Uno de los proyectos más ambiciosos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) es el avión X-69, el cuál es supersónico y alcanza velocidades inimaginables. Algo único en avances tecnológicos y en la ciencia.
Sacado de una película de la Saga de la Guerra de las Galaxias o del universo de Star Trek, esta nave parece ser lo que un día se creía imposible y ficticio. La NASA no ha perdido el tiempo y ha desarrollado un avión capaz de volar a 1.760 kilómetros por hora. En colaboración con la compañía Lockheed Martin, han estado produciendo el X-59.
No es la primera vez que la ciencia se atreve a lo impensado. Hace dos décadas se puso en marcha el que sería el último vuelo del emblemático avión Concorde. Este avión era un modelo capaz de alcanzar las condiciones supersónicas. En su tiempo, fue nombrado como una ‘maravilla tecnológica’ y la muestra de la transformación de la inverosimilitud en algo real.
Podía volar con pasajeros a una velocidad máxima de 2.179 kilómetros por hora y duplicar la velocidad del sonido. En todos los años de la aviación comercial supersónica, nunca se había visto algo igual al Concorde. Desde la década de los 50, en pleno inicio de la Guerra Fría, las potencias mundiales quisieron ser los primeros en hacer lo increíble, volar supersónicamente.
Concorde, la leyenda de la aviación
En los años posteriores de la carrera tecnológica, cada avance era un gran paso. Sin embargo, nadie se acercó al objetivo. El único relativamente avanzado fue el Túpolev Tu-144, producido por la Unión Soviética. No obstante, el mundo no estaba preparado para el boom de 1962.
Mediante un tratado firmado, Francia y el Reino Unido se aliaron para poner en marcha el mítico Concorde. Durante ocho años, las naciones trabajaron para crear la nave. Fue hasta 1969 que realizaron las primeras pruebas y en los tres años posteriores se efectuaron demostraciones aéreas para atraer compradores.
En la década de los 70, se encargaron más de 70 unidades. Sin embargo, no todo fue color de rosas. Por razones como la crisis petrolera o los problemas medioambientales, hicieron que financieramente las compañías aéreas entraran en caída y, por ende, la viabilidad del proyecto entró en vilo.
Para fortuna de las empresas, la producción del avión no se detuvo y el 21 de enero de 1976, British Airways y Air France realizaron el debut oficial del primer Concorde en un vuelo comercial que recorrería Londres-Bahréin y París - Río de Janeiro. Tan solo bastó un mes para agregar paradas en Estados Unidos.
En suelo norteamericano, el Concorde tuvo conflictos ocasionados a la contaminación auditiva que provocaba. Muchas quejas sobre el ruido hicieron que el Congreso estadounidense prohibiera el uso de estos aparatos en una gran cantidad de aeropuertos. Gracias a William Coleman, secretario de Transporte de los Estados Unidos, el avión supersónico pudo volar hacia Washington. Y recién en 1977 consiguió el permiso para hacerlo entre Londres y París y Nueva York.
El paso de los años y las décadas, permitió que el imponente avión cruzara por los continentes y, en especial, transportando mandatarios y equipos de fútbol. En 1978 transportó al seleccionado francés al Mundial, en 1987 llevó al presidente de Zaire y al de Francia.
La última vez que el Concorde vio la luz del sol fue en el 25 de julio del 2000, cuando un vuelo se dirigía desde Paris hacía Nueva York, una ruptura en el despegue hizo que la aeronave se accidentara en la localidad de Gonosse. Las muertes de 113 personas hicieron que la desconfianza sepultara la aeronave. Veinte años después, la Nasa se está atreviendo a dejar el pasado atrás.
El modelo X-57
En febrero de 2017, la entidad le otorgó a Skunk Works de Lockheed Martin un contrato para que fuera el responsable del diseño preliminar de la aeronave supersónica eléctrica. Al año siguiente, fue bautizado como el X-59 QueSST. En principio, se utilizó su prototipo para realizar simulaciones de vuelo. No obstante, con el paso de los meses, las partes se empezaron a ensamblar y se empezó a evidenciar la viabilidad del modelo.
En diciembre de 2019, la Nasa mostró por primera vez el particular diseño del X-59, su próximo avión supersónico. En su composición, se destaca por el uso de una nariz larga y diseñada así específicamente para hacerlo más silencioso. Ahora, el avión está más listo que nunca, luego de seis años.
El propósito de este avión supersónico es encontrar tecnologías más silenciosas a la hora de volar a velocidades que superan la barrera del sonido. El prototipo experimental X-59 es el que más probabilidades tiene hasta el momento. Para este año van a probar el avión y medir el sonido que produce en el campo de pruebas del Centro de Investigación de Vuelo Armstrong de la agencia en California. La Nasa afirmó que instalarán más de 175 sensores en tierra para medir el sonido. Finalmente, en 2024 esperan realizar las primeras pruebas de vuelo sobre comunidades de personas en Estados Unidos y ver la respuesta que reciben de esto.