La paz de Colombia está incompleta. La firma de un acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarios de Colombia (FARC) fue un avance inédito y, en un principio, positivo. Pero el surgimiento de disidencias de esa guerrilla y un recrudecimiento de la violencia en ciertas regiones amenazan con hacer que la guerra regrese al país. En medio del nuevo escenario está el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla más vieja del continente y hoy la más grande del país.
Además de negociar con las FARC, el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) emprendió un proceso de paz con el ELN que no alcanzó a concluir y que el actual presidente, Iván Duque, suspendió tras un ataque de la guerrilla en enero de 2019 a una escuela de la Policía en Bogotá que dejó 21 muertos. Desde entonces las negociaciones están congeladas, pero no la guerra: la lucha entre el ELN y el Estado, a la que ahora se añaden otros grupos ilegales y las disidencias de las FARC, tiende a hacerse más compleja. Al menos 150 líderes sociales, más de 200 excombatientes de las FARC y cientos de civiles han muerto este año por las luchas de poder que se gestan en el interior de Colombia, según cifras de la ONU. Y, en el medio, hay otro protagonista: el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, garante del proceso con las FARC y, según algunas organizaciones especializadas e investigaciones periodísticas, anfitrión de cientos de combatientes del ELN en su territorio. Tanto Maduro como el ELN niegan dichas versiones, pero en esta entrevista con BBC Mundo el jefe político y negociador de la organización subversiva, Pablo Beltrán, explica que comparten enemigos con el mandatario venezolano. Estos son algunos extractos de la conversación que Beltrán, de 66 años, guerrillero desde los años 70 y radicado en La Habana desde hace año y medio, mantuvo con nuestro corresponsal en Cuba, Will Grant.
Aunque las conversaciones de paz se congelaron hace año y medio, la delegación de negociación del ELN, liderada por Beltrán, sigue en La Habana. Ustedes están aquí, en teoría, para unas conversaciones de paz que llevan más de un año congeladas. ¿No es la realidad que este proceso colapsó y que no hay esperanza de resucitarlo? En parte es cierto, pero en parte no. Cuando llegó Duque al gobierno, hubo 5 meses de conversaciones confidenciales intentando lograr un reinicio. A partir del 2019, hubo un ataque de unas unidades nuestras (a una escuela de la Policía) que llevó al gobierno a congelar el proceso.
Después en Colombia ha habido mucho debate sobre la suerte del proceso de paz. En año y medio de debate han tomado más fuerza, en el conjunto de la sociedad colombiana, quienes apoyan un proceso de paz y se ha debilitado un sector que es minoritario que no quiere el proceso de paz. Hoy, está más próxima una posibilidad de que haya un reinicio de estas conversaciones. ¿A pesar de que este gobierno es tan escéptico sobre ustedes? Es que la política es muy dinámica. Duque en campaña decía bellezas del proceso de paz pero después. Gobernando, él tiene mucha influencia de (el expresidente Álvaro) Uribe, comenzó a desconocer el acuerdo no solo con las FARC sino con nosotros. Pero hoy la sociedad colombiana le está diciendo a este gobierno que hay que respetar los acuerdos y los procesos de paz y eso se convierte en una presión muy fuerte.
El gobierno colombiano, con Gustavo Bell (izquierda) como jefe negociador, alcanzó a pactar una hoja de ruta de conversaciones con el ELN. Foto: AFP / BBC. Fuimos testigos de la firma del acuerdo con las FARC. Fue obviamente un momento histórico. ¿Qué tan lejos están ustedes de semejante momento? La paz es un asunto de voluntad. Lo básico que la mueve es que haya voluntad de solución política. El ELN, por mandato de sus congresos internos, tiene un mandato de buscar una solución política. Y en el caso nuestro, de la delegación que estamos aquí en La Habana, tenemos esas instrucciones; así el gobierno se levante de la mesa, nosotros persistimos. Porque lo que vuelve viable a Colombia es la paz. Pero ¿cuáles son las medidas concretas que ustedes proponen para reiniciar las negociaciones? Nosotros le hemos dicho al gobierno: construyamos sobre lo construido. Porque la paz es un asunto de Estado. Las cortes han dicho que una paz se logra con tres gobiernos. Entonces, si nosotros ya avanzamos algo con el gobierno anterior, tengámoslo en cuenta. Pero también les hemos dicho: si ustedes tienen reparos, llévenlos a la mesa. No les vamos a imponer 100% lo que hicimos con el otro gobierno.
Duque suspendió las negociaciones después del ataque de una escuela de la Policía en Bogotá. Esta foto es de una protesta a la que asistió el presidente tras el atentado. Foto: AFP / BBC. Duque dice que deben dejar unilateralmente las armas y devolver a los secuestrados para retomar las negociaciones. ¿Tiene intención de hacer alguna de estas cosas, por lo menos lo segundo? Nosotros proponemos que nos sentemos a dialogar sin requisitos. El año pasado llegaron a poner hasta 17 requisitos para iniciar un diálogo. Entonces, si usted está poniendo 17 requisitos pata iniciar un diálogo, lo que está diciendo es que no quiere dialogar.
Con ojos extranjeros, pareciera que liberar a los secuestrados es tan simple que no se entiende por qué no se hace. Le pongo un ejemplo. El gobierno tiene más de 600 prisioneros políticos nuestros. ¿Por qué el gobierno no libera al 10%? Y ahí sí que pidan que nosotros liberemos. Ahí lo consideraríamos. Somos dos partes. No es justo que se le hagan exigencias unilaterales solamente a la parte más pequeña. Si se trata de mostrar voluntad de paz, demostrémosla cada uno. Pero es que ustedes son los que tienen un grupo armado al margen de la ley. Le pongo otro ejemplo. Las Fuerzas Armadas del Estado tienen una asociación con bandas y mafias y con base en eso hacen la guerra. Eso no les da legitimidad. Porque una parte de la guerra la hacen de manera abierta y otra de manera encubierta. Entonces, que Duque deje de tener, a través de sus Fuerzas Militares, alianzas con los narcoparamilitares, para que tengamos un interlocutor más legítimo. Porque muchas de las cosas que ellos hacen hoy -masacres, asesinatos de líderes sociales, desplazamientos- las hacen con esos grupos como una manera de decir que no hacen guerra sucia.
Beltrán habló con nuestro corresponsal en Cuba, Will Grant. ¿El ELN está trabajando con algunas fuerzas disidentes de las FARC? Las FARC se ha subdividido en varios grupos de diferente carácter. Nosotros mantenemos algún tipo de contacto con alguno u otro grupo. Con los que tenemos menos contacto, y a veces incluso tenemos choques, es con los sectores que están más dedicados a negocios (ilegales). ¿El ELN se ha fortalecido con la paz de las FARC? No, porque somos dos insurgencias muy distintas. Ni nosotros les hemos pedido que ingresen al ELN ni ellos a nosotros. Más bien les hemos pedido que esos conjuntos se unan para tener una interlocución, pero no lo han logrado. Ustedes tienen a parte de sus fuerzas en la frontera con Venezuela. ¿Qué tipo de apoyo reciben del gobierno de Maduro? Esa frontera tiene 2.200 kilómetros y nosotros históricamente hemos estado ahí. Antes hacíamos más ataques ahí y con el gobierno antes de Chávez hicimos un acuerdo de no hacer más ataques ahí. Y hasta ahora lo hemos cumplido. Pero del otro lado no se ha cumplido: cuando nuestros miembros pasaban al lado venezolano, eran atacados. Pero existe la idea de que ustedes trabajan mano a mano con el gobierno actual de Venezuela. A veces tenemos enemigos comunes, es cierto. Por ejemplo, cuando (en enero de 2019) al jefe de la oposición, Juan Guaidó, lo fueron a pasar al lado colombiano. Un grupo narcoparamilitar llamado los Rastrojos fue el encargado de trasportarlo y asegurarlo. En esa zona por donde pasó Guaidó nosotros combatimos con ese grupo. No porque ese grupo vaya y combata con el gobierno de Maduro. Sino porque usa esa zona como un corredor de exportación de coca y porque masacra a las poblaciones campesinas e indígenas de ahí. Entonces, cuando los Rastrojos están de nuestro lado, nosotros los combatimos. Y cuando se pasan al lado venezolano, ellos los combaten. Entonces, le puedo decir: (el ELN y Maduro) estamos combatiendo un enemigo común.
La presencia del ELN es en todo Colombia y, según Duque, también en Venezuela. Foto: AFP / BBC. Pero ¿qué tiene que ver el ELN con la situación política interna de Venezuela? De las migraciones de colombianos a Venezuela, que en un momento se estimaba eran 4 millones de personas, muchos eran campesinos e indígenas y afros desplazados de la violencia. De esos 4 millones de colombianos que había en el año 99, ¿cuántos salían de la zona de influencia del ELN? Muchos. Y allá siguen siendo del ELN. Y ¿qué hacen? Apoyan el proceso revolucionario de allá. Entonces, si me pregunta en honestidad, quiénes son los miembros del ELN que están allá, yo le digo que son esos, que llevan décadas allá y apoyan a ese gobierno. El discurso del ELN sigue estando muy marcado por la Guerra Fría y los temas del siglo pasado. ¿Cree que ese discurso tiene resonancia con los jóvenes colombianos hoy? Donde más estamos creciendo es entre los jóvenes y entre las mujeres de los estratos urbanos, porque no hay una alternativa de empleo para la juventud. Las universidades públicas están en crisis. Entonces para nosotros es prioritario hacer un proceso de inserción social en las ciudades.
Porque nosotros tenemos parte del ELN en las ciudades de manera clandestina, sin uniforme y sin fusil. Pero otra como guerrilla rural, con uniforme y fusil. Entonces, la lucha por los cambios de Colombia es la agenda. Y no es la lucha para que haya socialismo, no; sino para que haya una democratización, para sacar la violencia de la política, para acabar la desigualdad social. ¿Entonces usted dice que el ELN es una organización moderna? Pues una parte gruesa de la gente nuestra hace trabajo ambiental. No quiere que haya grandes proyectos de extracción de recursos minerales que dañan la tierra. Que se respeten las consultas a las comunidades indígenas. Nosotros defendemos el agua, los bosques.
Esta es la escuela de la policía en Bogotá atacada por unidades del ELN en enero de 2019. Foto: AFP / BBC. ¿Usted ve el proceso de paz con las FARC y qué siente, envidia o temor de terminar en la misma situación? Intentamos extraer enseñanzas, porque el proceso con las FARC hizo un esfuerzo en el tema de verdad. Porque si hay verdad, hay justicia, que es lo que piden las victimas. Y en la agenda que nosotros firmamos con Santos, un punto dice que vamos a garantizar los derechos de las víctimas. Y es verdad toda, y verdad todos. Y eso le hemos dicho a este gobierno y al expresidente Uribe: diga la verdad y nosotros decimos la verdad. ¿Hay posibilidad de que la pandemia reactive las negociaciones o que, al contrario, las afecte aún más de lo que ya están? Al principio de la pandemia nosotros hicimos un alto al fuego de tres meses y le propusimos a Duque que hiciéramos un cese bilateral y no ha dicho nada. Hay una carta de mas de mil organizaciones que piden atender el llamado del Papa y la ONU para hacer un cese bilateral del fuego. Con un motivo humanitario. Pero el gobierno es sordo en eso. Uribe ahora está en arresto domiciliario. ¿Ustedes como lo interpretan? Es algo positivo, porque él duró más de 40 años en cargos públicos, y en muchos de esos años tuvo actuaciones ilegales. Y el hecho de que ahora la Corte lo llame a indagatoria implica un comienzo, y un mensaje, y una esperanza: a los poderosos y a los intocables también los llama la justicia y por esa vía es posible conocer la verdad. Entonces claro, eso es histórico. Y esperamos que eso prosiga.