Los niños, niñas y adolescentes están migrando a través de América Latina y el Caribe en cantidades récord y ahora representan una proporción mayor de la población migrante, más que otras regiones del mundo, según el último informe La Infancia en Peligro de Unicef.
Un número récord de niños, niñas y adolescentes se desplaza a través de tres rutas migratorias principales en América Latina y el Caribe, a través de la selva del Darién entre Colombia y Panamá, la migración hacia el exterior desde América del Sur y en puntos de tránsito clave en el norte de Centroamérica y México.
‘‘La naturaleza de la migración en América Latina y el Caribe ha cambiado dramáticamente en la última década’’, señala Unicef.
“La violencia de las pandillas, la inestabilidad, la pobreza y los acontecimientos relacionados con el clima se están apoderando de la región, de una manera alarmante, y empujando a más niños y niñas a abandonar sus hogares”, afirmó el Director de Unicef para América Latina y el Caribe, Garry Conille.
“Cada vez hay más niños y niñas en movimiento, de edades cada vez más tempranas, a menudo solos y de diversos países de origen, incluso de lugares tan lejanos como África y Asia. Cuando cruzan varios países y, a veces, toda la región, las enfermedades y las lesiones, la separación familiar y los abusos pueden plagar sus viajes e, incluso si logran llegar a su destino, su futuro puede seguir en riesgo”.
La entidad, manifiesta que al menos 29.000 niños, niñas y adolescentes cruzaron el peligroso Darién en 2021. Se estima que 40.000 niños hicieron el cruce en 2022 y más de 60.000 niños han cruzado la selva del Darién en los primeros ocho meses de 2023, la mitad de ellos menores de 5 años, lo que hace que sea el año con más cruces de niños y niñas registrados.
Mientras tanto, el número de niños, niñas y adolescentes refugiados y migrantes detenidos en la frontera sur de Estados Unidos también ha ido en aumento.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP) registró más de 149.000 niños cruzando en el año fiscal (FY) 2021 y más de 155.000 en el año fiscal 2022. En los primeros siete meses del año fiscal 2023, más de 83.000 niños ingresaron al país según la CBP. Estas tendencias se reflejan en otros flujos migratorios más pequeños en toda la región, a medida que el aumento de la violencia, la inestabilidad y los desastres relacionados con el clima provocan más desplazamientos y migraciones forzadas.
La proporción de niños que se desplazan a lo largo de las principales rutas migratorias en América Latina y el Caribe también ha aumentado a un nivel récord en los últimos tres años. En todo el mundo, los niños representan el 13 % de la población migrante, pero en esta región, aproximadamente una de cada cuatro personas en movimiento (25 %) es un niño, frente al 19 por ciento en 2019. Esto solo puede rivalizar con África subsahariana, donde los niños y niñas también representan el 25 % de la población migrante.
Cada vez más son los niños y niñas más pequeños los que realizan estos peligrosos viajes; los niños menores de 11 años representan ahora hasta el 91 % de todos los niños, niñas y adolescentes que se desplazan en algunos puntos de tránsito clave. Esta nueva realidad plantea desafíos a las políticas migratorias nacionales y a las respuestas humanitarias en los países de origen, tránsito y destino.
Los riesgos físicos a lo largo de las rutas migratorias irregulares son innumerables, especialmente para los niños y niñas. Además del peligroso terreno que atraviesan (desde selvas y ríos hasta vías férreas y carreteras), los niños y niñas también pueden sufrir violencia, explotación y abuso.
“Mi parte favorita fue dejar la selva, porque ahí dentro es una pesadilla”, dijo Ángela*, una niña de 8 años que caminó por la selva del Darién en 2022. Durante el viaje, Ángela y su hermana de 10 años se separaron de sus padres y deambularon perdidas durante dos días antes de reunirse nuevamente. La familia viajó durante más de 40 días para llegar a Guatemala antes de continuar hacia su destino.
Los flujos migratorios mixtos en América Latina y el Caribe son dinámicos y a menudo se interconectan; la mayoría de los países son simultáneamente puntos de origen, tránsito, destino y retorno. Esto implica desafíos y requiere un enfoque integrado dentro de la región para garantizar que los niños, niñas y adolescentes migrantes y refugiados y sus familias estén protegidos y se aborden las causas profundas de la migración forzada.
Unicef está trabajando con aliados y gobiernos a lo largo de las rutas migratorias para proporcionar información precisa para promover una migración segura, ofrecer asistencia vital y apoyar el acceso de los niños y niñas a servicios esenciales. Esto incluye ayudar a los países a prevenir, detectar y proteger a los niños y niñas de la violencia y ayudar a los niños, niñas, adolescentes y familias que enfrentan dificultades y explotación en su viaje migratorio.
La entidad señala que, está solicitando 160.5 millones de dólares para satisfacer las necesidades humanitarias de los niños, niñas y adolescentes refugiados y migrantes en Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Guyana, Perú, Trinidad y Tobago y Uruguay.
En agosto de 2023, Unicef había recibido menos del 20 por ciento (aproximadamente 32.5 millones de dólares) de sus necesidades de financiación. La organización humanitaria también está solicitando 142.31 millones de dólares para niños y familias en la ruta migratoria a través de Centroamérica y México en 2023. Hasta agosto, había recibido solo el 26 por ciento de estos fondos tan necesarios.
“La escala sin precedentes de la crisis migratoria de la niñez en América Latina y el Caribe requiere urgentemente una respuesta humanitaria más fuerte, así como la expansión de vías migratorias seguras y regulares para niños y familias para ayudar a proteger sus derechos y su futuro, sin importar dónde se encuentren”, dijo Garry Conille, director regional de Unicef para América Latina y el Caribe.
La entidad señala que sigue instando a los Estados Miembros de las Naciones Unidas de la región a garantizar los derechos, la seguridad y el bienestar de los niños, niñas, y adolescentes migrantes y refugiados, esto incluye:
• Movilizar un enfoque regional para la protección internacional y abordar las causas fundamentales de la migración específicas de los niños y niñas, para aprovechar la naturaleza interconectada de los movimientos migratorios y las respuestas políticas en la región.
• Invertir en los países de origen para mejorar el acceso a los servicios, prevenir y responder a la violencia, y crear oportunidades de educación y medios de vida para niños, niñas, jóvenes y familias vulnerables, y apoyar a los niños, niñas y adolescentes que siguen residiendo en el país de origen mientras sus padres están emigrando.
• Ampliar vías migratorias seguras y regulares para niños, niñas y adolescentes y familias, incluidos mecanismos de reunificación familiar, al tiempo que se defiende el derecho al asilo territorial. Se debe permitir que los niños y niñas y las familias ingresen al territorio de un Estado para solicitar asilo y poder permanecer allí mientras dure el procedimiento de asilo.
• Fortalecer los procesos fronterizos y de recepción que tengan en cuenta a los niños y niñas y que sean dirigidos por las autoridades de protección infantil en la etapa más temprana posible, implementar salvaguardias específicas para los niños, preservar la unidad familiar, incluso para los niños que viajan con sus cuidadores no parentales, y garantizar el acceso a servicios legales.
• Invertir en sistemas nacionales sólidos de protección de la infancia para salvaguardar a todos los niños, niñas y adolescentes, incluidos los migrantes y refugiados, de la explotación y la violencia, garantizando el cumplimiento de procedimientos adecuados para determinar su interés superior y promoviendo el cruce fronterizo seguro.