Colleen Stan es la sobreviviente de una pesadilla que se remonta a la década de los setenta, en California (Estados Unidos) cuando en su camino se cruzó una pareja que le dejó por años secuelas con las que, hoy en día, sigue librando. Lo que estaba previsto como una fiesta, a sus 20 años, fue el rumbo a años de torturas sin lugar a escapatoria.

Más de 40 años después de lo sucedido, Stan concedió una entrevista a la revista People, en la que recordó el episodio más difícil que marcó su vida y cómo una ‘inocente’ decisión la condujo a un túnel sin salida. Todo comenzó un 19 de mayo de 1977 cuando quería ir a una fiesta.

En el camino, la entonces joven se encontró con Cameron y Janice, una pareja que se ofreció a llevarla desde Eugene, en el estado de Oregón, hasta su lugar de destino. La amabilidad, y el hecho de que había un bebé en el vehículo, no dieron paso a alguna sospecha por lo que Stan se subió al carro sin prever lo que estaría por pasar.

Durante el trayecto, la adolescente confesó, en su entrevista de 2016, que tuvo un presentimiento que la impulsaba a salir corriendo, pero que optó por hacer caso omiso a su ‘voz interior’. No había pasado siquiera una hora desde que se subió al automóvil cuando fue consciente que había entrado a la “boca del lobo”.

La ‘peor pesadilla’

La pareja se detuvo en un momento para amordazar a Stan y revelarle que jamás llegaría a la fiesta prevista, sino que su destino estaría, en adelante, con ellos. “Pensé que iba a morir”, admitió a la revista mencionada en una conversación exclusiva.

Aquellos que en el camino consideró como almas gentiles se convirtieron en sus verdugos por siete años, ese fue el lapso que tuvieron secuestrada y sometida a la joven. El día a día estaba marcado por constantes abusos sexuales y una amenaza de que cualquier intento de fuga sería equivalente a la muerte tanto para ella como para su familia.

El temor pasó a ser una agonía que no tenía fin y, según contó la mujer a People, en un comienzo la obligaron a permanecer 23 horas en una caja que luego se adoptó hasta tomar la forma de ataúd. Cuando podía salir de allí, solamente era para continuar siendo objeto de agresiones y torturas.

Las razones del maltrato no tuvieron una respuesta, más allá de la confesión de Cameron de pertenecer a una secta llamada ‘La Compañía’. Como parte de la opresión, la joven fue obligada a firmar un contrato en el que se comprometía a no intentar huir y en el que aceptaba ser reconocida como una “esclava”.

¿El principio del fin?

Para intentar sobrellevar el día a día, Stan aseguró que empezó a ‘jugar’ con su propia mente. “Aprendí que podía ir a cualquier parte en mi mente (...). Simplemente te alejas de la situación real que está ocurriendo y te vas a otro lugar. Ves a un lugar agradable, rodeado de personas que amas. Lo que sea que te haga feliz”, dijo al medio estadounidense.

Pese a ello, la adolescente empezó a desarrollar el síndrome de Estocolmo, una condición en la que la víctima despierta un sentimiento positivo a favor de su verdugo. En un punto de su convivencia, ella creyó que aquel hombre podría cambiar.

Su regreso al mundo fue posible a mediados de 1984, irónicamente con la mediación de Janice, una de sus captoras, y quien posteriormente testificó contra su pareja Cameron, si recibía “inmunidad”. Cameron fue encontrado culpable de secuestro y agresión sexual. Por ello recibió una condena de 104 años de cárcel.