Fue el primer militar que desafió la exclusión de homosexuales del ejército estadounidense. En 1975, Leonard Matlovich se convirtió en una figura emblemática de la lucha por los derechos civiles de los gays, cuando apareció en una entrevista en televisión admitiendo que no podía seguir ocultando su homosexualidad. "Me desgarra por dentro", afirmó entonces. "Mi conciencia no me permite seguir haciéndolo. Debo dar un paso al frente y decir: Estados Unidos, no más". Matlovich era la clase de militar orgulloso de sí mismo. Sirvió como voluntario tres veces en Vietnam, resultó herido mientras buscaba y removía minas antipersonales y recibió las condecoraciones Corazón Púrpura y la Estrella de Bronce. En ese tiempo, David Addlestone trabajaba como abogado en la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos y había estado buscando a un soldado gay que se prestara para hacer frente a la discriminación de los homosexuales en el ejército. "Él era el caso perfecto", cuenta Addlestone, quien esperaba que la excelente hoja de servicios de Matlovich hiciera que la Fuerza Aérea se lo pensara dos veces antes de expulsarlo. Addlestone, sin embargo, le advirtió al aviador que era probable que lo echaran y que "perdería 13 años de servicio militar y una pensión". Pero "Leonard dijo que ya no podía vivir en una mentira", recuerda el abogado. Religioso y conservador Matlovich había asumido su homosexualidad dos años antes, a la edad de 30 años. Sus padres eran profundamente religiosos y muy conservadores –su padre también había servido en la aviación militar– y él mismo era un devoto católico. "Nosotros éramos una familia de las que se preocupan por lo que piensan de ella sus vecinos", cuenta su sobrina Vicky Walker. "Teníamos que hacer todo en forma correcta. No nos dejaban ni beber soda. Mi abuelo era muy estricto, cariñoso, pero muy estricto". En conversación con la BBC, Michael Bedwell, un activista por los derechos de los gays que fue un gran amigo y compañero de piso de Matlovich durante muchos años, contó que "él supo desde chico que era diferente". "Sentía asco de sí mismo fundamentalmente por su educación conservadora y religiosa", indicó Bedwell. "Leonard incluso admitió que una de las razones que lo habían llevado a presentarse como voluntario para Vietnam era un deseo subconsciente de muerte, de suicidio… Pensamientos de los que se arrepintió mucho después", aseguró. Bedwell recordó que Matlovich asumió plenamente su homosexualidad sólo cuando comenzó a frecuentar bares gays y a conocer gente que lo inspiró con modelos positivos, como una ejecutiva de banco lesbiana. "Empezó a conocer gente que era diferente a los estereotipos con los que había crecido, personas que contribuían a la sociedad", apuntó. Matlovich había aceptado que era gay, pero no lo había hecho público más allá de un pequeño grupo de amigos, ni siquiera con su propia familia. Para entonces, estaba trabajando como instructor de relaciones raciales en la Fuerza Aérea, un rol que los militares habían introducido como respuesta al movimiento de defensa de los derechos civiles. "En Vietnam había conocido soldados negros y había empezado a cuestionar el racismo con el que había crecido", relató Bedwell, quien cree que estas experiencias impulsaron a Matlovich a sincerarse con sus superiores. "A Leonard le habían enseñado que Estados Unidos era la tierra de la libertad, y se dio cuenta que, de la misma forma en que nuestro país había estado mal en negar esa libertad a la gente de color, estaba mal negársela a los gays". Estado público Matlovich escribió una carta a su comandante revelando su homosexualidad y pidiendo que con él se hiciera una excepción por su hoja de servicios. El oficial "la miró y dijo 'rómpela y lo olvidaremos’, pero él se negó", recuerda Addlestone. La Fuerza Aérea respondió con un procedimiento de pase a retiro. Bedwell asegura que a esas alturas Matlovich se había sincerado con su madre, quien le había rogado que no se lo contara a su padre por temor a que la culpara a ella. "Ella pensó que algo había hecho mal", dice Bedwell, "y le aconsejó que viera a un psiquiatra". Pero Addlestone quería que el caso tomara estado público, así que en el Día de los Caídos de 1975 –una fecha que homenajea a los soldados que murieron en servicio- Matlovich habló con el periódico New York Times. Le siguió una entrevista en el canal de televisión CBS esa misma tarde, así que el aviador decidió hablar con su padre. Pero cuando lo llamó para contarle, él ya se había enterado por la prensa. "La reacción de su padre fue muy emocional", afirma Bedwell. "Se fue a llorar a su habitación. Pero luego salió y dijo: 'Si él puede soportarlo, yo también'". Hubo más entrevistas y en septiembre de 1975, justo antes de que comenzara la audiencia de su pase a retiro, se convirtió en la primera persona gay que apareció en la portada de la revista Time declarando "soy homosexual". "Fue un símbolo para los derechos de los gays”, rememora Bedwell. "Se convirtió en un héroe, especialmente para aquellos que estaban en el ejército. Yo recuerdo el día que asesinaron a Kennedy y el día en que Matlovich salió en la revista Time". Addlestone dice que la aparición de Matlovich en los medios tuvo un gran efecto en Estados Unidos. "Él era patriota, un héroe de guerra conservador y de clase media. Destruyó el mito popular sobre la homosexualidad". Bedwell añade que era "muy modesto, no era el homosexual estereotípico". Matar y amar Pronto se decidió que no era apto para el servicio. Habían recomendado un retiro común o sin honores, pero después de mucho batallar consiguió un retiro honorable. Él apeló y cinco años más tarde, tras un largo proceso legal, un juez ordenó que Matlovich fuera readmitido y promovido. La Fuerza Aérea le ofreció un acuerdo financiero y -convencido de que el ejército encontraría alguna otra razón para expulsarlo si volvía a filas- aceptó. Addlestone cuenta que miembros de la comunidad gay pidieron a Matlovich que volviera al ejército, por lo que la decisión de no volver fue muy difícil. Después, Matlovich se involucró en otras causas por los derechos de los gays y abrió un restaurante. Addllestone afirma que su popularidad creció y, como una celebridad, atrajo a lo que él denomina "fans gays". "Todos querían salir y tener sexo con él", recuerda quien fuera su abogado. En 1986 fue diagnosticado como VIH positivo. Al año siguiente hizo otra declaración pública sorprendente al revelar en una entrevista televisiva cómo se había contagiado. "Lo vi en Washington D.C. cuando se estaba muriendo", relata el letrado. "No se arrepentía de nada y se había reconciliado con su padre. El único problema que tenía era que se había convertido en una celebridad. Él era un ser humano muy modesto". Matlovich murió en 1988. En su tumba en el Cementerio Congresal de Washington puede leerse esta inscripción: "Cuando estaba en el ejército, me dieron una medalla por matar a dos hombres y me pasaron a retiro por amar a uno".