Alexéi Navalni es el principal opositor del presidente ruso, Vladimir Putin, y su movimiento ha sido reprimido por las autoridades rusas que ordenaron su proscripción y lanzaron procesos judiciales contra sus dirigentes.

En este nuevo proceso, que se lleva a cabo en una sala de la prisión a las afueras de Moscú donde cumple su condena, Navalni —que sobrevivió a un intento de envenenamiento en 2020— compareció vestido como prisionero y con la cabeza rapada.

“Digo esto a quienes están contra el saqueo en Rusia, a quienes no les gusta Rusia Unida (el partido de Putin)”, dijo, “Quiero seguir luchando”. Durante el proceso, el opositor, de 45 años, aprovechó un receso técnico debido a un problema de sonido para abrazar a su mujer Yulia, constató una periodista de la AFP presente en la sala.

El encarcelamiento de Navalni fue muy criticado por los países occidentales, y este nuevo juicio puede reavivar las tensiones. “Su condena es incompatible con los principios de un estado de Derecho”, denunció el martes el canciller alemán, Olaf Scholz, durante su viaje a Moscú. El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, se dijo “preocupado por los nuevos cargos dudosos” contra el opositor y pidió a las autoridades rusas su liberación.

El opositor ruso Alexéi Navalni reaparece desde prisión | Foto: Foto que publicó en Instagram tras su reaparición

Un proceso en prisión

Navalni fue condenado a dos años y medio de cárcel en febrero de 2021 en otro proceso por acusaciones de fraude, un juicio que el activista tildó de político y amañado.

Actualmente está preso en un colonia penal en Pokrov, a unos 100 kilómetros al este de Moscú. El proceso iniciado el martes se desarrolla en este recinto, algo que fue denunciado por los seguidores de Navalni como una forma de limitar la difusión del juicio. “Todavía no soy culpable, pero se me presenta vestido como prisionero (...) Es para que si una abuela me ve en la televisión piense que de todas formas ya estoy en prisión”, protestó Navalni.

En este nuevo proceso los fiscales acusan a Navalni de haber malversado más de 4,7 millones de dólares en donaciones a las organizaciones que lidera, una acusación que conlleva una condena de hasta 10 años de cárcel. “¡Tengo derecho a investigar sobre cómo roban nuestro dinero!”, insistió, añadiendo que no había ninguna prueba de que hubiera usurpado “un solo céntimo”.

El opositor se arriesga a una pena adicional de seis años por desacato al tribunal durante el proceso del año pasado. El martes sus abogados pidieron que se le permita vestirse con su ropa y que la audiencia se celebre en un tribunal de Moscú, dos demandas desestimadas por la jueza Margarita Kotova.

El presidente ruso, Vladimir Putin, habla durante una conferencia de prensa en Moscú, el 15 de febrero de 2022 | Foto: AFP

“No tengo miedo”

El lunes la mujer del activista, que es su incombustible sostén, denunció la “cobardía” del gobierno ruso y calificó el proceso como “ilegal”. El activista fue envenenado en Siberia a mediados de 2020 y pasó varios meses recuperándose en Alemania.

Navalni responsabiliza al presidente ruso de la intoxicación, que todavía no ha sido investigada en su país, ya que las autoridades afirman que no hay pruebas y que Alemania no ha compartido los análisis médicos. A su retorno a Rusia, el opositor fue detenido en enero de 2021 y juzgado y condenado por una causa de “fraude” que databa de 2014. Esta condena generó una ola de críticas y de sanciones de los países occidentales contra Moscú.

Navalni fue incluido en una lista oficial de “terroristas y extremistas”, en el marco de una campaña de represión hacia voces disidentes que también afectó a sus principales colaboradores, que están exiliados. Uno de los fiscales reafirmó el martes que el activista había efectuado “actividades extremistas bajo el pretexto de luchar contra la corrupción”.

Con su ironía habitual, Navalni dijo en septiembre a sus seguidores que no se preocuparan, que saldría “libre como máximo en primavera de 2051″. “Van a alargar mi pena indefinidamente”, lanzó a los jueces el martes. “Pero, ¿qué podemos hacer? Lo que hace la gente es más importante que el destino de una sola persona. No tengo miedo.”

Con información de AFP.