Con su particular forma de decir directamente las cosas, este lunes el papa Francisco manifestó que siente “vergüenza” por la masacre de más de 100.000 judíos eslovacos ocurrida en el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial.
A su arribo a la capital de Eslovaquia, el sumo pontífice condenó el “frenesí de odio” de esa guerra y el persistente antisemitismo. En esta visita fue recibido en la ciudad de Bratislava por la presidenta eslovaca Zuzana Caputova.
El santo padre, de 84 años, se encuentra en su primer viaje al extranjero desde que fue sometido a una operación de colón en julio pasado. En suelo eslovaco aprovechó para visitar un antiguo barrio judío, donde se dirigió a la comunidad. “Aquí, en este lugar, el nombre de Dios fue deshonrado”, lamentó frente a un memorial del Holocausto en Rybne Square, donde una sinagoga fue demolida durante la época comunista.
El papa Francisco se encontrará después con la comunidad judía para honrar a las víctimas locales del Holocausto y expiar la complicidad católica frente a las leyes y crímenes raciales durante la Segunda Guerra Mundial.
Según reseñó la agencia de noticias AFP, Francisco llegó al palacio presidencial con un semblante bueno y descansado en la segunda jornada de su periplo de cuatro días que dio inicio en Hungría y concluiría en Eslovaquia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Eslovaquia estuvo gobernada por un régimen títere nazi encabezado por un sacerdote católico Jozef Tiso. En ese lapso de tiempo, el país adoptó estrictas leyes antijudías y deportó a unos 75.000 ciudadanos a los campos de exterminio nazis donde perecieron unos 68.000 de ellos. Tiso fue sentenciado a muerte y colgado en el año 1947.
El máximo líder espiritual de la Iglesia católica no contuvo sus palabras en el acto: “Aquí, reflexionando sobre la historia del pueblo judío marcado por esta trágica afrenta al más alto, admitimos con vergüenza cuántas veces su inefable nombre ha sido utilizado para indescriptibles actos de inhumanidad”.
Tras hacer esa conmovedora reflexión, Francisco cambió los ánimos bromeando cuando un periodista italiano le preguntó cómo se sentía cuando caminaba por una rampa a su ingresar a la catedral para reunirse con sacerdotes y monjas de Eslovaquia. “Sigo vivo”, dijo el papa.
El domingo pasado exhortó a cristianos y judíos a que trabajen juntos para frenar el aumento del antisemitismo en Europa. “Es un fusible que no debemos permitir que se queme”, puntualizó.
El 27 de enero pasado, Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto, el papa Francisco hizo un fuerte pronunciamiento sobre estos terribles sucesos. “Esto no puede volver a suceder” y aseguró que “recordar es condición para un futuro mejor de paz y fraternidad”, en remembranza por los 76 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz.
En ese marco, tras la catequesis que encabezó desde la Biblioteca Privada del Palacio Apostólico, en el Vaticano, añadió que conmemoran a las víctimas de la llamada Shoah y a todas las personas perseguidas y deportadas por el régimen nazi. “Recordar es una expresión de humanidad. Recordar es un signo de civilización. El recordar es condición para un futuro mejor de paz y fraternidad”, sostuvo en ese momento Jorge Bergoglio.
En esa línea, el pontífice exhortó a estar atentos a cómo empezó este camino de muerte, exterminio y brutalidad en la Segunda Guerra Mundial.