La semana pasada el presidente electo de Estados Unidos casó una pelea con China (una muestra de la que será su postura con el gigante asiático) al hablar telefónicamente con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen. Para Beijing, Taiwán es un territorio suyo en manos rebeldes y considera cualquier interferencia con este un tema de suma gravedad, incluso una causa de guerra. Por ahora, Beijing respondió tranquilamente y achacó el accidente a la “falta de experiencia” de Trump. Pero, si este hecho marca la línea de lo que serán las relaciones diplomáticas del magnate, a Estados Unidos le esperan unos turbulentos próximos cuatro años. En especial porque las razones de Trump para recibir la llamada fueron aparentemente personales. Según reportó The New York Times, el exprecandidato republicano Bob Doyle pasó 10 meses haciendo lobby con el equipo de Trump para el gobierno taiwanés. Además, la empresa del magnate busca invertir en un proyecto hotelero el nuevo aeropuerto de Taipéi. Semejante conflicto de intereses del futuro presidente podría llegar a poner en riesgo la paz mundial. Y ese es solo uno de los muchos que tiene en el mundo entero.