, como su exvicepresidente Mike Pence y su antiguo jefe de gabinete John Kelly, quien recientemente lo definió como un “fascista”. Incluso ha criticado a sectores de votantes como afroestadounidenses, latinos y judíos que podrían inclinarse por Harris, afirmando que “necesitan que les revisen la cabeza”.
Según Julian Zelizer, politólogo de la Universidad de Princeton, la retórica agresiva de Trump responde a una estrategia deliberada: confía en que el partido se unirá en torno a él y considera inútil intentar captar al electorado de centro, según dijo a la AFP.
Los discursos encendidos de Trump han captado una gran atención mediática, y su tono machista ha resonado entre un grupo inesperado: los hombres jóvenes. Trump ha colaborado en videos con figuras de las Artes Marciales Mixtas y ha aparecido en entrevistas con jóvenes creadores de contenido que disfrutan de sus imitaciones de líderes extranjeros.
En este esfuerzo, Trump ofreció una extensa entrevista a Joe Rogan, un popular podcaster conocido por su estilo directo y provocador. Jennie Sweet-Cushman, politóloga de la Universidad de Chatham, considera que esta estrategia apunta a captar a votantes poco participativos, aunque observa que “las probabilidades de que acudan a votar son menores que si intentara atraer a las ‘abuelitas’, que suelen votar en grandes números”, según dice a la AFP.