Con la muerte de la reina Isabel se ha desatado una avalancha de libros escritos por los biógrafos y cronistas de realeza más reconocidos a ambos lados del Atlántico. Uno de ellos es The New Royals: Queen Elizabeth’s Legacy and the Future of the Crown, escrito por Katie Nicholl, corresponsal de realeza de Vanity Fair y considerada una de las expertas más importantes en la monarquía británica.
Como su título lo indica, el libro recorre el legado de Isabel II y revela datos sobre la dirección que quiere darle su hijo, el rey Carlos III, a la monarquía. En este último sentido, un tema imprescindible es cómo manejará el conflicto que su hijo, príncipe Harry y su esposa Meghan, duques de Sussex, y la familia real.
Al respecto, las fuentes de Nicholl afirman que Carlos desea la reconciliación con su hijo menor, a quien sigue queriendo incondicionalmente, a pesar del tremendo dolor de cabeza que ha sido para él desde que decidió retirarse de la monarquía y de las dolorosas críticas que le hizo en su entrevista a Oprah Winfrey, en las cuales cuestionó su trabajo como padre.
A pesar de las buenas intenciones, afirma Nicholl, el camino no se ve nada despejado. Para justificarlo, la cronista da a conocer, por primera vez, los detalles de la reunión que Harry y Meghan sostuvieron con Carlos en abril pasado, cuando hicieron una escala en Inglaterra en su periplo a La Haya, para ver a la reina.
En principio se dijo que ella los obligó a entrevistarse primero con Carlos y Camila. Pero según la nueva versión de Nicholl, fue el ahora rey quien exigió la reunión, pues no quería que Harry le endulzara los oídos a la monarca u obtuviera cosas de ella sin su conocimiento.
Harry y Meghan llegaron tarde a la cita y Carlos apenas tuvo quince minutos para ellos, pues tenía que representar a su madre en la ceremonia del Jueves Santo. Empero, ese corto lapso fue suficiente para que el príncipe rebelde volviera a sorprender a su padre y su madrastra.
Al verse, Carlos y Harry se saludaron con un gran abrazo, pero no tardó en aparecer la tensión, en especial cuando el joven príncipe manifestó su intención de “limpiar el aire”, según el recuento que le hizo a Nicholl un amigo de los Windsor.
“En realidad, él sugirió el uso de un mediador para tratar de resolver las cosas, lo cual dejó a Carlos pasmado. El desconcierto le causó a Camila un espasmo que la hizo escupir sobre la taza de té que estaba tomando. Ella le dijo a Harry que eso le parecía ridículo, pues eran una familia y podían sortear las cosas entre ellos mismos”, contó el infidente.
El nuevo libro recalca que la actitud de Harry desde que le declaró la guerra a la casa real ha sido muy hiriente tanto para Carlos como para su hermano, William, el nuevo príncipe de Gales.
Este último, especialmente, se ha sentido perjudicado, dado que, a raíz de los hechos, su familia, y en particular sus pequeños hijos, George, Charlotte y Louis, se han visto más expuestos a la mirada pública, cuando él y su esposa Kate siempre han querido que tengan una infancia lo más normal posible. A fin de cuentas, él siempre tuvo la idea de que Harry siempre sería su copiloto en sus funciones como heredero al trono y podrían sobrellevar la carga juntos.
No obstante, también es cierto que era tal el drama que reinaba bajo la influencia de los Sussex, que William y Kate respiraron aliviados cuando anunciaron que se retiraban y se iban a vivir a Estados Unidos.
Carlos, por su parte, también siente que la pelea entre los hermanos puede traerle serios cuestionamientos a él, quien al parecer nunca se podrá deshacer del lastre de su desastroso matrimonio con Lady Di, la madre de los príncipes. Carlos, incluso, teme que la sombra del megxit sea tan larga, que afecte al reinado de William.
Y la reina, ¿qué pensaba realmente de la situación de Harry? Katie Nicholl cita el testimonio de otro amigo de la familia real al respecto, según el cual ella estaba exhausta por todo el alboroto que causaron su nieto y Meghan con su decisión de irse de la casa real. “Ella estaba muy herida y me dijo, ‘no sé, no me importa, y no quiero pensar más en eso”, narró el informante.
De todos modos, agregó la fuente, la monarca se murió triste por lo poco que había visto a Archie y Lilibet, los hijos de Harry y Meghan. También la acongojó que ellos no hubieran aceptado su invitación para pasar unos días con ella en Balmoral en agosto, a escasas semanas de su sorpresiva muerte.
A propósito de los niños Sussex, Nicholl expone que el rey Carlos no solo quiere asumir en sus vidas su rol de abuelo, sino además reconocerles los títulos de príncipes que adquirieron apenas la reina murió y de acuerdo con normas que datan de 1917.
No obstante, en la página oficial de la casa real, aún aparecen como Master Archie Harrison Mountbatten-Windsor y Miss Lilibet Diana Mountbatten-Windsor. Según Katie Nicholl, el cambio no se ha dado porque Carlos quiere estar seguro de que puede confiar en Harry y Meghan. Específicamente, todavía persisten los temores por el libro autobiográfico que el príncipe piensa publicar, en el cual, se dice desde hace meses, que habla pestes de su madrastra Camila.