Gabriel Boric, el recién posesionado presidente de Chile, ha desatado todo un tsunami al interior de Santiago por su propuesta de una nueva constitución que cambiará algunas de las reglas de juego en el país de Suramérica. Boric pretende modificar la Carta Magna promulgada en 1980 por la dictadura de Augusto Pinochet y busca introducir cambios sensibles que, aunque sus seguidores aplauden, los opositores rechazan en las calles, donde han puesto el grito en el cielo.
Lo que dicen los protestantes, en su mayoría estudiantes que este sábado se tomaron algunas calles de Santiago para manifestar, es que la nueva Constitución pretende quitar derechos como la propiedad privada, legalizar el aborto libre o expropiar los fondos privados individuales de pensiones, temas sensibles con los que los chilenos han convivido durante años.
Boric no pretende hacer modificaciones de un plumazo. Quiere llevar al pueblo a las urnas para que vote de forma obligatoria en un plebiscito los cambios.
“Rechazo popular”; “yo no apruebo”; “era no más abusos, no menos derechos”, gritaron los manifestantes visiblemente sorprendidos por la transformación que, según ellos, sufrió Boric tan pronto se terció su banda presidencial. Desde ese día, él ha venido sufriendo un bajonazo en los índices de popularidad.
Una Convención Constitucional trabaja en las modificaciones de la carta política y aprobó un artículo que garantiza los derechos sobre el cuerpo, es decir, abrió la posibilidad para que el Congreso legisle contra el aborto libre.
Recordemos que en Chile solo se permite el procedimiento si la madre o el feto están en riesgo o si el embarazo se presenta en caso de una violación.
En Santiago hay preocupación entre un sector de oposición a Boric que cree que el joven de 36 años y exlíder estudiantil aprovechará la modificación a la Constitución para conducir al país hacia el sendero del comunismo y la izquierda latinoamericana.
La oposición que hoy salió a marchar dijo públicamente que teme que Chile termine convertido en un gobierno como el de Nicolás Maduro en Venezuela o el de Daniel Ortega en Nicaragua. El diputado Agustín Romero, ultraderechista, formó parte de las protestas y llamó a los chilenos a no aprobar el 4 de septiembre próximo la nueva constitución que él considera será “refundacional”, “chavista” y “marxista”.
Cabe resaltar que la Convención Constitucional no fue un invento de Gabriel Boric. Al contrario, nació del estallido social y las protestas que sacudieron el país en octubre de 2019, cuando centenares de ciudadanos aseguraban que era desigual. No obstante, el nuevo mandatario aprovechó la circunstancia para introducir sus propuestas y tratar de cambiar el rumbo de su país.
Chile dio un giro histórico a la izquierda al elegir a Boric como su nuevo presidente en una elección contra el político de extrema derecha, Antonio Kast. El líder de ideas progresistas le llegó al país con promesas de renovación; sin embargo, ya sufre sus primeros reveses.
Boric emergió a la popularidad en el ámbito chileno como líder estudiantil durante las protestas en el año 2010. No obstante, ahora como presidente tiene que luchar contra las mismas protestas que lideró en su época de activista.
Pero las manifestaciones solo parecen ser la punta del iceberg. La aprobación ciudadana de Boric arrancó cuesta abajo a menos de un mes de su posesión. Según la encuestadora Cadem, el presidente ha pasado del 20 % de desaprobación a 30 % en un margen de diez días, números récord que no alcanzaron sus antecesores cuando iniciaron su mandato en Chile. Por esto, la oposición coincide en afirmar que el nuevo y joven presidente es todo un “paquete chileno”.