Manadas enteras de hipopótamos están atrapadas en el lodo de estaques semisecos en Botsuana debido a la severa sequía, informaron las autoridades de conservación de animales. “Los sistemas fluviales se están secando y los animales están en peligro”, explicó Lesego Moseki, portavoz del Departamento de Fauna y Parques Nacionales (DWNP) en Gaborone.
“El hipopótamo de Namiland depende del agua del delta del Okavango”, añadió, y precisó que aún no se estableció el número de animales que han muerto a causa de la sequía. África meridional es víctima de una grave sequía que afecta duramente a las cosechas y sume en el hambre a millones de personas.
Varios países de la región declararon recientemente el estado de desastre nacional. Según los expertos, el fenómeno se debe principalmente a El Niño, que provoca un aumento de las temperaturas mundiales.
En el norte de Botsuana, cerca del extenso humedal del delta del Okavango, el desecamiento del río Thamalakane obligó a las manadas de hipopótamos a dirigirse a reservas naturales de agua cerca de la ciudad turística de Maun, de donde salen la mayoría de los turistas en safaris en los grandes parques de animales del país.
Los hipopótamos con piel gruesa, pero sensible, necesitan bañarse regularmente para evitar quemaduras solares y suelen vivir en zonas húmedas. Sin agua pueden volverse agresivos y acercarse a las aldeas.
Las autoridades locales piden que los hipopótamos sean realojados en reservas para evitar conflictos con el hombre. Botsuana alberga una de las poblaciones más grandes del mundo de hipopótamos que viven en la naturaleza, estimada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) entre 2.000 y 4.000 especímenes. Se considera que la especie tiene un alto riesgo de extinción.
El Niño causa muerte y desolación en África
Mientras la sequía ataca a Botsuana, en Tanzania, este jueves al menos 155 personas murieron por las inundaciones y corrimientos de tierra provocados por las lluvias torrenciales originadas por el fenómeno meteorológico El Niño, que causaron decenas de muertos en otros países de África oriental.
Según el primer ministro tanzano, Kassim Majaliwa, más de 200.000 personas se vieron afectadas por las intensas precipitaciones, que causaron 155 muertos y 236 heridos. “Las fuertes lluvias de El Niño, acompañadas de fuertes vientos, inundaciones y deslizamientos de tierras en varias partes del país, causaron daños significativos”, declaró Majaliwa en el Parlamento.
La lluvia –explicó– hizo estragos en casas, cultivos, carreteras, puentes, escuelas y vías de ferrocarril. Los destrozos fueron debidos “en primer lugar al deterioro del medioambiente”, denunció, señalando la deforestación, prácticas agrícolas insostenibles como la técnica de “tala y quema” y el pastoreo no regulado.
El Niño suele ir asociado a un incremento de las temperaturas en todo el mundo, así como sequías en algunas áreas y fuertes lluvias en otras y puede tener un impacto devastador en África oriental. En Kenia, unas 45 personas han muerto desde que empezó la temporada de lluvias en marzo, incluyendo 13 que perdieron la vida en las inundaciones ocurridas en la capital, Nairobi, esta semana.
“Tenemos que poner a todo el mundo en alerta”, advirtió el presidente William Ruto, en una reunión para coordinar la respuesta. El vicepresidente Rigathi Gachagua afirmó que se administrará comida y otros bienes a los damnificados y se desplazará a quienes vivan en las zonas de más riesgo.
En Burundi, uno de lo países más empobrecidos del mundo, unas 96.000 personas fueron desplazadas en los últimos meses por la incesante lluvia, informaron la ONU y el gobierno.
El temporal también se intensificó en Somalia, donde al menos cuatro personas habrían muerto y más de 800 se vieron afectadas por unas repentinas inundaciones acaecidas desde el 19 de abril, anunció la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
En Uganda, la lluvia acarreó desbordamientos de ríos y dos muertes confirmadas, además de centenares de desplazados. A finales del año pasado, más de 300 personas murieron por lluvias torrenciales e inundaciones en Kenia, Somalia y Etiopía, justo cuando la región intentaba recuperarse de su peor sequía en 40 años.
*Con información de la AFP.