Hasta hace algunos meses la campaña de Al Gore por la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos parecía imbatible. Pero cuando comenzó a perder en las encuestas ante el principal aspirante republicano, el gobernador de Texas George W. Bush, muchos de sus copartidarios comenzaron a cuestionarse si la figura acartonada y distante del vicepresidente sería la carta apropiada para retener la presidencia a partir de 2000. Esa situación llegó a su clímax la semana pasada cuando el influyente senador Patrick Moynihan decidió apoyar las aspiraciones del precandidato Bill Bradley mientras afirmaba contundentemente que "Gore es inelegible". Esa circunstancia, y su éxito en las encuestas del emblemático estado de New Hampshire (ver recuadro), catapultaron a Bradley al primer plano de la escena electoral norteamericana. Como si eso fuera poco, casi al mismo tiempo se revelaron las cifras de las donaciones conseguidas por cada campaña en los últimos tres meses y la comparación favoreció al ex senador por New Jersey, quien alcanzó 6,7 millones de dólares contra 6,5 de Gore. Ese índice financiero, que es equiparable a la gasolina en una competencia automovilística, terminó de confirmar casi de un momento a otro que la seguridad de Gore como candidato demócrata se vino abajo.De todas maneras no es que Gore esté acabado. Aunque siempre pierde frente a Bush sigue teniendo ventaja entre sus copartidarios demócratas en las preferencias a nivel nacional. Y muchos observadores coinciden en que su peso específico es mucho mayor que el de Bradley, un ex senador de escasos méritos legislativos. Como dijo a SEMANA un analista de la Universidad de Harvard, "A Bradley lo único que lo favorece realmente frente a Gore es que tiene una personalidad más atractiva y su posición como ajeno al establecimiento. Pero cuando llegue la hora de los debates la ventaja sigue siendo de Gore". Los voceros de Bradley señalan que hasta hace dos semanas Gore lo ignoraba pero que ahora el vicepresidente está ansioso por tener un debate con él. Pero aun ganándole en el cara a cara Gore tiene ahora que recaudar más dinero, pues de lo contrario tendría que enfrentar las primarias (que comienzan en New Hampshire en febrero) con el 'tanque' casi vacío. Y ese fue uno de los factores que más influyó en la derrota de Bob Dole en las elecciones de 1996. Lo único que parece seguro es que la carrera demócrata, que parecía definida, podría resolverse por una nariz. Gore y su campañaLa mayor muestra de que Bill Bradley se ha convertido en una verdadera amenaza para las aspiraciones de Al Gore es que éste resolvió sorpresivamente hacer modificaciones sustanciales a su campaña en busca de apartar su figura de la del establecimiento de Washington y separarse del síndrome de 'cansancio' con Clinton. Para ello trasladó el vicepresidente sus oficinas a la ciudad de Nashville, en el estado de Tennesse, donde de niño pasaba sus vacaciones. También disminuyó personal y modernizó su estilo de ropa en medio de su empeño por parecer más casual y 'conectado' con la gente.