Después del ataque perpetrado por Irán en las bases que albergan a soldados estadounidenses en Irak, existía el interrogante sobre cuál sería el tono en el que hablaría Donald Trump. Cuando llegó el momento de su pronunciamiento, sobre las 11:30 a.m. de este miércoles, el mensaje del presidente no difirió sustancialmente de la línea que manejó en su primera reacción al conocer del lanzamiento de los misiles: la calma y el control. Y así lanzó advertencias pero también llamados al diálogo.
Es inusual que el presidente estadounidense maneje con tanta serenidad y mesura un ataque a sus fuerzas militares, así como lo hizo en Twitter donde señaló que "¡Todo estaba bien!". Pero esta respuesta pausada se debe en gran medida a que "ningún estadounidense resultó herido en el ataque de anoche", como reveló él mismo. Todo indica que las bases militares ya estaban advertidas y preparadas ante posibles retaliaciones.
"Irán parece estar reculando, lo cual es algo bueno para todas las partes y algo muy bueno para el mundo. No se perdieron vidas estadounidenses o iraquíes", destacó, poniendo en evidencia una actitud que los lideres iraníes no aceptarían públicamente haber adoptado.
De no haber sido por esto, seguramente el tono de la contestación a Irán sin duda no habría terminado con una invitación al entendimiento con el régimen de Teherán. Sin embargo, no hay que confundir la mesura de Trump en su respuesta con falta de firmeza, porque en su discurso también hubo dardos para varios actores. En primer lugar, comenzó diciendo que "siempre y cuando sea el persidente de los Estados Unidos nunca se le permitirá a Irán tener un arma nuclear", un mensaje a Teherán, que de paso buscaba encantar al electorado estadounidense, el cual podría reelegirlo en noviembre para un segundo mandato bajo la bandera de un discurso contra el terrorismo.
En otra parte de su pronunciamiento se refirió a que si bien existe un acuerdo nuclear con Irán, el régimen de Teheran deberá "cambiar su comportamiento" para que las cosas funciones favorablemente para ambas naciones. No obstante, Trump lanzó la advertencia de que al no darse señales de voluntad, por parte de Irán -y eso incluye haber lanzado misiles como muestra de poder- los Estados Unidos aumentarán las sanciones economicas en su contra, para que de su brazo a torcer. "No necesitamos el petróleo de Oriente Medio" Trump sacó a relucir otra carta para plantarse como alguien que puede poner condiciones en un eventual diálogo: la no dependencia de su país del petróleo de Medio Oriente. Según el presidente estadounidense, al ser "el mayor productor de petróleo" del mundo son los otros países quienes deben sumarse a su política para conducir las riendas en esta materia y en la geopólitica.
Desde esa orilla en la cual no pueden estar varios de sus socios en el pacto defensivo de la Otan, Trump les hizo un llamado a ellos y a China y Rusia que hacen parte del acuerdo nuclear con Irán del 2015 para que se involucren "mucho más" en la situación, apoyen las sanciones contra el régimen de Teherán y dejen al lado el "tonto" acuerdo con este país que, según Trump, solo ha servido para el país de los ayatolas destine al terrorismo los recursos dados por otra naciones. El pacto ya se está desmoronando: Teherán dijo el domingo que se desliga de cualquier límite al número de sus centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio, uno de sus compromisos en virtud del acuerdo. "Los misiles fueron pagados por los fondos que le dieron en la última administración (Barack Obama)", señaló el presidente, enviando de paso una pulla a sus grandes rivales internos, los demócratas, que quieren su salida del poder a través del juicio político o, al menos, su no reelección. Trump se enfocó al final en los iraníes y sacó el ramo de olivo, diciendo que Estados Unidos quieren que disfruten del "gran futuro" de prosperidad y armonía con otras naciones que se merecen. "Estados Unidos está listo para abrazar la paz con todos los que la buscan", afirmó, abriendo un espacio para calmar las aguas y evitar alguna locura que complique sus planes.