Estados Unidos afirmó este lunes que sigue “de cerca” las protestas en China y apoya el derecho de los manifestantes a salir a las calles “de forma pacífica” en el marco de las restricciones de la denominada política ‘covid Zero’ en el gigante asiático.
“Se debe permitir a las personas el derecho a reunirse y protestar pacíficamente contra las políticas, leyes, dictados con los que estén en desacuerdo”, ha dicho el portavoz de comunicación del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby, según ha precisado Bloomberg.
Asimismo, Kirby ha aclarado que Estados Unidos no ve, por el momento, un “impacto particular” en la cadena de suministro después de que cientos de trabajadores de la principal planta de fabricación de iPhones de la compañía estadounidense Apple en China se enfrentaran hace unos días con el personal de seguridad.
La protesta en Foxconn Technology Group se inició a raíz de las demandas de los trabajadores por salarios impagados. La fábrica china, en la que trabajan más de 200.000 trabajadores, lleva cerrada desde octubre.
Las protestas en distintos puntos de China, como en Pekín, Wuhan o Shangái, estallaron a raíz del incendio en la ciudad de Urumqi, en la región occidental de Xinjiang, donde fallecieron al menos 10 personas debido, supuestamente, a la lenta respuesta de los bomberos por las restricciones contra el coronavirus.
El descontento político que hay detrás de las protestas en China
Aunque la ola de manifestaciones de los últimos días en China estuviera alentada por el hartazgo provocado por la estrategia de “cero covid” del gobierno, el movimiento también es un indicio de la frustración causada por el sistema político chino, según varios expertos.
En varias ciudades, multitudes se manifestaron para reclamar el fin de las restricciones sanitarias y más libertades políticas. Dado su alcance territorial, esta movilización es la más importante desde las manifestaciones prodemocracia de 1989.
Pero, ¿qué lo desencadenó? Un incendio en Urumqi, capital de la provincia de Xinjiang (noroeste), que se cobró varias víctimas y cuyo rescate, según algunos denunciantes, se vio obstaculizado por las medidas anticovid.
El malestar, no obstante, viene de más lejos. China es uno de los últimos países en seguir aplicando una política sanitaria draconiana, que conlleva confinamientos masivos, test casi diarios y periodos de cuarentena. Hartos, una parte de los habitantes esperaban que las restricciones fueran suavizadas tras el Congreso del Partido Comunista (PCC) celebrado en octubre. Pero el gobierno decidió reforzarlas.
“La gente llegó a un punto de ebullición porque no hay una dirección clara para terminar con la política de cero covid”, declaró a AFP Alfred Wu Muluan, experto en política china en la Universidad Nacional de Singapur. “Antes del 20º congreso, se esperaba un cambio político”, tuiteó Yasheng Huang, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
“Pero la composición de la dirección del Congreso (formada únicamente por aliados de Xi Jinping y partidarios del ‘cero covid’) frustró totalmente esa expectativa, obligando a la gente a tomar medidas por sí mismos”.
“Libertad para escribir”
Al descontento provocado por las medidas sanitarias se sumaron rápidamente exigencias para que haya cambios a nivel político. En Shanghái, varios manifestantes corearon el domingo el lema: “¡Xi Jinping, renuncie! ¡PCC, retírate!”. Y en Pekín, se escucharon otros como: “Libertad de arte” o “Libertad para escribir”.
“No recuerdo manifestaciones públicas en las que se haya exigido abiertamente la libertad de prensa en las últimas dos décadas”, tuiteó la politóloga Maria Repnikova. “Lo que es verdaderamente intrigante de estas manifestaciones es cómo la atención que se le da a ese tema”, el de las restricciones sanitarias, “se ha extendido a otras cuestiones políticas más amplias”.
Los manifestantes, mayoritariamente jóvenes y movilizados por internet, recurrieron a audaces estrategias para esquivar la censura del Estado, agitando hojas en blanco o escribiendo artículos en línea llenos de absurdos juegos de palabras “positivos” para llamar la atención sobre la falta de libertad de expresión.
“Los manifestantes son muy jóvenes y la ira de la base es muy muy fuerte”, observó Wu. Según los analistas, lo que debería preocupar al partido es la cólera de los manifestantes hacia los máximos dirigentes chinos, algo inédito -según ellos- desde las movilizaciones de 1989, duramente reprimidas.
“Por su alcance e intensidad, se trata de la manifestación de jóvenes más importante [celebrada] en China desde el movimiento estudiantil de 1989″, declaró a AFP Willy Wo-Lamp, de la fundación Jamestown. “En 1989, los estudiantes prestaban especial atención a no atacar, sobre todo, a la dirección del partido. Esta vez, han sido muy explícitos [sobre el hecho de que quieren] un cambio de dirección”, apuntó.
Con información de Europa Press.