Afectados por las sanciones contra Rusia por la invasión de Ucrania, cada vez más empresarios, abogados y artistas rusos se instalan en Dubái, donde son bienvenidos por el rico emirato del Golfo, siempre en busca de expatriados acomodados.
En IFZA, una de las muchas zonas francas creadas para atraer las inversiones extranjeras, “el número de empresarios y start-up (empresas emergentes) rusas se ha multiplicado por diez en comparación al año pasado”, afirmó su director ejecutivo, Jochen Knecht.
“Comenzó con las empresas de tecnología, de software. Ahora hay todo tipo de compañías, galerías de arte, revendedores, proveedores de repuestos”, enumera.
Las empresas “vienen con empleados, alquilan oficinas, almacenes”, añade este expatriado a Dubái, uno de los siete emiratos que componen Emiratos Árabes Unidos.
Asfixiados por las sanciones económicas impuestas a Moscú, los jefes de empresas son seducidos por el centro de negocios y finanzas de Dubái, con fiscalidad ventajosa, pero también por la neutralidad declarada del país frente al conflicto ucraniano, explica Knecht.
Los “inversionistas rusos son bienvenidos”, insistió, en un país de nueve millones de habitantes (90% extranjeros), mayoritariamente trabajadores poco calificados de Asia. Dubái busca también atraer inversiones en plena recuperación tras el covid-19.
Destino turístico de lujo y a menudo acusado de paraíso fiscal, Dubái siempre ha sido frecuentada por una clientela rusa adinerada, interesada sobre todo en el sector inmobiliario.
Entre ellos hay magnates hoy sancionados por los occidentales, como el antiguo propietario del club de Chelsea, Roman Abramovitch, que visitó casas en Dubái en marzo, según la agencia Bloomberg.
Continuar sus negocios
Hay también “muchas celebridades rusas, cantantes y actores que ya eran propietarios en Dubái y hoy quieren vivir allí”, dijo Valeria Zolotco, de la agencia inmobiliaria AX Capital.
“Vemos cada vez más PME, empresas emergentes que buscan trasladarse para poder garantizar la continuidad de sus negocios”, cuenta Georges Hojeige, presidente de Virtugroup, que asesora a las empresas en su instalación en Dubái.
Las sanciones financieras y comerciales contra Rusia plantean grandes desafíos a las empresas rusas, ya sea en términos de proveedores, clientes, mano de obra o logística.
“Tenemos que crear una nueva infraestructura, tenemos los medios, pero también llevará tiempo”, reconoció en abril la presidenta del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiullina. “Las dificultades aparecen en todos los sectores”, subrayó.
“Una persona normal”
Daria Nevskaya, asociada al bufete de abogados ruso FTL Advisers, señaló que muchos de sus clientes “tienen dificultades para trabajar con el extranjero”.
Ella misma ha decidido dejar Moscú para abrir una oficina en Dubái. “Soy especialista en derecho internacional, y creo que pronto no habrá más proyectos internacionales en Rusia”, lamenta.
Pero para muchos ciudadanos rusos el traslado es una carrera de obstáculos, con tarjetas de crédito que no funcionan en el extranjero, bancos intransigentes, y las restricciones impuestas por Moscú sobre las salidas de divisas.
Nevskaya dice que desde hace un mes trata de recuperar una suma de 5.000 euros (5.350 dólares) transferidos de Moscú a Dubái, que están bloqueados por el banco corresponsal basado en Europa.
“No me parece justo, no soy una persona sancionada pero mi dinero está congelado, no tengo acceso a mi dinero en Rusia”, explica la abogada. Debido a las restricciones, dice Nevskaya, sólo pudo llevarse “10.000 dólares” cuando se fue.
Las sanciones internacionales afectan especialmente a los miembros de la clase media acomodada, que, contrariamente a los oligarcas, rara vez tienen pasaportes extranjeros o cuentas en el extranjero, explica Nevskaya.
Dubái ofrece “oportunidades de negocios”, agrega, y dice que ve una “ciudad internacional” sin sentimiento anti-ruso”. “No me siento como una criminal aquí. Me tratan como una persona normal”, concluyó.
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