La historia contiene todos los ingredientes de una buena novela de espionaje. Todo comenzó en febrero, en Bucarest, cuando un agente secreto recibió la orden de "hacer desaparecer" dos escritores disidentes, Paul Goma y Virgil Tanase, refugiados en Francia y ampliamente conocidos por sus actividades en favor de los derechos humanos en Rumania. El hombre designado para esa misión era un espía, uno de los principales jefes del tristemente célebre organismo de seguridad rumana, "Securitate"--que trabajaba en Francia, como ingeniero encargado de la seguridad de las centrales nucleares. "Hoy puedo decir que esa orden fue dada personalmente por el jefe de Estado rumano. Nicolás Ceaucescu" declaró el agente en una rueda de prensa antes de confesar que "por razones morales y pensando que ese tipo de misión no tenía nada que ver con el amor y la defensa de mi patria, decidí no cumplirla e informar a los servicios secretos franceses" El espía "Z" exigió asilo político para él y para su familia que se encontraba en Rumania, a cambio de su colaboración.Para ganar tiempo y evitar que las autoridades de Bucarest se percataran de la tradición de su agente, los detectives franceses, prepararon un formidable programa de contraespionaje, conocido únicamente por el ministro del interior, el jefe de gobierno y el presidente Mitterrand. La primera parte consistía en simular, con su aprobación, el asesinato de Paul Goma. El método escogido coincidía con las órdenes que el espía había recibido en Bucarest. La "Securitate" deseaba, en efecto, que el escritor fuera eliminado gracias a un líquido sofisticado capaz de producir un paro cardíaco sin dejar ninguna huella en el cuerpo. Los cálculos de la policía secreta rumana eran justos, se supo, pues el escritor sufre del corazón. En ese caso, nadie hubiera sospechado que se trataba de un asesinato. Los demás detalles de la operación fueron minuciosamente preparados. El ingeniero espía pudo acudir a un coktail al que asistía el escritor y mientras le expresaba su admiración depositó, con gran destreza, la sustancia mortal en su copa. "En el momento en el que el escritor se disponía a beber, un agente secreto lo empujó accidentalmente y derramó el vino" añadió el espía. Esta pieza de teatro había sido planeada para que "Z" pudiera probar su lealtad en el caso, muy probable, que otro agente rumano controlara su actividad. Para asesinar a Virgil Tanase, refugiado en Francia desde 1977, la "Securitate" no había determinado un método preciso. El escritor, los servicios secretos y el espía optaron por hacer creer, el 20 de mayo, en el secuestro y la desaparición definitiva del escritor.Una vez conocido el "secuestro", los medios de información y los disidentes de los países del este no vacilaron en mirar hacia Bucarest no sin razón. Tanase había escrito, en un semanario, francés, en enero, un virulento artículo titulado: "Su majestad Ceaucescu I, rey de los comunistas", lo que había provocado una violenta cólera del presidente rumano y explicaría su decisión de eliminar a los dos escritores. El "secuestro" de Tanase, fue evocado inclusive por el presidente Mitterrand, en una rueda de prensa el 9 de junio: "Si se comprobara la hipótesis trágica que el señor Tanase ha desaparecido para no reaparecer, las relaciones entre Rumania y Francia resultarían afectadas gravemente" Las declaraciones de Francois Mitterrand sirvieron para engañar, aún más, a los servicios secretos rumanos convencidos de que su agente habría llevado a cabo "la misión". En Bucarest, entre tanto, el ingeniero espía conseguía completar el plan, antes de volver a París; es decir, tramitar "un viaje por Europa" para algunos de sus familiares, y, por otro, obtener valiosas informaciones sobre los servicios secretos de su país, logrando inclusive ser condecorado por los "servicios prestados a la patria". La prensa francesa ha saludado el gesto del gobierno y comentado, favorablemente, la actitud del presidente francés en favor de los disidentes del Este. Los escritores, por su parte, seguirán confrontando los peligros que los amenazan, "en nombre", dijeron, "de lo que creemos que es nuestro deber: denunciar la dictadura de Ceaucescu en Rumania".