A comienzos de marzo, cuando la emergencia del coronavirus empezaba a tomar tintes de pandemia, los países europeos apostaban por mantener la normalidad. Los eventos masivos, entre ellos el fútbol, seguían celebrándose, congregando a miles de turistas y aficionados que no se imaginaban que hoy, casi dos meses después, las competiciones deportivas estarían suspendidas. Ante esta situación, los grandes empresarios del fútbol, el deporte más lucrativo del planeta, hacen malabares para salvar su negocio y terminar la temporada, sin importar las consecuencias que pueda tener la reanudación en los deportistas y la salud pública. El coronavirus golpeó al fútbol en un momento clave. Con los torneos en su recta final, las audiencias estaban en su pico más alto, y los estadios se llenaban a reventar en el Viejo Continente. Pero con la pandemia, el fútbol se quedó sin clientes: los estadios cerraron y las cadenas de televisión retuvieron el pago de los derechos de transmisión a los clubes, desestabilizando por completo el negocio.
Desde hace años, la televisión es la mayor fuente de ingresos para los clubes, superando de lejos a las ganancias por la venta de entradas o la publicidad. La situación ha decantado en que los clubes busquen, a como dé lugar, terminar las competiciones para televisar los partidos y reclamar el dinero. Eso sí, ya están resignados a perder buena parte de las ganancias por publicidad y la totalidad de los ingresos por la venta de entradas.
Los directivos del fútbol europeo están empeñados en terminar la temporada sin público. Algunas modificaciones para hacer menos traumático el retorno incluirían partidos más cortos, más sustituciones y la ausencia del VAR. Todo indica que la abrupta interrupción hundirá al fútbol en una profunda crisis. De acuerdo con Deloitte, el ingreso total de todos los clubes europeos durante la temporada 2017-2018 fue de 28.400 millones de euros. Con la crisis, se calcula que para la actual temporada caerán hasta los 15.000 millones, una cifra cercana a la del periodo 2008-2009, cuando la televisión pagada no había inflado aún los ingresos de los clubes. La situación ha ocasionado despidos masivos y el recorte de salarios, pero si no se reanudan las competiciones, muchos clubes quedarán con grandes deudas. Otros, incluso, podrían desaparecer.
Salidas dispares Los países europeos han optado por el individualismo para decidir qué hacer con las competiciones deportivas. Hay mandatarios que quieren reanudar la temporada de fútbol; otros no han dudado en suspenderla.
En Francia, Emmanuel Macron aseguró que no habrá grandes eventos deportivos en aquel país hasta septiembre. Como salvavidas para los clubes profesionales, BeIN Sports y Canal+, las cadenas que transmitirían los partidos restantes de la competición, acordaron entregar una parte de los 130 millones de euros en derechos televisivos que retuvieron por la suspensión de la liga. Reino Unido intentó resistirse a parar los torneos en marzo, amparado por las tibias medidas de Boris Johnson para contener el virus. No obstante, el aumento vertiginoso de los casos obligó a suspender el fútbol. Las cadenas BT Sport y Sky Sports ya habían acordado cuánto pagar por los partidos restantes, por lo que los clubes ya contaban con ese dinero. Según el Daily Mail, la liga de Inglaterra perderá el 20 por ciento de su facturación anual si se suspende la temporada. En total serían más de 1.260 millones de euros, de los cuales 860 millones corresponden a derechos televisivos. Cada equipo dejaría de percibir, en promedio, unos 45 millones de euros.
En Reino Unido, al igual que en Italia y España, se preparan para volver al ruedo. Los tres países autorizaron los entrenamientos individuales, y el 18 de mayo ya se podrán hacer entrenamientos en equipo. Tienen previsto reanudar los torneos en junio, y entre las ideas contempladas para hacerlo están aislar a los deportistas en pocos hoteles hasta que termine la temporada, competir en escenarios neutrales alejados de los centros urbanos y realizar constantes testeos de covid-19. Quien seguramente marque el compás de la vuelta del fútbol es Alemania. Angela Merkel dio vía libre para retomar el torneo nacional, y todo apunta a que se reanudará el 16 de mayo. El riesgo parece bajo, ya que el virus ha sido neutralizado gracias al confinamiento oportuno y al alto testeo del virus en ese país. Se han hecho 1.724 pruebas a los futbolistas, de las cuales apenas diez dieron positivo. Pero en el resto del continente los riesgos podrían ser mayores.
Peligros latentes Los riesgos de una vuelta apresurada están a la vista. Preocupan los protocolos para proteger la salud de los futbolistas en un deporte que es, por naturaleza, de contacto. Al respecto, Michel D’Hooghe, presidente del comité médico de la Fifa, le dijo a BBC Sport que “hay consecuencias de vida o muerte, por lo que hay que decidir con cuidado si se juega de nuevo. Estoy preocupado porque, para tener una solución completamente segura, tenemos que esperar hasta que exista una vacuna. Pero estamos pensando solo en tomar precauciones de higiene. ¿Por qué estamos tan apresurados con el fútbol y no con otros deportes?”.
Gianni Infantino, presidente de la Fifa, afirma que “por ningún partido vale la pena arriesgar una vida”. Para muchos, exponer a los deportistas a competir y dar espectáculo mientras el resto de la humanidad evita contagiarse es propio de la antigua Roma. Como escribía Paul MacInnes en The Guardian, “es difícil persuadir a hombres que tienen familias jóvenes a dar un salto de fe y convencerlos de que competirán de forma segura. No muchos se han expresado al respecto, aunque aquellos que lo han hecho no esconden su miedo”. Gianni Infantino, presidente de la Fifa, afirmaba en una entrevista con UOL Esporte que “por ningún partido, ninguna competición y ninguna liga vale la pena arriesgar una vida. Sería más que irresponsable obligar a las competiciones a reanudar si las cosas no están ciento por ciento seguras”.
En Reino Unido, donde los directivos aseguran que la vuelta a los entrenamientos será “más segura que un viaje al supermercado”, varios futbolistas temen ser utilizados como “chivos expiatorios” bajo la excusa de entretener a los británicos en tiempos difíciles. En Italia, el presidente de la Federación de Fútbol, Gabriele Gravina, acusó a quienes no quieren reanudar el torneo de “no amar al fútbol ni a los italianos”. Muchos peligros están aún por verse. Aunque parezca improbable que un deportista sea vapuleado por el virus, un artículo de la revista médica The Lancet señala que el contagio de covid-19 en deportistas susceptibles a infecciones respiratorias puede ser peligroso. De acuerdo con el medio especializado, “las enfermedades respiratorias son recurrentes en los atletas, y son la principal causa de consulta médica no relacionada con lesiones”.
También hay otras preocupaciones derivadas de la vuelta del fútbol. Una es desviar parte de los recursos del sector de la salud, que deberían estar enfocado en enfrentar la pandemia, para ponerlos al servicio de los deportistas. Otra, que a pesar de que se juegue sin público, se disparen las aglomeraciones de hinchas para seguir los partidos por televisión. Pero todo indica que, a pesar de los riesgos evidentes, algunos no pueden esperar más para que vuelva a rodar el balón.