Donald Trump se las ha arreglado para que cada una de sus designaciones sea más polémica que la anterior. El nombramiento de Rex W. Tillerson a la cabeza del Departamento de Estado, dado a conocer este martes, tiene a propios y extraños con los pelos de punta. Y no solo por la poca experiencia que este texano de 64 años tiene en el gobierno.Por un lado, Tillerson es el presidente de la petrolera ExxonMobil, en donde ha trabajado durante las últimas cuatro décadas y los conflictos de interés están a la orden del día. Además de dirigir la compañía desde 2006, este empresario tiene 2,6 millones en acciones de esa compañía valoradas en 240 millones de dólares y su paquete de compensación en 2015 fue de 27 millones de dólares.Puede ver: ¿Se equivoca Trump al nombrar como secretario de Estado al presidente de Exxon Mobil?Por el otro, su proximidad personal con el presidente ruso, Vladimir Putin, enrarece aún más el ambiente de un periodo postelectoral marcado por el anuncio de la CIA según el cual Moscú alteró los comicios a favor de Trump. La Orden de la Amistad que el mandatario ruso le entregó en 2013 a Tillerson no ha ayudado a despejar esa sospecha.El caso del exdirectivo de Exxon es paradigmático, pero está lejos de ser el único. De hecho confirma una tendencia de los nombramientos del magnate que consiste en poner en los cargos a personas con características inquietantes.De hecho, los elegidos de Trump o no tienen ninguna experiencia gubernamental, o defienden posiciones diametralmente opuestas a las de las oficinas que deben liderar. A eso se suma que varios son millonarios de vieja data y generosos contribuyentes de su campaña.Los primíparosAl primer caso pertenece Ben Carson, un neurocirujano negro a quien Trump derrotó en las primarias, y a quien nombró a la cabeza del Departamento de Vivienda, un tema que no figura por ningún lado en su hoja de vida. Como dijo ‘The New York Times’, la única experiencia que tiene al respecto es el pago de la hipoteca de su casa.A su vez, también son un novato en la política Steven Mnuchin, un ejecutivo de Goldman Sachs que hizo su carrera en Hollywood, y que desde enero dirigirá el Departamento del Tesoro. O Andrew F. Puzder, el director ejecutivo de la cadena de restaurantes CKE, a quien Trump nombró secretario de Trabajo.Consulte: Rusia interfirió en elecciones de EE.UU. para que ganara Trump: investigadoresSin olvidar a Linda McMahon, la expresidenta y CEO de la empresa de lucha libre WWE, que será la directora de la Administración de Pequeñas Empresas (SBA) y que junto con su marido Vince donó 6 millones de dólares a un grupo de apoyo al candidato republicano.Los caballos de TroyaSin embargo, muchos otros miembros del gabinete que Trump ha ido conformando han sido críticos furibundos de la esencia misma de las oficinas que van a presidir.Ese es el caso de Scott Pruitt, un exsenador que niega el cambio climático y un furibundo opositor de las regulaciones ambientales, que desde enero será el líder de la Agencia de Protección Ambiental (EPA).También, del propio Pudzer, que desde enero será el encargado defender los derechos de los trabajadores, pero que en varias ocasiones se ha opuesto a las licencias por enfermedad y se ha opuesto al aumento del salario mínimo.Consulte: ¿Va traicionar Trump a los trabajadores?En cierto sentido, Tom Price, anunciado como secretario de Salud, también cae en la categoría de caballo de Troya. Aunque el congresista de Georgia no es ajeno al sector, pues fue cirujano ortopédico, es también un férreo crítico de la reforma sanitaria del presidente Barack Obama, la conocida "Obamacare", que ha dado cobertura médica a millones de estadounidenses que no la tenían. Una de las principales promesas de Trump durante la campaña fue derogar Obamacare, aunque tras las elecciones sostuvo que mantendría algunas partes.Sin olvidar que el exsenador Jeff Sessions –a quien Trump escogió como fiscal general– se ha visto envuelto en escándalos por racismo y ha dicho que organizaciones defensoras de los derechos civiles como la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) o la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles están “inspiradas por el comunismo” o son “no americanas”.“Es uno de los defensores más beligerantes del Senado de políticas antiinmigrantes, antimusulmanes y anti-LGBT” le dijo a ‘The New York Times’ Marge Baker, directora People for the American Way.