Con cerca del 17 por ciento de favorabilidad y en virtual empate con el ex presidente Rodrigo Borja por el primer puesto en las elecciones presidenciales ecuatorianas del 20 de octubre, al candidato Alvaro Noboa se le ve sonriente. El multimillonario heredero de un emporio bananero llevaba cuatro años haciendo campaña política desde que en 1998 perdió a manos del derrocado Jamil Mahuad. Pero esta vez una mezcla de estrategia de silencio y una campaña de mercadeo que lo presenta como amigo de los pobres le han dado buenos resultados. "Amo a los trabajadores de Los Alamos", dice refiriéndose a los empleados de sus plantaciones.Pero aparte de esto, Noboa no responde a las preguntas sobre su condición de dueño de la bananera. Y hace bien en guardar silencio porque en Los Alamos se esconde una historia más que negra. Para empezar, desde el pasado abril un informe de Human Rights Watch denunció el empleo de menores de 10 años a 14 años para trabajo agrario en el cultivo de Los Alamos y la violenta represión que la compañía ha impuesto para evitar la organización sindical de los obreros. El diario The New York Times denunció esa situación con el testimonio de 12 niños. Los detalles del reportaje resultaron muy dicientes: los pequeños laboran para ayudar a sus padres, pero muchas veces no reciben salario o ganan menos del mínimo. Tienen que trabajar a la intemperie con sustancias peligrosas, como insecticidas, y realizan trabajos pesados. Para completar, muchas veces deben abandonar la escuela para cumplir con estas labores. Para el diario esta constante violación del código laboral es consecuencia de que el salario de los trabajadores es tan reducido que no les alcanza para subsistir y tienen que depender también de sus hijos aunque aún sean menores.Por eso los obreros han tratado de organizarse para exigir mejoras en su condición laboral, pero la compañía de Noboa ha reprimido violentamente este activismo. Así, en marzo los trabajadores de Los Alamos le pidieron al Ministerio de Trabajo que reconociera su sindicato. Pero acto seguido 124 obreros fueron despedidos ilegalmente, entre los que se encontraban 12 de los activistas . Según denuncias de Human Rights Watch el 2 de mayo los empleados se declararon en paro para protestar por los despidos. Los huelguistas intentaron curarse en salud y pidieron protección policial antes de instalarse en la plantación. Pero la protección no llegó a tiempo. A las 2 de la mañana del 16 de mayo entre 200 y 400 hombres armados y encapuchados se abrieron paso a la fuerza. Los matones despertaron a los agricultores que dormían en la plantación y a culatazos arrastraron a ocho de ellos afuera de sus habitaciones. Los insultaron, saquearon sus casas, dijeron que tenían que abandonar la plantación, y los amenazaron con fusilarlos y lanzar sus cuerpos al río. Uno de ellos recibió un disparo en una pierna y como la compañía no había cumplido con los pagos del régimen de salud, el hombre terminó perdiendo su extremidad. Al día siguiente los encapuchados seguían allí y otros cuantos trabajadores resultaron heridos, entre ellos uno de los policías que llegaron más tarde. La denuncia llevó a la ONU y a la embajada estadounidense en Ecuador a que le exigieran al gobierno que ordenara una investigación que aún sigue en curso.Este lunar en la hoja de vida del posible próximo presidente, recogido por la prensa local, no es el único. Al tiempo que Noboa hace campaña también ha tenido que enfrentar un pleito poco presentable con su familia por su herencia bananera. Noboa y tres de sus hermanas se unieron en contra de su madrastra en el pleito de sucesión de su padre. Sin embargo sus hermanas lo acusan ahora de incumplir el compromiso de darle una parte importante a una tercera hermana con problemas de drogas que se encuentra en coma en el hospital. La audiencia por el pleito está en curso en una corte de Londres. Muchos cuestionan el conflicto de intereses que estos enredos legales representan para un empresario poco escrupuloso que ahora podría convertirse en presidente. Noboa no responde a las acusaciones. A lo sumo se limita a decir que desde que es candidato sus negocios fueron delegados a sus subalternos y él no tiene nada que ver con ninguna decisión. Su abogado lo defiende de las acusaciones de Human Rights Watch diciendo que los encapuchados fueron contratados para defender la plantación de los actos de vandalismo de los empleados en huelga y que la violencia fue desatada por estos últimos. En todo caso, a una semana de las elecciones, el incidente de Los Alamos no se ha resuelto y el amor del millonario por los pobres está en entredicho.Página web relacionadaVea el documento Tainted Harvest de Human Rights Watch