El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, ha levantado críticas internas y la indignación de Argelia con el cambio de la posición histórica sobre el Sahara Occidental, excolonia española, con tal de recomponer relaciones con Marruecos, pero sin conseguir grandes garantías de Rabat.
Al apoyar por primera vez públicamente la propuesta marroquí de autonomía para la antigua colonia española, Madrid, que hasta ahora defendía su neutralidad, ha hecho el gesto que Rabat esperaba para poner fin a una importante crisis diplomática.
Provocada por la acogida en España en abril del líder del movimiento independentista saharaui, el Frente Polisario, para ser tratado por la covid-19, esta disputa había provocado la llegada a mediados de mayo de más de 10.000 inmigrantes al enclave español de Ceuta, gracias a una relajación de los controles en el lado marroquí. Convocada entonces por Rabat, la embajadora de Marruecos en España no regresó a Madrid hasta este domingo.
A cambio de su giro sobre el Sahara, una causa nacional en Marruecos, Madrid asegura que puede contar con la “cooperación” de Rabat en la “gestión de los flujos migratorios”, que es el motivo central de este acuerdo.
“España sabe por experiencia que cuando las relaciones con Marruecos son buenas, disminuyen drásticamente las llegadas de migrantes”, constató Eduard Soler, experto en el norte de África del Centro de Relaciones Internacionales de Barcelona (CIDOB). Pero “no se puede dar por sentado” que las garantías recibidas por España “vayan a durar”, advirtió Irene Fernández Molina, profesora de relaciones internacionales de la universidad británica de Exeter.
El Gobierno español sostiene además que el acuerdo con Marruecos le asegura su “integridad territorial”, en alusión a Ceuta y Melilla, dos enclaves españoles en territorio marroquí sobre los que Rabat habría aparcado sus reivindicaciones.
Llama la atención que el cambio de posición histórico de España fuera revelado por Rabat, contrariamente a los usos y costumbres diplomáticos, seguramente “con alguna intención”, estimó Isaías Barreñada, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.
Argelia, principal apoyo del Frente Polisario, el movimiento independentista saharaui, respondió a la decisión de Madrid llamando a consultas a su embajador en España, y abriendo una crisis diplomática de alcance incierto.
¿Peligra el gas?
Argelia es uno de los principales suministradores de gas a España, que ahora se expone a unas represalias particularmente peligrosas en pleno encarecimiento de los precios de la energía, acentuado por la guerra en Ucrania. De todos modos, Enric Bartlett Castellà, profesor de la escuela de negocios Esade, juzga “improbable” que Argelia vaya a cortar o reducir el suministro teniendo en cuenta “los precios actuales del gas”, y porque “cumplir los contratos firmados” es esencial para su credibilidad.
Pero Argelia podría a medio plazo revisar sus relaciones con Madrid y reservar sus excedentes de producción para otros países, avisó Barlett, lo que obligaría a España a recurrir a otros proveedores, más lejanos y más caros. “Argelia es un socio muy importante para España que ha venido proporcionándonos estabilidad en el suministro de gas y va a seguir proporcionándola en el futuro”, afirmó el lunes la ministra de Economía, Nadia Calviño.
España redujo recientemente su dependencia de las importaciones de gas natural licuado (GNL) de Argelia, obligado por el cierre, por parte de Argel, de un gasoducto que pasa por Marruecos, en el marco de la crisis entre los dos países del Magreb.
“Antes, casi el 50 % de las importaciones de gas en España venían de Argelia, pero, en enero, Washington ha superado Argel como primer proveedor, con el 30 % del gas importado, en contra del 28 % para Argelia”, afirmó Gonzalo Escribano, investigador del Real Instituto Elcano de Madrid.
*Con información de AFP.