Para evitar que se repita una pandemia, es indispensable completar el rompecabezas que permita ver el cuadro entero y descifrar cómo nació la que aún se padece. Pero la investigación para descubrir el origen del coronavirus tomó un tinte político que impide llegar al fondo de uno de los misterios más apremiantes de este siglo.

Esta semana, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, les ordenó a todas las agencias de su país, incluyendo los laboratorios nacionales, descifrar el origen del virus para determinar si el contagio humano fue en un mercado de carnes en Wuhan –como insiste China– o en el laboratorio de virología de la misma ciudad, el que más ha estudiado el virus en el mundo.

WUHAN, CHINA - APRIL 03: ( | Foto: 2020 Getty Images

“Le pedí a la comunidad de inteligencia que redoble sus esfuerzos para obtener y analizar información que nos pueda acercar a una conclusión definitiva. Deben entregarme el reporte en 90 días”, dijo el mandatario, haciendo eco de la petición realizada por su secretario de Salud, Xavier Becerra, quien le solicitó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzar la segunda fase de su estudio sobre este tema, pero con más transparencia.

Una delegación de la OMS estuvo en China a principios de este año, pero no llegó a ninguna conclusión. El Instituto de Virología volvió a estar en el ojo del huracán por un artículo de The Wall Street Journal: indica que en noviembre de 2019 por lo menos tres empleados del laboratorio se enfermaron con síntomas similares a los que hoy produce la covid-19 e inclusive fueron hospitalizados.

Un miembro del equipo de la Organización Mundial de la Salud se ve tras una ventana con equipo de protección, durante una visita de campo al Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Animales en Hubei, en Wuhan, en la provincia central china de Hubei. (AP Foto/Ng Han Guan, Archivo) | Foto: Copyright 2021 The Associated Press. All rights reserved.

La noticia permite sumar una pieza clave que algunos científicos alrededor del mundo creen que comprobará que el primer paciente del coronavirus fue un trabajador del laboratorio y se infectó tras manipular de manera errónea las muestras del virus estudiadas en el instituto. China reportó el primer caso en diciembre de 2019 y supuestamente era un consumidor del mercado de carne.

Pero el diario neoyorquino no es el único en la búsqueda del “paciente cero”. Hace unos meses, el periódico The Washington Post reportó un incidente en 2012 en las cuevas o minas de Yunnan, hábitat de los murciélagos portadores del virus. De acuerdo con su investigación, en esa época, el Instituto de Virología de Wuhan estudiaba una variante del coronavirus en una mina de cobre y llevaron muestras a su laboratorio.

WUHAN, CHINA | Foto: Feature China / Barcroft Studios / Future Publishing

Seis mineros que tuvieron contacto con murciélagos y su materia fecal enfermaron de un síndrome respiratorio similar a la covid-19, y tres fallecieron. Para muchos, esta habría sido la primera indicación de que el virus de los murciélagos en las minas de Yunnan era un arma letal.

Dudar de la honestidad de los chinos en cuanto al origen de la pandemia es, tal vez, en lo único en que se parecen, hasta ahora, Donald Trump y su sucesor, Joe Biden. Por eso, el tono que se escucha desde la Cancillería en Pekín no ha cambiado desde la última administración en Washington. “Lo que quiere Estados Unidos es usar la pandemia para continuar la estigmatización, la manipulación política y la búsqueda de culpables”, dijo esta semana Zhao Lijian, vocero de ese ministerio.

La falta de confianza y de colaboración entre las partes por el mal ambiente político hará que se tarde en completar el rompecabezas que permita al mundo conocer la verdad. Pero, más grave aún, impedirá que se evalúe con seriedad la información, y se adopten las medidas de bioseguridad necesarias para evitar que suceda de nuevo.