Un intrigante caso, que hizo revivir la fascinación por los misterios de ultratumba, se presentó en Polonia, cuando un grupo de arqueólogos desarrollaba sus actividades en un pueblo al norte del país, en el voivodato de Cuyavia y Pomerania.
Los científicos, adscritos a la Universidad Nicolaus Copernicus hallaron el esqueleto de un niño que presentaba características inusuales.
Por un lado, había sido enterrado boca abajo, una posición extraña, ya que los muertos suelen ser sepultados boca arriba.
Otra circunstancia curiosa del entierro es que el esqueleto fue enterrado con un candado triangular en los pies.
De acuerdo con los arqueólogos, la sepultura data de alrededor de 400 años y el niño debía tener entre 5 y 7 años.
Igualmente, informaron que la tumba del pequeño no es la única, sino que pudo ser parte de lo que se conocía como cementerio de las “almas abandonadas” y de los muertos que habían sido muy pobres en vida como para ser enterrados en el cementerio de la iglesia.
Si bien el hallazgo ha causado asombro, no es el primero con esas características que los arqueólogos descubren en la zona.
El año pasado, una excavación también llamó la atención de los exploradores debido a sus curiosas características.
Se trataba de una mujer que había sido doblemente protegida, “para que no se levantara de su tumba”, como lo explicaron los propios arqueólogos.
El esqueleto tenía algo en común con el del niño y es que también tenía un candado en los pies, además de una hoz alrededor del cuello y que apuntaba hacia abajo.
Las investigaciones sobre esta mujer muerta todavía se encuentran en curso, pero cuando concluyan, los análisis de ADN dejarán conocer si murió a causa de alguna enfermedad grave, lo cual es bastante probable para los investigadores.
En todo caso, este caso fue denominado como el de la “mujer vampiro” y el niño también cabe dentro de ese criterio.
Indagando en las creencias del pasado, los arqueólogos cuentan que en la Polonia de otros tiempos la gente le tenía miedo a los muertos y a lo que podrían hacerles después de su entierro, como lo explicó Dariusz Polinski, el arqueólogo líder de la investigación.
Mientras que en ciertas culturas los niños muertos son vistos como ángeles que van directo al cielo, en esa parte de Polonia más bien se les tenía miedo.
Se temía, dijeron los arqueólogos, que los pequeños regresaran de sus tumbas como fantasmas. El miedo se agravaba si los menores habían muerto de una manera extraña o de repente.
Aunque los científicos aclararon que en el siglo XVII, la época del entierro del niño, aún no se conocía el concepto de vampiro, estos casos podrían caber dentro de él, ya que en esa región existía la creencia de un difunto enterrado boca abajo, le quitaba cualquier poder de regresar del más allá.
El entierro del pequeño polaco de antaño también presentó otra característica misteriosa y es que estaba incompleto, lo cual indicaría que la tumba fue profanada, aunque no pudieron establecer en qué momento de estos cuatro siglos pudo suceder esto.