Alos caricaturistas españoles les cayó como anillo al dedo la Semana Santa para burlarse del seguro sucesor de Felipe González, el líder del Partido Popular PP, José María Aznar: lo pintan con una cruz a cuestas, a punto de caerse, mientras que un nazareno, robusto pero pequeño, vacila entre sostenerlo o dejarlo caer definitivamente. La figurita no es otro que el líder catalán Jordi Pujol, quien cada día que pasa se consolida más como el hombre clave ya no para que Aznar sea investido presidente del país sino para que pueda gobernar durante los próximos cuatro años.La situación llegó a tal punto que los diarios no tienen dudas del verbo a usar cada vez que el hábil político nacionalista se expresa: "Pujol exige que Aznar reconozca el hecho diferencial de Cataluña en su investidura", escribió a todo lo ancho de su primera página del martes de la semana pasada el diario El País para anunciar el resultado de la reunión que los dos políticos sostuvieron en Madrid dos días atrás.El Domingo de Ramos, ambos políticos se encontraron por segunda ocasión desde que se realizaron las elecciones generales el 3 de marzo, y en las que el PP sacó una estrecha ventaja que lo obligó a las alianzas con los nacionalistas para buscar la investidura de su líder. Pujol, consciente de que ahora Aznar lo necesita tanto como en el pasado Felipe González, ha sometido a los populares a un auténtico calvario. Al término de la reunión, los allegados de Aznar salieron presurosos a decir a los periodistas que la charla fue "trascendental porque se dieron pasos importantes para conquistar un pronto acuerdo". Pujol, pragmático como siempre, les calló la boca: "Aún no hemos comenzado, todo puede quedar en nada".La desmentida, sin embargo, fue hecha sólo para dejar en claro ante la opinión que él es quien manda porque en la íntima reunión sí se llegó a un acuerdo que prevé la investidura de Aznar antes del 24 de abril. El compromiso establece otra satisfacción para los opositores de Aznar, que será anunciada en Barcelona. En el pacto se destaca la rectificación por parte de Aznar de que España es "un Estado plurinacional" donde se diferencian unas autonomías de otras. Al dar el 'sí' Aznar no solo habrá dado un viraje de 180 grados sino que abrirá las puertas para que cada autonomía entre a pelear independientemente los presupuestos para 1997. Los catalanes, a través de numerosos editoriales de los periódicos locales, han expresado su pensamiento: "Nosotros somos quienes más producimos, por tanto somos quienes más inversión necesitamos".Aznar, por su parte, tiene claro que al margen de las negociaciones, su investidura es un hecho y ya empezó a filtrar los nombres de las figuras claves de su gobierno: el secretario del PP, Francisco Alvarez Cascos, será una figura trascendental como ministro de la Presidencia. Los otros dos nombres para tener en cuenta son los de Rodrigo Rato, quien ocupará la vicepresidencia para Asuntos Económicos, y Jaime Mayor Oreja, quien será el ministro del Interior. Todos con experiencia académica y procedentes de adineradas y conservadoras familias. No son los únicos con este perfil: Aznar hizo elegir para la presidencia del Congreso de los Diputados a Federico Tigrillo, 43 años, de quien se dice es 'brillante' en su trabajo pero a quien sus opositores no le perdonan "ni su arrogancia, ni su pertenencia al Opus Dei".Por su parte, Felipe González sigue confiado en que Aznar durará poco y que él volverá a ocupar el cargo que ahora deja. No es un parte de optimismo para transmitirle a los simpatizantes del Partido Socialista Obrero Español _PSOE_ sino un convencimiento real. Eso se vio el viernes 29 de marzo cuando se dirigió ante los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea en la cumbre realizada en Turín: "Lo más operativo sería decir hasta luego".