Los indignados ya no están en las calles y en las plazas, sino en las urnas. En las elecciones regionales y municipales de España su voto produjo un giro hacia la izquierda y ahora obliga a los partidos a hacer algo que no ocurría desde la transición democrática de finales de los años setenta: negociar pactos a tres o más bandas. En las tres principales ciudades, Madrid, Barcelona y Valencia, las nuevas plataformas ciudadanas les arrebataron estas plazas a alcaldes que llevaban más de 20 años en el poder. El conservador Partido Popular (PP), que gobierna con Mariano Rajoy con mayoría absoluta desde 2011, perdió más de 2,5 millones de votos lastrado por la corrupción, por su política de recortes sociales y porque, por primera vez en la democracia, le surgió un competidor en la derecha: el Partido Ciudadanos, que le robó casi 1,5 millones de votos y se convirtió en la tercera fuerza política del país. “Pero lo más interesante y renovador de las elecciones ha sido la irrupción de plataformas ciudadanas de indignados con los recortes sociales y la corrupción en los grandes partidos que gobernarán Madrid y Barcelona, que en los 38 años de democracia solo han sido regidos por los partidos tradicionales. Esto inaugura una nueva fase democrática con aire fresco, cuya vida dependerá de lo bien que gobiernen para la ciudadanía en las ciudades y regiones donde han barrido a la vieja forma de hacer política”, dijo a SEMANA el politólogo Fernando Martínez de la Universidad Complutense. Sin embargo, esa vieja política sigue siendo la fuerza más votada del país. Es que el PP es un caso que solo se entiende por su herencia franquista en una sociedad envejecida como la española. Cuando España inauguró su democracia en 1978 los partidarios del generalísimo fundaron Alianza Popular, hoy PP. Y han mantenido la forma franquista de hacer política. En la dictadura (1939-1975), Franco y sus aliados (la aristocracia, los empresarios y la Iglesia) usaban el erario como les daba la gana. La corrupción era absoluta porque los militares reprimían a quien se atreviera a denunciarla. Además, en el PP jamás ha habido elecciones internas. El líder de Alianza Popular y luego del PP, Manuel Fraga (exministro de Franco), señaló a su sucesor con el dedo: José María Aznar, y este a su vez a su sucesor: Mariano Rajoy. La novedad de Ciudadanos es que exige al PP romper con ese pasado, designar a sus líderes con primarias y hacer una política ‘limpia’. Hoy todos los tesoreros del PP desde 1991 están en los tribunales por asociación para delinquir, el PP está acusado de financiación ilegal, pero nadie dimite. Todos sus dirigentes, incluso Rajoy, están salpicados, pero su respuesta es típicamente predemocrática. Por contraste, el partido más renovador es Podemos, surgido del movimiento de indignados 15M contra la corrupción que se extendió en 2011 por toda Europa. Estos jóvenes realizaron manifestaciones ante los parlamentos con su consigna “No nos representan” contra la ‘casta’ política, culpándola de la crisis económica y los recortes sociales. Podemos nació en enero de 2014 y en solo cuatro meses sacudió el tablero al lograr cinco escaños (de 54) en las elecciones al Parlamento Europeo. Su éxito se debe a su flexibilidad para forjar alianzas con las fuerzas de izquierda surgidas en los barrios populares y generar plataformas ciudadanas. Así han conseguido casi extinguir a Izquierda Unida, que era la tercera fuerza política de España (tras el PP y el PSOE), y obtener victorias significativas en Madrid y Barcelona. “El problema de la política española era que el PP y el PSOE se repartían el poder a su antojo y solo gobernaban a favor de los bancos y las empresas y no para los ciudadanos”, enfatizó a SEMANA la portavoz de Podemos, Gemma Mendoza. “Ahora tenemos los votos y el poder en ciudades donde vamos a enseñarle al PP y al PSOE a hacer política a favor de los más desprotegidos y para corregir las enormes injusticias y desigualdades a la que nos han llevado”. Y es que la pobreza ha aumentado en España de manera grave en los últimos años por obra de la crisis, las reformas fiscales del PP y el desempleo que afecta a uno de cada cinco españoles. En su último informe sobre pobreza, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) alertó que “la desigualdad se ha incrementado durante la crisis (...) Los ingresos reales del 10 por ciento más pobre disminuyeron de un 13 por ciento al año entre 2007 y 2011, comparado con una baja del 1,4 por ciento para el 10 por ciento más rico”. Es decir, los pobres pagan más impuestos, sus ingresos han caído dramáticamente y son víctimas de los recortes. Los analistas consultados por SEMANA prevén que Rajoy y el PP perderán las elecciones generales de noviembre y que se acentuará el giro a la izquierda. Para Martínez, “Rajoy no ha entendido el error de los recortes sociales y democráticos impulsados por Angela Merkel, y Bruselas y cree que saldrá indemne de los casos de corrupción”. Y lo que es peor, “para colmo ha asegurado que se presentará en noviembre a las elecciones, que todo en su partido está bien y que él es el mejor líder. Así que no sabe o no se quiere enterar del batacazo que recibirá”.