Como parte de una iniciativa de la Nasa para ahondar en los puentes comunicativos entre el ser humano y otras especies, un experimento desencadenó todo tipo de comentarios en la década de los sesenta. De hecho, hoy día sigue generando cuestionamientos sobre la pertinencia y lo que pasó en medio de una prueba científica.

Margaret Howe Lovatt es la naturalista que formó parte de una investigación que tuvo a ‘Peter’ como objeto de estudio. Para su financiación, el neurocientífico John Lilly aunó esfuerzos con un astrónomo para que la agencia espacial facilitara los recursos que, en contraparte, intentaban indagar sobre la vida en otros planetas.

Lo cierto es que se trató de varios meses en los que Howe adelantó ensayos con un delfín de las Islas Vírgenes para “enseñarle” a proferir sonidos similares a los que hace una persona. Para ello empezó un trabajo de inmersión en el que estaba prácticamente todo el tiempo con el animal y le instruía con palabras en inglés.

Jornadas continuas de instrucciones

“No creo haber oído un ejemplo de ‘Peter’ entrando y diciendo espontáneamente ‘Hola Margaret’, pero él lo decía a menudo después de que ella lo hubiera dicho, era una imitación muy buena, su pronunciación no era buena, pero sí su entonación, su inflexión, y se identificaban algunas sílabas”, señaló a BBC Christopher Riley, el director de un documental producido por la cadena británica.

En aquellas jornadas, la dedicación de la naturalista era como una madre enseñando las primeras palabras a su bebé o una profesora dictando las primeras lecciones a su aula de clase. La excepción en este caso es que solo era un “estudiante”. Riley destacó que no era absurdo intentar comunicarse con esta especie, dado su nivel de inteligencia en comparación con otras.

No en vano empezó a ser conocida como “la chica que hablaba con delfines”, justo el nombre que se le dio a la cinta. “El proyecto se cerró rodeado de rumores y controversia, y Margaret eligió no hablar de ello durante 50 años”, dijo el productor del filme, en alusión a un hecho que trascendió más allá de la investigación y causó polémica.

¿Qué desató la controversia?

La cantidad de tiempo que la mujer pasaba con el mamífero acuático llevó a que ambos establecieran un vínculo no previsto en el experimento. Del animal se empezó a percibir una conducta de afinidad que no sucedía con otras personas en el laboratorio “Casa del delfín”. Lo que fue tildado de “insólito” fue que supuestamente hubiese encuentros sexuales.

Si el animal llegaba a denotar una necesidad de ese tipo, lo que procedía era que tuviese que ser llevado a otro lugar en el que solían estar dos delfines hembra. Sin embargo, eso no ocurrió con ‘Peter’, pues para no detener las pesquisas científicas se optó por otra alternativa.

“Se convirtió en una parte más de lo que estaba pasando, como una picazón, solo hacía falta rascarla para quitársela de encima y seguir adelante (...). Me parece que eso estrechó el vínculo, no por la actividad sexual, sino que ya no había interrupciones. Y eso era todo”, dijo Howe Lovatt según recopiló BBC. La mujer agregó que “estaba allí para conocer a ‘Peter’, y eso era parte de Peter”.

La divulgación de que la mujer sostenía un vínculo sexual con ‘Peter’ llevó a que el proyecto no alcanzara los resultados esperados y ante sospechas de que un neurocientífico estaba utilizando LSD en animales. La pérdida de financiación derivó en que el cetáceo fuera trasladado a otra zona en Miami donde murió poco después, a raíz de la separación.