Kathleen Folbigg es el nombre que por dos décadas situó uno de los casos más controversiales en Australia, donde se acusó a esa mujer de la muerte de sus cuatro bebés, en un lapso aproximado de diez años (entre 1989 y 1999). En 2003 fue detenida y la justicia determinó que debía pasar cuatro décadas en prisión, y al cumplirse tres de estas podría pedir libertad condicional.
Según Noticias Telemundo, tras un fallo de apelación, consiguió que la pena le fuese reducida a 30 años.
Este lunes 5 de junio trascendió que la australiana, hoy en día de 55 años de edad, había sido indultada, con lo que finalmente se abrió la puerta para su libertad. El caso alcanzó tal nivel mediático que a Folbigg se le conoció como la ‘peor asesina en serie’ de ese país, a razón de lo ‘extraño’ que resultaron las primeras indagaciones sobre el fallecimiento de todos sus hijos.
Tras recibir el veredicto el fiscal, Michael Daley, dijo que “ha sido un calvario de 20 años para ella. Le deseo que encuentra la paz”, recogió el diario El Mundo. Sin embargo, también aclaró que la decisión conocida esta jornada no significaba una anulación de condenas, pues esto quedaría en manos del Tribunal de Apelación Penal.
El caso que la llevó a la cárcel
Todo comenzó en 1989 tras el nacimiento de Caleb, su primer bebé, con Craig Folbigg, un hombre a quien conoció en la ciudad de NewCastle. El pequeño murió a los 19 días de haber nacido y fue el inicio de una sucesión de eventos similares que la centraron en el ‘ojo del huracán’ hasta el punto de tener en contra (más adelante) a su propia pareja.
A la relación llegó otra ‘esperanza’: Patrick, pero falleció a los ocho meses en medio de una incertidumbre para los australianos sobre lo que estaba sucediendo. Posteriormente, llegó a sus vidas Sarah; sin embargo, la menor murió cuando tenía diez meses y a finales de la década de los noventa nació Laura, siendo la hija con la cual más tiempo compartieron con 18 meses.
Una de las primeras pesquisas giró en torno a un diario que entregó a la Policía Craig Folbigg y en el cual supuestamente, según la Fiscalía, estaba contenido el sentimiento de una madre ‘responsable’ por el asesinato de sus hijos. Aunque en los exámenes físicos no se encontraron pruebas de que los niños hubiesen sido, por ejemplo, asfixiados. Dicho texto se convirtió en pieza clave para el veredicto.
La investigación que dio un giro
Aunque en 2019 una investigación pareció cerrar cualquier puerta de dudas sobre su culpabilidad, otra indagación sentó la posibilidad de que los fallecimientos tuvieran una respuesta científica. De acuerdo con la cadena internacional CNN, la abogada Sophie Callan, dijo que “en el conjunto de las pruebas de que dispone esta investigación existe una duda razonable sobre la culpabilidad de la Sra. Folbigg”.
En las últimas indagaciones se encontró que una mutación genética denominada CALM2-G114R podría ser la responsable por la muerte de dos bebés. Este hace referencia a “un gen que codifica la calmodulina, una proteína que es importante para regular el ritmo cardiaco, porque controla la entrada y salida de calcio de las células del corazón”, explicó a El Mundo la inmunóloga Carola García. “Se sabe que es causa importante de muerte súbita en niños y de arritmias que en general son bastantes letales”, añadió.
Así las cosas, el diario español hizo dos salvedades: la primera es que dicha mutación se asocia con Sarah y Laura, mientras en el caso del primer bebé (Caleb) su partida pudo deberse a una laringomalacia (afectación en las vías respiratorias). Respecto a Patrick, de acuerdo con García, fue un ataque de epilepsia el que no lo dejó vivir más allá de los ocho meses.