El papa Francisco reivindicó la “integración” de los gitanos y recordó que “marginar a las personas no resuelve nada”, en un encuentro este martes con la comunidad romaní de un barrio abandonado de la ciudad eslovaca de Kosice.
En las semanas previas a la esperada visita del pontífice, las autoridades de la ciudad limpiaron el barrio, repararon la carretera que conduce a él y restablecieron el suministro de electricidad.
“Marginar a las personas no resuelve nada. Cuando se alimenta la cerrazón, antes o después estalla la rabia. El camino para una convivencia pacífica es la integración”, defendió Francisco, tras haber escuchado con atención los testimonios de los habitantes de esa zona tan pobre.
En este barrio, Lunik IX, donde miseria y superpoblación son males crónicos, se hacinan 4.500 personas en un espacio con capacidad para la mitad de habitantes.
Numerosas viviendas sociales no tienen electricidad, ni gas ni agua corriente y sufren cortes con frecuencia por el impago de facturas.
“Queridos hermanos y hermanas, demasiadas veces han sido objeto de preconceptos y de juicios despiadados, de estereotipos discriminatorios, de palabras y gestos difamatorios”, lamentó el papa argentino.
Recomendó a esta comunidad marginada que tome “decisiones valientes” para favorecer el futuro de sus hijos y sobre todo su educación, “para que crezcan bien arraigados en sus orígenes y, al mismo tiempo, para que no vean coartada cualquier otra posibilidad”.
También les animó “a ir más allá de los miedos” a través del “trabajo honesto, en la dignidad de ganarse el pan cotidiano”.
Para Rudolf Mosorov, un habitante de Lunik IX de 66 años, la visita del papa es un “milagro”. “Nos traerá la bendición de Dios”, señaló.
Casi un 20 % de los gitanos de Eslovaquia viven en una pobreza extrema, en más de 600 barriadas, especialmente en el sur y el este de este país de la zona euro de 5,4 millones de habitantes.
El este de Eslovaquia es una de las zonas con menos PIB per cápita de la Unión Europea.
“Ir a contracorriente”
El pontífice argentino comenzó su jornada en la ciudad de Presov, a unos 40 km de Kosice, donde celebró una misa según el rito bizantino en la que participaron unos 30.000 fieles que lo aclamaron al paso del papamóvil.
Se trata del primer viaje al extranjero de Francisco, de 84 años, desde su operación de colon a principios de julio. Hasta el momento se lo ha visto en buen estado de salud.
“Es formidable que el Santo Padre venga a un lugar donde nadie quiere ir”, declaró Peter Besenyei, dirigente de la comunidad salesiana local y responsable pastoral de los gitanos en la archidiócesis de Kosice.
“Es difícil encontrar profesores en Lunik IX, curas que estén dispuestos a trabajar, y el papa viene a este ambiente difícil”, dijo a la AFP.
Nikola y Rene Harakaly, de 28 y 29 años, una pareja con dos hijos oriunda de este barrio, pudo estudiar gracias a una ayuda de una hermandad de salesianos y ambos tienen ahora un empleo.
“Nuestros padres nos animaron a ir a contracorriente”, explicaron al papa.
Francisco se reunirá con jóvenes en un estadio de Kosice el martes al final de la jornada.
Discriminación “ampliamente tolerada”
Los gitanos están considerados como la minoría étnica más populosa del continente, con grandes comunidades que viven en Europa central y oriental.
Según los historiadores, medio millón de romaníes murieron a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, lo que equivale a una cuarta parte de la población.
Una coral de 35 niños gitanos cantará para el pontífice, que se espera que pronuncie algunas palabras en el idioma romaní.
Según Iveta Duchonova, responsable de la oficina del delegado gubernamental para esta comunidad, “en 2016, un informe de la UE sobre minorías y discriminación reveló que un 54% de los gitanos en Eslovaquia habían sido víctimas de discriminación por su pertenencia étnica”.
Esta discriminación “persiste” y “es ampliamente tolerada”, declaró a la AFP.
El papa manifiesta ante los judíos eslovacos su “vergüenza” por el pasado
El papa Francisco expresó, en la víspera, su “vergüenza” por la masacre de más de 100.000 judíos eslovacos en el Holocausto, condenando “la locura del odio” de la Segunda Guerra Mundial, durante una visita a Eslovaquia.
El papa acababa de escuchar el testimonio de un sobreviviente nacido en 1942 y que no tiene recuerdos de sus padres desaparecidos, en la plaza Rybne, barrio tradicional judío de Bratislava, donde había antes una imponente sinagoga demolida en 1969 por el gobierno comunista para hacer un puente.
Un monumento erigido en esta plaza en 1996 conmemora a las 105.000 víctimas del Holocausto en Eslovaquia.
Tres días antes de la llegada del papa, Bratislava se disculpó formalmente por el oscuro legado de la época del presidente Jozef Tiso, un sacerdote católico que aceptó enviar a decenas de miles de judíos a los campos de exterminio alemanes.
“El nombre de Dios fue deshonrado. En la locura del odio, durante la Segunda Guerra Mundial, más de cien mil judíos eslovacos fueron asesinados. Y después, cuando se quisieron borrar las huellas de la comunidad, aquí la sinagoga fue demolida”, lamentó el papa Francisco.
“Aquí, ante la historia del pueblo judío, marcada por este agravio trágico e indescriptible, nos avergonzamos de admitirlo: ¡cuántas veces el nombre inefable del Altísimo ha sido usado para realizar acciones que por su falta de humanidad resultan inenarrables! Cuántos opresores han declarado: ‘Dios está con nosotros’, pero eran ellos los que no estaban con Dios”, agregó.
Tras la creación en 1939 de la primera República Eslovaca, un país satélite totalitario de la Alemania nazi, se utilizaron varias leyes antijudías para la deportación de decenas de miles de judíos eslovacos.
- Unirse contra el antisemitismo -
En la actualidad, quedan menos de 300 sobrevivientes de la guerra en el país y la comunidad solo cuenta con unos 2.000 miembros.
El papa argentino también llamó a estar “unidos” en la “condena de toda violencia, de toda forma de antisemitismo”.
Una encuesta publicada el año pasado por Globsec, un grupo de reflexión eslovaco, reveló que el 51% de los eslovacos cree que “los judíos tienen demasiado poder y controlan secretamente los gobiernos e instituciones de todo el mundo”.
Richard Duda, presidente de la Unión Central de Comunidades Judías de Eslovaquia, espera que la presencia del papa Francisco ayude a mejorar las relaciones entre católicos y judíos. Como lo refleja su propia vida: “con mi querida esposa, somos una pareja inseparable judeo-cristiana desde hace más de tres décadas”, dijo delante del papa.
La plaza donde estuvo Francisco se considera como un símbolo histórico de la cohabitación, donde durante siglos, la sinagoga existió junto a la catedral San Martín.
- Fraternidad pospandemia -
Francisco hizo también un llamamiento a la “fraternidad” que atraviese las fronteras de Europa, que debe reactivar su economía debilitada por la pandemia.
“Fraternidad es lo que necesitamos para promover una integración cada vez más necesaria”, dijo el papa argentino, dirigiéndose a las autoridades políticas y civiles de este país de la Unión Europea de 5,4 millones de habitantes.
“Esta [fraternidad] urge ahora, en un momento en el que, después de durísimos meses de pandemia, se plantea, junto a muchas dificultades, una anhelada reactivación económica, favorecida por los planes de recuperación de la Unión Europea”, dijo Francisco.
El papa llegó el domingo a Bratislava tras una escala en Budapest, donde habló a puerta cerrada con el líder soberanista Viktor Orban.
Eslovaquia registró a principios de año una de las tasas más altas del mundo de contagio y mortalidad por covid-19 por habitante. El país ha registrado más de 12.000 muertos desde el inicio de la pandemia.
Francisco se refirió a la historia eslovaca como un “mensaje de paz”, destacando el nacimiento “sin conflictos” de dos países independientes hace 28 años: la República Checa y Eslovaquia.
El papa, que sueña con un mundo nuevo y más justo después de la pandemia, cree que el futuro debe incluir “una lucha contra la corrupción” y el derecho al trabajo.
Instó especialmente a los eslovacos, que en su día vivieron bajo un régimen comunista (un pensamiento único que “coartaba la libertad”) a no caer en otra ideología “vacía de sentido”, el individualismo.
Con información de AFP.