El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, afronta el inmenso reto de satisfacer las expectativas internacionales de frenar la destrucción de la Amazonia, clave para la lucha contra el cambio climático.

“La Amazonia está muy dañada. Necesitamos un plan”, afirma Luciana Gatti, de la agencia espacial nacional de Brasil.

Lula, que asumirá su tercera presidencia tras gobernar entre 2003 y 2010, aseguró que dará respuesta a la emergencia.

El planeta “necesita una Amazonia viva”, dijo la noche de su victoria electoral frente al mandatario ultraderechista Jair Bolsonaro.

En especial, Lula se ha comprometido a “luchar por la deforestación cero” y a “reanudar el monitoreo y la vigilancia” de la mayor selva tropical del mundo.

Bajo el mandato de Bolsonaro, un escéptico del calentamiento global, la deforestación de la Amazonia aumentó más de 70 %, según estadísticas oficiales.

En números reales, las cifras de deforestación al comienzo de la primera gestión de Lula llegaron a ser mayores, pero al cabo de sus dos mandatos se redujeron en 70 %, conforme a las mismas fuentes.

Mucho antes de asumir sus funciones el 1.° de enero, el líder izquierdista tiene previsto asistir a la reunión climática COP27 en Egipto, que se abrirá el domingo, luego de ser invitado por el presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi.

El país está “listo para recuperar su lugar en la lucha contra la crisis climática”, aseguró.

Reanudación de fondos

Líderes internacionales incluyeron alusiones al medio ambiente en sus felicitaciones a Lula tras su victoria electoral.

Noruega anunció que reanudará su ayuda para la protección de la Amazonia y Alemania igualmente manifestó su intención de hacerlo. Estas ayudas fueron suspendidas desde 2019 a raíz de las políticas de Bolsonaro.

“Lula tendrá que actuar con firmeza desde el principio para redefinir prácticamente el conjunto de operaciones del gobierno federal en la región amazónica”, dijo Suely Araujo, especialista del Observatorio del Clima de Brasil y expresidenta del Instituto Brasileño del Medio Ambiente (Ibama), la principal agencia ambiental del Estado.

Según Shenker, el instituto Ibama y la también gubernamental Fundación Nacional del Indio, Funai, necesitan “recursos financieros y voluntad política” después de ser marginados por Bolsonaro.

El actual presidente brasileño consideró a las agencias un impedimento para el progreso económico, al retrasar los permisos para la explotación maderera, el agronegocio y la minería en la Amazonia.

Lula “también puede poner fin a las peligrosas propuestas” que se debaten en el Congreso, dijo Shenker en referencia a un proyecto de ley que podría incrementar la minería en tierras indígenas.

Para Araujo, Lula debe “retomar de inmediato la política climática, debilitada por completo en el gobierno de Bolsonaro”.

Brasil, señaló, se ha convertido en un “paria” en las negociaciones climáticas, y precisa alinear sus políticas con el Acuerdo de París.

Sin ley

La Amazonia, que se extiende por nueve países, es la mayor de las pocas selvas tropicales vírgenes que quedan en el mundo.

Tiene más especies y pueblos indígenas que cualquier otro lugar en la Tierra y alberga más de 100 tribus no contactadas.

En ese territorio, los incendios y la deforestación masiva no son problemas nuevos.

Existían cuando Lula estaba en el poder, aunque logró llevar la deforestación a mínimos históricos al final de su segunda presidencia en 2010.

La creciente preocupación por la crisis climática coincidió con los incendios masivos en la Amazonia en 2019, cuando la inacción de Bolsonaro generó protestas alrededor del mundo.

“El gobierno de Bolsonaro representa una deforestación de 50.000 km²″, un área del tamaño de Eslovaquia, dijo Luciana Gatti, que atribuye los daños al comercio internacional de carne bovina, soja y madera.

Gatti sugiere declarar el “estado de emergencia” en el área y lanzar un programa de reforestación en las zonas más afectadas, algo que los científicos brasileños propondrán en la COP27.

“Salvar esa parte debe ser nuestra prioridad (...) Solo devolver la Amazonia al estado en que estaba antes de Bolsonaro será una batalla”, dijo Gatti. “Hoy, la Amazonia es un lugar sin ley”, concluyó.