Brooke Greenberg nació el 8 de enero de 1993 y murió en Maryland, Estados Unidos, a la edad de 20 años como consecuencia de una extraña enfermedad genética que le impedía evolucionar y envejecer. Nació prematura, pesó 1,84 kilos, no mudó sus dientes de leche y aunque era mayor de edad parecía una niña de tan solo 2 años, edad en la que se detuvo su crecimiento.
La adolescente, quien vivió rodeada de amor al lado de sus padres Howard y Melanie Greenberg y tres hermanas, tenía la capacidad mental de una niña de un año, pesaba siete kilos, sus huesos eran los de una niña de 10 años y sus dientes lucían como si tuviera 8. Solo el pelo y las uñas le crecían, pese a las hormonas de crecimiento que le suministraban los médicos y a los distintos tratamientos a los que fue sometida.
Brooke tampoco podía hablar, pero se valía de gestos para darse a entender, aunque “a veces se rebelaba como una adolescente”, expresaron sus hermanas. Una afección pulmonar finalmente detuvo su vida.
Sin embargo, al nacer parecía normal, excepto que poseía una cadera dislocada y por esto fue después intervenida quirúrgicamente.
Pese a la enfermedad, la eterna bebé desarrolló un fuerte sentido de la identidad individual, amaba a sus padres y tres hermanas y tenía una fuerza vital a prueba de fuego, pues durante los primeros 6 años pudo soportar varias cirugías que le practicaron para curarla de siete úlceras gástricas.
Esta condición, casi única en el mundo, en que se detiene el envejecimiento, ha generado un nuevo enigma para la ciencia y comunidad médica internacional. A lo largo de su corta vida, Brooke siempre fue asistida por varios expertos y prestigiosas instituciones médicas como el John Hopkins Children´s Center y el Hospital Mount Sinai de Nueva York, pero nadie pudo determinar con precisión la causa de la enfermedad. Por ello la diagnosticaron en su momento con “Síndrome X”, que significa síndrome desconocido.
“Ella realmente no estaba creciendo al ritmo que debería. Recuerdo que el médico dijo que cuando Brooke ingresara a cuarto grado iba a estar como en el primer grado. Podíamos vivir con eso, no tuvimos ningún problema con eso. Realmente no sabíamos el camino que estábamos a punto de tomar”, dijo su padre a cadena NBC News de los Estados Unidos.
Finalmente, la niña murió el 24 de octubre del año 2013 a la edad de 20 años, pero luciendo como una bebé de nueve meses. Fue enterrada en el cementerio de Baltimore, en un cofre que su familia guardaba de tiempo atrás, pues el médico Richard Walker les había prevenido siempre de una posible muerte precoz.
“No teníamos médicos que nos dieran una cura. Así que enfrentamos la realidad y simplemente dijimos: ‘Ella está aquí por una razón, está bien a nuestros ojos tal como es”, manifestó en su momento la familia.
Esta falencia también se conoce como ‘el síndrome de Benjamin Button’, que reduce o detiene el crecimiento de los niños desde una edad temprana, provocado por una mutación en el gen responsable del proceso de envejecimiento.
Estudios del ADN de Brooke
Tras la muerte de Brooke, el Instituto de Biología Multiescala y Genomas del Hospital Monte Sinaí en Nueva York consiguió un permiso de los padres para estudiar el ADN de la niña con el objetivo de responder a las incógnitas sobre su enfermedad.
Entre algunos de los hallazgos que se han hecho, en el estudio del ADN se logró aislar varias mutaciones, evidenciando que estas no inhibían el crecimiento en su totalidad, sino que se concentraban en algunos lugares específicos del cuerpo.