“Estados Unidos está avanzando nuevamente. ¡Y no podemos detenernos!”. Así inició Joe Biden su primer discurso ante las dos Cámaras del Congreso justo antes de cumplir 100 días como presidente. Fue una noche redonda para el demócrata y, sobre todo, para la historia. Por primera vez, dos mujeres estuvieron sentadas detrás del presidente: la vicepresidenta, Kamala Harris, y la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Su presencia allí es el símbolo de los tiempos que corren, y del nuevo rumbo que ha supuesto la llegada del demócrata.
Biden regresó al recinto que ocupó durante décadas como senador, y no escatimó para exponer con orgullo todos los logros alcanzados por su administración. En su momento, sus promesas fueron tildadas de utópicas por la crisis en la que se encontraba el país tras el mandato del expresidente Donald Trump.
Los avances conseguidos hasta ahora son el argumento más fuerte para sacar adelante el colosal programa de inversión pública, conocido oficialmente como ‘Plan estadounidense para las familias’. La propuesta, que tiene un costo aproximado de 1,8 billones de dólares, se centrará en la educación infantil y el cuidado de los niños.
Este es el tercer paquete legislativo que el demócrata propone para reactivar la economía. Primero aprobó la ley de ayudas y estímulos a fin de combatir la covid-19, de una suma de 1,9 billones de dólares. La segunda iniciativa es un plan de infraestructura de más de 2 billones de dólares para la renovación de carreteras, escuelas, y financiar la tecnología verde.
Sin embargo, la aprobación de estos proyectos legislativos no es nada fácil. Como le explicó a SEMANA Lawrence Gumbiner, exdiplomático estadounidense y profesor de cátedra de la Universidad Javeriana, “El presidente tendrá dificultades para obtener la aprobación de todas sus propuestas. El gasto fundamental en infraestructura tiene apoyo bipartidista y debería aprobarse.
Muchos de los elementos sociales y ambientales enfrentarán un momento difícil, ya que habrá una oposición republicana significativa. Además, la mayoría de Biden en el Congreso es escasa”. El experto agrega que “Biden sabe que no podrá obtener todo lo que solicita. Pero al disparar a lo grande puede demostrar que está dispuesto a comprometerse, y a eliminar algunas de las propuestas más controvertidas”.
Pero el gran golpe sobre la mesa vino cuando Biden anunció que sus ambiciosos programas serán financiados por los ricos. Aunque era un secreto a voces, a Biden no le tiembla el pulso para obligar a las corporaciones, las multinacionales y a quienes ganan más de 400.000 dólares al año a pagar “impuestos más justos”. Esto significa un claro espaldarazo para la clase media estadounidense, a la que le prometió que no costeará un centavo más, porque “ya han pagado suficiente”.
El discurso también fue un claro mensaje a la comunidad internacional. Como señala Gumbiner, “Estados Unidos ha vuelto a participar en el mundo en muchos niveles: bilateral, regional y multilateral. Las instituciones internacionales volverán a jugar un papel importante en la política exterior. Esto contrasta con la estrategia de ‘hacerlo solo’ de Trump”.
El cambio de timonel es claro. Cien días le bastaron al demócrata para recuperar a Estados Unidos de la crisis sanitaria, retomar el liderato en la lucha contra el cambio climático, poner los puntos sobre las íes con Rusia por sus abusos y amenazas, y expresarle a China su deseo de competir con reglas justas.
David Castrillón, docente de la Universidad Externado, explicó que “Biden no aceptará que países con valores distintos a los de Estados Unidos lo superen. Así, el presidente lanza al país en una competencia innecesaria con países como China, una rivalidad que sigue una mentalidad de Guerra Fría desconectada de la realidad del mundo multipolar actual”.
No todo es perfecto. Biden tiene temas pendientes en el tintero, como la migración desbordada de centroamericanos, las relaciones con Cuba y el apoyo a sus aliados. Pero no cabe duda de que ha mostrado buenas señales para los próximos cuatro años. Como él mismo lo dijo: “Estados Unidos está de vuelta”.