Maneja una moto Harley Davidson, se sube a cantar en los conciertos del grupo de rock La Mancha de Rolando, vive en el barrio ‘in’ de Puerto Madero, fue ministro de Economía entre 2009 y 2011, y desde ese año es el vicepresidente de Cristina Fernández de Kirchner. Amado Boudou tiene además el récord de ser el primer vicepresidente de la historia argentina acusado por hechos de corrupción. En concreto, por haber utilizado sus cargos para quedarse, a través de testaferros, con el negocio monopólico de imprimir los billetes.Eso cree el juez Ariel Lijo, quien no acusa a Boudou de tráfico de influencias, ni de recibir sobornos, sino directamente de haberse quedado con Ciccone Calcográfica, la única empresa en capacidad de imprimir billetes. “Boudou, junto a José María Núñez Carmona, habrían adquirido la empresa quebrada y monopólica Ciccone Calcográfica, mientras Boudou era ministro de Economía, a través de la sociedad The Old Fund (TOF) y de Alejandro Vandenbroele, con el fin último de contratar con el Estado la impresión de billetes y documentación oficial”, según Lijo. Por intermedio de Carmona, su amigo de la infancia, Boudou habría presionado a los dueños de la imprenta a ceder el 70 por ciento de sus acciones a TOF a cambio de una moratoria de impuestos otorgada por la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip), que dependía de Boudou como ministro de Economía. Dicha moratoria fue excepcional e ilegal, por los amplios plazos concedidos y la eliminación de intereses.Al mismo tiempo, “con la finalidad de que Ciccone Calcográfica fuera contratada por el Estado Nacional, Boudou (como ministro de Economía) habría interrumpido una licitación que tramitaba en Casa de la Moneda, que permitía el autoabastecimiento de la producción de la totalidad de las demandas de billetes del Banco Central”, según Lijo.Después de la elección de Boudou como vicepresidente en noviembre de 2011, Ciccone Calcográfica, ahora llamada Compañía de Valores Suramericana (CVS), firmó un contrato con la Casa de la Moneda para imprimir 410 millones de billetes.El escándalo se hizo público en medio de un trámite de divorcio: Laura Muñoz, la esposa de Alejandro Vanderbroele, titular de The Old Fund, lo denunció como el ‘testaferro de Boudou’.Vanderbroele, quien figura como un contribuyente de la escala más baja, vivía en el apartamento de Boudou en Puerto Madero, pagaba las cuentas, el cable y el teléfono, a pesar de lo cual Boudou ha jurado mil veces que no lo conoce. El juez Lijo no le creyó y dio casi por probada su relación.Boudou se ha convertido en una piedra amarrada al cuello de Cristina Kirchner, pero sorprende su capacidad de resistencia: ni él renuncia, ni la presidenta le pide que se haga a un lado. Distintas versiones periodísticas, como la que relata Luis Majul en La Nación el 5 de junio, insisten “que fue Néstor Kirchner quien encomendó a Boudou que le quitara la imprenta a Ciccone”, para evitar que otra empresa, ligada al peronismo opositor, se quedara con el negocio. La terquedad de Cristina en defender a su vice obedece también a que ella lo eligió, contra las opiniones de su propio hijo y de sus asesores más cercanos. Para el analista Rosendo Fraga, si bien la presidenta no puede ser complicada judicialmente, el caso sí puede complicarla desde el punto de vista político: “El vicepresidente reemplaza a la presidenta cuando esta viaja y también la representa cuando ella no puede viajar”, dice. Si el juez decide seguir adelante con el juicio, “el problema institucional será que la presidenta pasará a estar representada dentro y fuera del país por alguien procesado penalmente por corrupción”, concluye. La semana anterior el centro de Buenos Aires amaneció lleno de afiches que decían “Fuerza Amado ¡Te Bancamos!”, y una foto de Boudou sonriente rodeado de militantes kirchneristas. El vicepresidente rockero va a seguir dando pelea.