Dos guerras complejas, profundas y con un cierre nada fácil eclipsan al mundo en 2024: el ataque de Rusia a Ucrania y el cruce violento entre Hamás e Israel, que tiene cercada a la Franja de Gaza. Por eso, las reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU y de la Otan, realizadas esta semana en Nueva York y Washington, respectivamente, no prometían concretar grandes ilusiones. Y en efecto, no lo hicieron.
Ucrania sigue siendo una papa caliente. El mundo occidental cerró nuevamente filas a favor del país invadido por Vladímir Putin, pero nadie espera que sea suficiente. “Rusia sigue siendo la amenaza más importante y directa a la seguridad de los aliados”, decía el comunicado de la Otan.
Los países miembros de esta poderosa organización esperan una sola cosa: que Ucrania pueda ganar, pero sin la intervención directa de ninguno de ellos. Desde hace meses, el país liderado por Volodímir Zelenski ha soñado con ser parte de esta organización, sin éxito. Su entrada podría significar un escalamiento del conflicto, pues la máxima que tiene el grupo de que un ataque contra uno es un ataque contra todos implicaría casi que una guerra mundial.
Sin embargo, Zelenski llegó entusiasta a la capital de los Estados Unidos y les dijo a los medios que veía el ingreso de su país a la Organización del Tratado del Atlántico Norte “muy cerca”. Aseguró que están “haciendo todo lo posible para garantizar que llegue el día en que Ucrania sea invitada y se convierta en miembro de la Otan, y confío en que lo lograremos”.
Hace poco, Putin también había cerrado filas por su lado. En su histórica visita a Corea del Norte, el líder ruso hizo pública su unión con Kim Jong-Un, lo que de ahora en adelante significaría que un ataque a uno de esos países se entendería como una agresión a ambos.
La reunión en Washington se da además cuando el principal aliado de Ucrania, Joe Biden, pasa por una intensa tormenta. Tras el debate presidencial en el que se le vio agotado y confundido, muchos le han pedido al presidente demócrata que se retire de la contienda para que Trump no le dé una paliza en las elecciones y vuelva a la Casa Blanca.
El Gobierno de Biden, en medio de este huracán, anunció un importante espaldarazo a Ucrania, estimado en 225 millones de dólares. Se trata de un “nuevo e importante paquete de armas y equipos que se necesitan con urgencia para apoyar al ejército ucraniano mientras continúa repeliendo el ataque de Rusia”.
Biden está satisfecho con que 23 de los 32 países que forman la alianza vayan a destinar en adelante el 2 por ciento de su Producto Interno Bruto al gasto militar, según la AFP. En total, se espera que Ucrania reciba 43.000 millones de dólares en ayudas el próximo año.
Pero no fueron esos anuncios los que provocaron la furia de Rusia, sino algo muy puntual. Esta semana, Estados Unidos aseguró que desplegaría misiles de largo alcance desde Alemania. El jefe del Gobierno alemán, Olaf Scholz, respaldó esa iniciativa.
El Kremlin se despachó contra esa decisión y aseguró que se trataba del regreso a la Guerra Fría. Pero lo más impactante llegó cuando se hizo público el plan para asesinar a Armin Papperger, jefe de Rheinmetall, la empresa armamentística alemana.
Otro elemento que impactó fue la mención que la Otan hizo de China. Antony Blinken, secretario de Estado de los Estados Unidos, aseguró a la DW que el país “hace una gran diferencia en este momento en el campo de batalla”. Añadió que el hecho de que China pretenda buscar mejores relaciones con los países de Europa y, al mismo tiempo, alimentar la mayor amenaza a la seguridad de Europa “no tiene sentido”.
El tigre asiático también respondió a Estados Unidos y dijo que “debería dejar de exagerar la llamada amenaza china y de incitar a la confrontación y a la rivalidad, y hacer más para contribuir a la paz y la estabilidad mundiales”.
La situación en Gaza tuvo menos discusión, pero también hubo intervenciones que generaron polémica. Pedro Sánchez, por ejemplo, aseguró que los países de Europa deberían actuar contra Israel como lo hacen contra Rusia. En ninguno de los dos conflictos, el final se ve cerca.